miércoles, 30 de diciembre de 2009

¿Escombros del marx-engelsismo?

En torno a una reseña de Mario Bunge sobre una biografía de Engels

Salvador López Arnal
Rebelión
Con el rigor al que no tiene acostumbrados, Àngel Ferrero ha traducido para sin permiso [1] –y rebelión reprodujo su traducción el pasado martes 29 de diciembre- una reseña de Mario Bunge de una reciente biografía de Engels -Tristram Hunt, Marx’s General: The Revolutionary Life of Friedrich Engels. Henry Holt and Co., New York, 2009-, trabajo, el de Bunge, que había sido publicada en la Review of Sociology and Anthropology 4.
Además de algunos simpáticos latiguillos muy bungianos –“¿Que no tuvo educación universitaria pero que asistió como oyente a las demenciales clases de Schelling en Berlín?”-, de afirmaciones que exigirían probablemente algún matiz – “¿Que terminó abandonando su fe juvenil en las barricadas para confiar en el sufragio universal como mecanismo de transformación social?”-, de proposiciones cuya sustantividad no es evidente –“¿Que él y sus camaradas con frecuencia organizaban sonadas fiestas en las que corría el alcohol?”-, de enunciados no fácilmente comprensibles sin estudio y ayuda fraternal -“¿O que este ateo se las arregló para que un clérigo anglicano le casase con su de facto mujer, entonces moribunda, una católica irlandesa analfabeta?”-, causa sorpresa en mi opinión, con alegría anexa en ocasiones, algunas de las consideraciones e informaciones del gran físico y filósofo argentino vierte en su inteligente reseña.
Cuenta Bunge, por ejemplo, que su padre y él mismo estuvieron inicialmente seducidos por la engelsiana Dialéctica de la naturaleza [2] hasta el punto que su progenitor tradujo al castellano el cuerpo de texto principal, mientras que Bunge junior traducía “las abundantes notas”, seudoeruditas desde luego como el mismo Bunge apunta. Curiosamente, el autor de Epistemología concluye de esta circunstancia que “la política hace en ocasiones descarrilar a la razón”. ¿Y por qué? ¿A qué sendero intransitable llevó la política el racional dueto bungiano?
No es esa, desde luego, la sorpresa más destacable. Bunge afirma a continuación, con el coraje político-intelectual al que nos tiene acostumbrados, que la tan denostada Dialéctica de la naturaleza [3] contiene algunos aspectos interesantes. Entre ellos, el ensayo de 1876 sobre “El papel del trabajo en la transición del simio al hombre”, del que escribe un comentario que merece destacarse:
El último Bruce G. Trigger (1967), el gran antropólogo y arqueólogo canadiense, observó la importancia de este ensayo en la larga y aún irresuelta controversia sobre los mecanismos de hominización. (Elogiar a Engels en el punto álgido de la Guerra Fría requería de coraje, algo de lo que la Academia justamente carece.) Antes de Engels esta controversia había estado dominada por los idealistas, como el famoso lingüista Max Müller, que sostuvo que lo que nos hace tan especiales es el lenguaje. Esta cuestión aún se encuentra bajo discusión, pero la mayoría de los participantes está de acuerdo en que el trabajo fue el factor principal, mientras que el lenguaje vino, en comparación, mucho más tarde. (¿Está escuchando, profesor Chomsky?).
Bunge afirma que sólo tiene dos críticas al libro de Hunt.
La primera: Hunt afirma que Engels no fue sólo cientificista sino también científico. Bunge cree, en cambio, que “lo primero es correcto, pero que lo segundo sólo lo es a medias”. Engels, la expresión es también de Bunge, “tuvo una gran fe” en la aproximación científica en sus propios estudios sociales, pero, por el contrario, “sus críticas a las matemáticas y a la física revelan su profunda ignorancia en estas ciencias elementales”.
El autor de Materialismo y ciencia se está refiriendo aquí seguramente a las reflexiones filosóficas de Engels contenidas no sólo en la Dialéctica de la Naturaleza sino también en el Anti-Dühring. Ciertamente, este “científico a medias” no tuvo sus mejores momentos al adentrarse en ese campos, pero no eran un simple grano de sal sus conocimientos positivos ni su interés por las novedades en diversos y no siempre fáciles territorios científicos. Engels, es una simple señal, fue una de las mil personas que adquirió un ejemplar El origen de las especies el mismo día de su primera edición hace ahora 150 años. Por lo demás, como es sabido, también los grandes hombres y mujeres echan cabezadas de vez en cuando. Schrödinger fue un científico de primera fila y no siempre sus reflexiones filosóficas anexas están a la altura de sus aportaciones científicas. Alexandre Grothendieck, una de las almas esenciales de Bourbaki, ha sido uno de los grades matemáticos del siglo XX, con una arista política enrojecida anexa que sigue causando admiración, y no siempre sus pronunciamientos científico-filosóficos acompañaron y acompañan sus revolucionarias aportaciones matemáticas. Vandana Shiva, sin ir más lejos, es no sólo una conocedora profunda de la física del XX sino una bióloga competentísima y de extrema agudeza crítica, y tampoco en todas las ocasiones sus reflexiones sobre la ciencia masculinizada y occidentalizada están alejadas aléficamente de las viejas y ortodoxas consideraciones sobre ciencia y sesgo de clase.
La segunda objeción de Bunge: Hunt se toma a Hegel tan seriamente como Engels. El físico y filósofo argentino sostiene en cambio, hay una neta continuidad en este punto, que “aunque Hegel abordó muchos problemas importantes, lo hizo de un modo tan hermético, con tal desdén hacia la ciencia de su época, que mucha de su obra acaba por asemejarse al parloteo posmoderno”, consideración que prolonga con un curioso comentario:
Por cierto, en Alemania hubo dos Sociedades hegelianas, cada una con su propia revista, hasta la caída del Muro de Berlín: una en el Oeste y la otra en el Este. ¿Qué habrían pensado Marx y Engels sobre esta escolástica dual, que recuerda a la escisión entre los Jóvenes Hegelianos tras la muerte de aquel “poderoso pensador”? ¿Habrían repetido su frívola afirmación de que la historia se repite dos veces, la primera como tragedia y la segunda como comedia? Quién sabe. ¿Y a quién le importa ya de todos modos?
Importa poco seguramente. Poca información nos da saber si la historia se repite o no exactamente, y si la primera vez lo hace siempre como tragedia y la segunda siempre como comedia, e incluso si la reflexión metahistórica del Marx del 18 brumario es frívola o más bien una nota con limitada relevancia que hemos exprimido más de la cuenta, pero no acaba de entenderse la similitud que apunta Bunge entre las escisiones hegelianas tras el fallecimiento del autor de la Ciencia de la lógica y la existencia de dos escuelas hegelianas en una Alemania dividida, y no por voluntad e interés soviéticos, entre la RFA y la RDA.
Sea como fuere, ¿no fue más bien al revés? ¿No fue el caso que la primera escisión tuvo más bien aires cómicos, como casi todas las disputas de escuelas e ismos, y que la segunda tuvo orígenes más dramáticos e historia menos frívola?
Bunge concluye su nota apuntado que Hunt ha escrito “un libro importante y realmente ameno sobre uno de los más influyentes, interesantes, complejos, carismáticos y, hasta el momento, enigmático intelectual público en el siglo veinte” (todos los elogios son de Bunge); que el libro “podría muy bien ser usado como guión para una interesante película sobre Marx y Engels, salvo que ni Paul Muni ni Orson Welles, ni tampoco Richard Burton, se encuentran vivos ya para interpretar a los personajes” (excelente idea sin duda) y, en el ínterin, apunta el físico y filósofo argentino con ironía, nada afable esta vez:
[…] debería ayudar a los marxistas, antimarxistas y académicos sin partido a clarificar los puntos oscuros del marxismo, una mezcla de ciencia, pseudociencia, ideología y filosofía que vuelve a revivir cada vez que una crisis económica erosiona la confianza en las ideologías que proclaman la superioridad del capitalismo.
No estoy seguro que los antimarxistas tengan mucho interés en clarificar ningún punto oscuro u oscurecido del marxismo, lo contrario parece más probable y hasta ahora ha sido, por lo que se sabe, mucho más practicado. No acaba de verse la corrección lógica de esa taxonomía entre “marxistas, antimarxistas y académicos sin partido”, que parece presuponer que los primeros y segundos no son académicos o que son todos académicos militantes de partido. Pero sigue siendo muy cómodo para Bunge, y por lo demás muy popperiano, en contra de sus interesantes concepciones epistemológicas siempre críticas con muchos devaneos simplificadores del que fuera durante un tiempo asesor político-cultural de la señora Thatcher, juntar las etiquetas de ciencia, pseudociencia, ideología y filosofía y adjudicárselas -cuatro personas distintas y una sola descalificación verdadera- a una tradición que no cultiva ni ha cultivado, ni tampoco ha estimulado, la pseudociencia, que ha entendido y entiende, no sin vacilaciones en algún momento, la ideología como falsa consciencia y el marxismo como filosofar anti-ideológico, y que consideraba la filosofía tradicional, y el estilo intelectual que le era y es anexo, como una etapa cultural superable, apuntando una concepción del filosofar que unía creativamente, y sin duda con riesgos pero apuntando distinciones de interés, conocimiento de lo que hay, normatividad argumentada sobre lo que debería haber e intervención política razonada y fundamentada para unir consistentemente realidad y deseo.
El libro de Hunt, señala finalmente Bunge, “puede que incluso tiente a algún académico a escribir la largamente pospuesta evaluación objetiva del legado teorético de Marx y de Engels titulada: ¿Qué puede salvarse de los escombros del Marx-Engelsismo?”. El título, ciertamente, es sólo una sugerencia, otro simpático latiguillo bungiano. Pero, ¿es ajustado el uso de “escombros” para hablar de una tradición que vivió, y sigue viva sin duda, y no sólo en momentos de crisis y desazón capitalistas como Bunge apunta, un siglo y medio después del fallecimiento de sus -digámoslo rápido y mal- fundadores? ¿La obra de Gramsci es parte de esos escombros? ¿Todo Lenin también? ¿Rosa Luxembourg es parte de la ruina? ¿No hay nada que salvar de Mariátegui, Ernesto Guevara, György Lukács, Manuel Sacristán o de tantos otros teóricos y revolucionarios, algunos de los cuales, por cierto, fueron admiradores y estudiosos de la gran obra filosófica de Mario Bunge?
PS: Desde Materialismo y ciencia [6], autores de la tradición marxista han tomado nota de las inteligentes críticas que Bunge realizó a indocumentadas formas de entender esta categoría filosófica de amplio uso, no siempre fructífero, en escuelas hegelianas y marxistas. En lo que me alcanza, Manuel Sacristán, que tradujo para Ariel La investigación científica de Bunge, fue uno de ellos, aunque no compartiera las conclusiones que Bunge alcanzaba en su exposición.
Vuelve Bunge brevemente en su reseña sobre la temática. Recuerda en un breve apartado que “dos distinguidos biólogos de Harvard”, Richard Levins y Richard Lewontin dedicaron en 1985 The Dialectical Biologist [7] a Engels, “que se equivocó en muchas ocasiones pero la acertó en lo que contaba”. Bunge señala que Levins y Lewontin volvieron a confundir en su ensayo los ámbitos de la lógica y la ontología, confusión que, en su opinión, vicia la dialéctica tanto en Hegel como en Engels. Cita un paso del ensayo: “la contradicción material y lógica comparten la propiedad de ser procesos auto-negadores” (página 282 de la edición inglesa). Sugiero Bunge que la contradicción lógica y la “contradicción” (conflicto) material no tienen nada en común salvo la palabra “contradicción”: la primera es irreal y atemporal, la segunda es real y procesual. De hecho, algunos autores, el mismo Bunge, reservan “contradicción” para hablar de enunciados mutuamente inconsistentes –“todos los físicos argentinos son excelentes filósofos” y “algunos físicos argentinos no son excelentes filósofos” por ejemplo- y “contraposición” para referirse a conflictos materiales.
Aceptado lo anterior, no es inconcebible ni disparatada la metáfora formulada por Levins y Lewontin: la presencia de contradicciones en las inferencias de nuestras teorías, nos obligan a negar hipótesis, postulados o afirmaciones anteriores; la presencia de conflictos reales nos sugiere la posibilidad, y necesidad en ocasiones, de arbitrar nuevos escenarios que niegan (superan, trasgreden, cambian sustantivamente) el marco generador de esas contraposiciones.
Notas:
[1] http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2988
[2] Wenceslao Roces tradujo para la editorial Grijalbo la Dialéctica de Naturaleza engelsiana. Fue publicada en México en 1961 y reeditada en 1979 en OME, la colección de obras de Marx y Engels que dirigió Manuel Sacristán. Fue uno de los 11 volúmenes editados, la OME 36.
[3] Para una aproximación ajustada e informada a la obra de Engels, véase Miguel Candel, “Nota editorial sobre OME 36”, ed. cit, pp. ix-xii, y, también de Miguel Candel, “El bucle dialéctico”, prólogo de Manuel Sacristán, Sobre dialéctica. Barcelona, El Viejo Topo, 2009, pp. 11-16.
[4] Sigue siendo un texto de enorme interés, el prólogo que Sacristán escribió para su traducción castellana del clásico engesiano: “La tarea de Engels en el Anti-Dühring”. Ahora en M. Sacristán, Sobre dialéctica, ed cit, pp. 73-90.
[5] Véase Amir D. Aczel, El artista y el matemático. Barcelona, Gedisa, 2009 (traducción de Silvia Jawerbaum y Julieta Barba), especialmente pp. 157-172.
[6] Mario Bunge, Materialismo y ciencia. Barcelona, Ariel quincenal, 1981 (El capítulo IV, pp. 57-81, lleva por título “Crítica a la dialéctica”).
[7] No existe hasta la fecha, si no ando errado, traducción castellana del libro de Lewontin y Levins.

martes, 29 de diciembre de 2009

Un año después del crack bancario y financiero

François Chesnais
Revista Polis
En todos los países, una situación muy difícil para los trabajadores y los oprimidos; y a escala planetaria, una fase crítica para la civilización humana
De distintas maneras que pueden ser vistas como las “caras opuestas de la misma medalla”, la crisis económica y financiera ha sido abordada por los anticapitalistas de una manera bastante “objetivista”. Algunos han visto “el fin del neoliberalismo” para luego quedarse en un análisis de una crisis que representaría una suerte de pequeño obstáculo, por cierto grave, en el funcionamiento de un sistema económico que sin embargo, tiene vocación de estar “regulado”. Bajo esta visión, el capitalismo podría encontrar nuevamente después de “x” tiempo, con la ayuda de otro “modelo” fundado en la financiarización, las condiciones para una regulación susceptible de asegurar un crecimiento más o menos “equilibrado”. Otros, por el contrario, han propuesto interpretaciones cuya influencia, leve todavía, podemos percibir en la idea de que se trataría por último de aquella “crisis final del capitalismo” tan esperada. Producida en los años 1930 por los teóricos del Komitern durante la fase “ultraizquierda”, en donde la social-democracia era “un peligro más serio que el nazismo”, la crisis ha dejado huellas en el movimiento revolucionario, incluso en aquellos que han combatido al estalinismo toda su vida. Pero ha sido tan grave que ha conseguido alimentar reacciones que subestiman la gravedad de los verdaderos momentos de ruptura.Respecto a la crisis en curso, mi posición es la siguiente. Claramente hemos tenido que enfrentarnos a una crisis de gran importancia. Al mismo tiempo a la crisis de un régimen de acumulación de dominancia financiera y de condiciones históricas transitorias que aseguraron a los Estados Unidos una hegemonía sin reparto. La crisis tiene como sustrato una elevada sobreacumulación del capital y una fuerte sobreproducción. El unificado nivel de análisis realmente pertinente es mundial. En determinados países, algunos sectores (como el inmobiliario y la construcción en Estados Unidos, en el Reino Unido y en España) o en algunas industrias (la automovilística en los países constructores tradicionales), están en sobrecapacidad al mismo tiempo de manera visible y como consecuencia de políticas nacionales. En otros países, la sobreacumulación y la sobreproducción existen por rebote (la máquina herramienta alemana por ejemplo). Estas sobrecapacidades están al mismo tiempo al centro de la crisis y al centro de la lucha entre el capital y el trabajo. Estamos en un punto todavía inicial en el desarrollo de lo que será un proceso mundial que se desarrolla con muchos accidentes durante años. El momento actual de “retoma económica” (recovery) que tanto exhibe el personal político y los grandes medios y cuya función es el estrecho control de la “opinión publica”, no anuncia para nada el fin de la crisis que se abrió en forma de crisis financiera en julio-agosto 2007 y que se transformó un año después en recesión mundial. Evidentemente, es imposible prever en cuantos años y en que configuración mundial la larga crisis podría terminarse. En cambio, es posible y necesario presentar, porque hay suficientes elementos para hacerlo, un enfoque para la comprensión del capitalismo, un poco distinto al que domina en los anticapitalistas. A mi modo de ver, muchas cosas que han marcado el desarrollo de la crisis desde septiembre 2008, tienen el valor de advertencia política.El capitalismo tal como lo comprendo hoy en díaLa comprensión del capitalismo supone primero caracterizarlo correctamente. El capitalismo no es simplemente un sistema desigual e injusto, un sistema marcado por disfuncionamientos, puesto que reposa en la propiedad privada y en una apropiación masiva de trabajo no pagado que adquiere principalmente la forma de una plusvalía que nace en la empresa capitalista. No se puede analizar tranquilamente las leyes de desarrollo y estudiar las contradicciones “a distancia”, con un “objetivismo” económico que haga lo mismo que los economistas neoclásicos. El movimiento del capitalismo está ordenado por una potencia social particular, es decir, una gigantesca acumulación de dinero convertido en “capital” o que aspira a serlo. Esta potencia social tiene dos particularidades. Primero la de autonomizarse frente a la sociedad, alzarse frente a ella, a medida que se refuerza gracias a largas fases de acumulación ininterrumpidas (como la que se inició durante la Segunda guerra mundial). Y después, la de ser incapaz de concebir que su expansión pueda tener algún límite.Cada generación, pero también cada militante-investigador, dice Marx, de vez en cuando, tanto por el hecho de la evolución histórica como de su propia experiencia. Hoy en día, el Marx que me influencia es el que escribe en los Manuscritos de 1857-58 que “el capital, en tanto representa la forma universal de la riqueza – el dinero-, es la tendencia sin término y sin medida para superar su propio límite”1. O incluso en palabras del Capital, que refiere a una “circulación del dinero como capital (que) posee su objetivo en sí misma; pues no es sino por ese movimiento siempre renovado que el valor continúa a hacerse valer. El movimiento del capital entonces no tiene límite. Es en tanto representante, como soporte consciente de ese movimiento que el poseedor de dinero deviene capitalista. Su persona, o mas bien su bolsillo es el punto de partida del dinero y su punto de regreso. El contenido objetivo de la circulación A-M-A', es decir la plusvalía que cría el valor, tal es su fin subjetivo, íntimo. Es solo en tanto que la apropiación siempre creciente de la riqueza abstracta es el único motivo determinante de sus operaciones, que funciona como capitalista, o, si se quiere, como capital personificado, dotado de consciencia y de voluntad” 2. Estamos entonces enfrentados a un sistema que incluso cuando está confrontado a la sobreacumulación y a la sobre producción, a una situación donde la masa de plusvalía producida por las empresas no puede ser realizada, no por ello deja de manifestar su ilimitada sed de plusvalía. Los obstáculos encontrados no hacen sino exacerbarla. Es lo que nos enseña la crisis ecológica. Nos enfrentamos a una potencia social autonomizada que ya no puede más, de manera consustancial, aceptar los límites impuestos por un mundo terminado, de los recursos en vía de rarefacción que habrá que planificar respecto a su uso en el plano mundial, una biósfera que ha demostrado ser de una extrema fragilidad. Los que gobiernan, los dirigentes de grandes bancos de inversiones, las sociedades transnacionales y el alto personal político son los “representantes, los soportes conscientes de ese movimiento sin límite”. Se comprende por qué, al menos por el momento, en el plano de las emisiones de gas con efecto invernadero responsables del cambio climático, las advertencias de los científicos solo han logrado medidas de pura fachada destinadas a calmar a una parte de la población de los países ricos que han comenzado a tomar consciencia de la situación, sin vincularla al problema del capitalismo como tal.Se trata posteriormente de comprender que el capitalismo es también un sistema de dominación social. En la cima de ese sistema de dominación se ubican las oligarquías capitalistas y burocrático-capitalistas, ellas mismas jerarquizadas en el plano mundial. Estas se han volcado enteramente hacia la preservación y el crecimiento de la riqueza que a la vez es razón de ser y centro de la dominación. No hay necesidad de explicar a dichas oligarquías que “la historia de la sociedad hasta nuestros días solo ha sido la historia de la lucha de clases”. Para ellas, hay algo inscrito allí en los genes de la aplastante mayoría de cada uno de sus miembros. Hay momentos en que la característica del sistema de dominación social a preservar, es el que gana completamente. Por supuesto, es el caso de las revoluciones – revolución alemana de 1918, revolución de 1936 en España, Chile en 1973. Pero esta dimensión resurge también en graves tiempo de crisis económica y financiera. Ella provoca un activismo agudo de los dominantes en defensa del sistema económico. Las crisis económicas son vividas por las oligarquías como amenaza y como oportunidad. Las amenazas son las del debilitamiento en favor de una grave crisis de legitimidad del sistema y de la suya, pudiendo conducir hasta acciones más o menos intensas de contestación en una parte de los asalariados y de la juventud. Para cada oligarquía “nacional” particular, también está la amenaza de ver a tal o cual rival reforzar sus posiciones en su desmedro. Las oportunidades son inversas: posibilidad acrecentada, en el momento en que la crisis golpea a asalariados y oprimidos por sorpresa; momento en que se hace más fácil para la competencia inter-capitalista, para los “ganadores” en potencia el llenar de posiciones a sus rivales.Golpear contra los explotados, encontrar las condiciones de una vuelta a la “normalidad”Durante el último año de reflejo de reproducción de la dominación surgieron dos líneas de conducta complementarias. Aprovechar la ocasión ofrecida de golpear nuevamente contra los asalariados y los explotados. Y encontrar las condiciones de regreso a la “normalidad” lo más rápidamente posible. Para unos esta “normalidad” debe ser la del statu quo ante . Para otros, este regreso a las condiciones de crecimiento “normal” solo puede hacerse sobre la base de una configuración nueva de la que serán beneficiarios.El estallido de la crisis financiera en julio-agosto 2007 ya ha llegado a los círculos dirigentes mundiales –y al Partido comunista chino (PCC)- muy ampliamente y en ciertos casos totalmente por sorpresa 3 . Porque no la vieron llegar. Una vez la crisis financiera comenzada, esperaron mucho tiempo antes de medir la gravedad. Para convencerse les bastó con abrir el libro de Alan Greenspan 4 . Los financistas operaban con la ayuda de modelos que prácticamente excluían las posibilidades de una crisis. Los círculos políticos dirigentes de la oligarquía mundial vivían en un estado de quietud fundada en la idea de que el “comunismo” había sido derrotado, los asalariados plenamente integrados y sometidos al sistema en calidad de “consumidores” y el mercado reinstalado en su plena función auto reguladora. Después hubo un período de doce a trece meses entre el comienzo de la crisis financiera y la quiebra del 15 de septiembre 2008 del banco de inversiones Lehman Brothers. La crisis financiera ha sido considerada como seria, pero todavía controlable por medio de recursos, ciertamente intensivos, de instrumentos de intervención “normales” de los Banco centrales y los gobiernos. La idea de una socialización completa (por medio del impuesto) de las pérdidas de las instituciones financieras que hubieran hecho operaciones de alto riesgo, tuvo todavía resistencias aunque éstas fueron disminuyendo. La salvada del banco Bear Sterns en marzo de 2008 fue nuevamente organizada sobre la base de un “reparto público-privado”. La decisión de dejar a Lehman Brother quebrar, fue considerada como emanada de un riesgo limitado 5.Todo cambió a partir de la semana del 15 de septiembre. En esta se vio como en tres días se puso en pie el Plan Paulson y la redacción del proyecto de ley necesario para la autorización por el Congreso de su puesta en obra. Al comienzo se trataba de asegurar a cualquier precio la salvación de bancos muy grandes y sin embargo responsables del comienzo de la crisis y permitirles comprar a los más pequeños. Conducidos por Gordon Brown, los principales países europeos actuaron exactamente de la misma manera. Entre fines de septiembre 2008 y marzo-abril 2009 sumas cada vez mas colosales fueron inyectadas por la Fed y el Tesoro como por gobiernos europeos. Fue necesario rápidamente preguntarse sobre su monto como sobre la frecuencia de las intervenciones. Pasado el momento crítico de fines de septiembre, donde el objetivo era evitar la caída del sistema financiero, se hizo evidente que el monto de las sumas concernidas y los mecanismos puestos a funcionar por las autoridades monetarias apuntaban menos a regresar al crédito (tema central del discurso oficial) que a la limitación del monto de las pérdidas de ganancia estrujadas por las instituciones financieras portadoras de capital ficticio y luego la implementación de medidas que preparan la vuelta de la ganancialidad. La principal de todas es un nivel de tasas de préstamo de las Bancas centrales a las instituciones financieras cercana a cero en Estados Unidos y en el Reino Unido y muy bajo en la zona euro.La salvada de los bancos permitió la acentuación de la guerra de clase por parte del capital. Aquí yo hablaré sobre todo del caso de Francia. Estamos frente a una organización muy programada de la cesantía, de la sobreexplotación en lugares de trabajo y donde uno de los efectos ha sido una multiplicación de los suicidios en el trabajo (sería mas justo hablar de asesinatos), de fuerte agravación del peso de la fiscalidad sobre los salariados y de aceleración del movimiento de privatización del sector público (el Coreo, los hospitales públicos, los servicios municipales). La sobreacumulación en la filial automovilística ya la hemos mencionado antes. Los grandes fabricantes europeos de neumáticos (Michelin, Continental, Goodyear) eligieron deslocalizar hacia India y China, provocando cientos de despidos. En el caso de los constructores que acumularon retrasos frente al alza de los productores asiáticos, la vía de deslocalización está cerrada. A fines de permitirles proceder a la destrucción de sus capacidades excedentarias, los gobiernos les entregaron ayudas directas muy importantes (el caso de general Motors y de Chrysler en Estados Unidos, de Renault y de Peugeot en Francia, de Volkswagen y de Opel en Alemania, etc.). Los cierres y los despidos se hacen en las mejores condiciones posibles para los accionistas, es decir no renovando los contratos de los trabajadores temporeros en las fábricas de ensamblaje (sin finiquitos a pagar) y golpeando a los fabricantes de equipos eléctricos o electrónicos de la industria (Valéo, Heuliez) y especialmente los pequeños y medianos subcontratados especializados (Reiter, Fauricia, Molex). Los planes de despidos, generalmente importantes, se han multiplicado en las filiales de grupos extranjeros (Caterpillar, Sony, Philips, etc.). Aquí la recesión mundial solo ha conseguido acelerar la implementación de proyectos ya preparados. La crisis ha dado a los grupos industriales transnacionales, una razón de redespliegue de sus actividades hacia otros países y continentes.En Francia los trabajadores enfrentan un desafío de cesantía masiva de un tipo que no habían conocido desde hace tres cuartos de siglo. Se enfrentaron en condiciones inéditas a una internalización muy avanzada de la producción industrial. Para ellos es prácticamente imposible concebir soluciones de autogestión a la manera argentina. Las respuestas solo podían ser europeas. Los trabajadores están conscientes. Durante el tiempo que sentirán que no han tenido respuesta, aun poco claras frente a esta situación, no llevarán la acción más allá de las formas circunscritas en el contenido y la duración. Es ahí que se sitúa uno de los principales intereses políticos del momento actual. Sobre todo cuando las confederaciones sindicales y la mayor parte de los sindicatos que se reúnen han acentuado siempre mas su cooperación con los patrones y su integración al Estado. A instancias de los partidos socialdemócratas o socialistas, desde hace años que llaman a la clase obrera a no pensar en otra cosa que en una “adaptación” al estado de cosas, y en este caso a la mundialización surgida de la liberalización y de la desreglamentación y a las nuevas formas de explotación provenientes del encuentro entre los políticos neoliberales y las potencialidades para el capital de tecnologías de la información. En Francia, un primer salto de gran importancia simbólica ha sido la adhesión de la CGT a la Confederación sindical europea (CES), que es un mecanismo de las instituciones de la Unión europea. Un segundo fue la aceptación de todas las confederaciones a la invitación hecha por Nicolás Sarkozy de reunirse con él incluso antes de que asumiera oficialmente. En cada movilización, en cada combate, los asalariados se encuentran confrontados a intervenciones sindicales que paran el movimiento, que entregan la iniciativa al Estado y a los patrones cada vez que los trabajadores comienzan a disputarla. Tratándose de Francia, esta ha sido por ejemplo la experiencia de las dos grandes jornadas de acción y de manifestación de enero y de marzo 2009.El intento de regreso lo más cerca posible del statu quo anteEl ejemplo de Francia puede declinarse en las particularidades propias de cada país en todas partes del mundo. El capital ha reforzado sus posiciones en la lucha de clases, mientras que paralelamente la salvada de los bancos, la ayuda entregada a los grandes grupos industriales y especialmente las inversiones efectivas masivas de China en infraestructuras ferroviarias y ruteras, han creado la base que permite al personal político y a los medios anunciar el “fin de la recesión”. Es en este contexto que el G20 de Pittsburg se ha mantenido con una agenda de ensayo de regreso lo más cercana posible al statu quo ante.El principal elemento a retener es el anuncio de la desaparición definitiva del G8 en provecho del G20. Hay allí un reconocimiento del lugar que ahora ocupa China e India, así como para las grandes economías proveedoras de materia básica, con Brasil a la cabeza, en la configuración económica-política del sistema capitalista mundial. La elevada dependencia de Estados Unidos frente a China en el plano financiero para el financiamiento del déficit público y el plan comercial para el aprovisionamiento en bienes manufactureros poco complejos, exigió hace tres años la instauración de una suerte de foro de diálogo permanente entre ambos países. La institucionalización del G20 permite integrar este cara-a-cara en un marco más amplio que salva la faz de los capitalistas europeos al mismo tiempo que permite principalmente a Brasil y a la India gritar victoria. Es en desmedro de los países europeos que se hará la modificación de los derechos de voto al FMI. El problema que se plantea para los asalariados y la juventud de Europa es si deben dejarse llevar o no por la decadencia social que acompañará más fuertemente la caída del capitalismo europeo.Para el resto, la reunión de Pittsburg muestra que las posiciones del capital financiero 6 , convertido en sector dominante al centro del capital a partir de los años 1978-1982, siguen siendo fuertes. La ayuda masiva entregada a los bancos y a los fondos de inversiones en septiembre-octubre 2008 traduce ya la fuerza social y política de los accionistas-propietarios de bancos y empresas, de administradores de fondos y dirigentes industriales pagados en stock-opciones. El éxito de la salvada les permitió preservar su dominación. La adopción por parte del G20 de nuevas “reglas” estadounidenses y de propuestas un poco más “coactivas” de Alemania y de Francia en materia de remuneración de traders, es la expresión más simbólica. Los paraísos fiscales salen indemnes. Apenas un 5% firmaron acuerdos de cooperación. Y estos no los comprometen mucho puesto que los bancos y los fondos especulativos no quedarán impedidos de hacer operaciones marcadas por el fraude y la evasión fiscal. La publicidad en torno a las cuentas de la Unión de bancos suizos (UBS) no debe ocultar el hecho de que incluso para Suiza el secreto bancario permanece prácticamente intocable.Detrás de la estabilización obtenida gracias a la salvada de los bancos y a los planes de relanzamiento, probablemente se ocultan, sobre todo en las profundidades del sistema financiero, elementos susceptibles de provocar nuevos momentos de aguda crisis. Pero parece probable que el bloqueo exitoso del proceso de transformación de la recesión en profunda depresión, abra el camino a un largo período de crecimiento mundial “blando” con tasas promedio débiles o extremadamente débiles. El último informe del FMI estaba hecho de investigaciones históricas por el staff de Fondos relativos a los efectos de la crisis económicas y financieras de las cuatro últimas décadas 7 . Ha habido indudables excepciones, como la del krack del Nasdaq del 2001 o la creación masiva del crédito hipotecario por Alan Greenpan que rápidamente relazó la economía estadounidense. Pero el estudio retrospectivo muestra que en promedio, siete años después del estallido de las crisis estudiadas, el nivel del PIB era un 10% inferior al que habría podido llegar sin la crisis. Tratándose de la crisis actual, el FMI nos dice que “las proyecciones actuales de la producción a mediano plazo son efectivamente muy inferiores a las de antes de la crisis, lo que las inscribe en una lógica de pérdida permanente de producción potencial. La inversión ya ha retrocedido claramente, sobre todo en los países tocados por las crisis financieras e inmobiliarias. El alza de tasas de capital físico puesto al revés, por el hecho que las empresas han quebrado o se reestructuran, reducen los stocks de capitales efectivos. Además, la cesantía debería permanecer alta a mediano plazo en varios países avanzados. En la zona euro, por ejemplo, la tasa de cesantía debería ser cercana a un 12% en 2010 y solo disminuir progresivamente a 9% en 2014. Contrariamente, en Estados Unidos, donde el mercado del trabajo es más flexible, la cesantía debería caer de un alza de aproximadamente 10% en 2010 a 5% en 2014”8.Hacia una superposición entre los efectos de la crisis económica y los del cambio climáticoLos resortes de la acumulación de los diez últimos años se rompieron: un endeudamiento masivo de los hogares y el caso de Estados Unidos, del Reino Unido y de numerosos países del “modelo anglosajón”, una especulación inmobiliaria desatada, que deja tras ella a Estados Unidos, pero también a países como España o Irlanda un elevado stock de viviendas vacías; una acumulación industrial mutada en el plano mundial sobre todo por inversiones en Asia del este y del sur-este dirigidas a la exportación. Semana tras semana, las principales publicaciones financieras de Nueva York y de Londres se inquietan por la capacidad y la voluntad de los dirigentes chinos de hacer como si la demanda de consumo interior aumenta. Pero eso supondría la instauración del derecho de organización sindical y la legalización de las huelgas, cuyo cuestionamiento a la vez del monopolio político del PCC y el nivel de ganancia que la nueva oligarquía capitalista considera como “normal”. En los países industrializados las medidas de “relanzamiento” reposan en un endeudamiento muy alto de todos los gobiernos. Su dilema es saber en que momento podrán hacer soportar el peso a los asalariados sobre los que pesa la fiscalidad, sin debilitar el consumo. En los países más pobres, los graves problemas alimenticios provocados por las políticas agrícolas y comerciales implementadas desde hace veinte años por la OMC y el Banco mundial y agravados por la especulación financiera, fusionan como en África del este con los primeros impactos mayores del cambio climático.Por el momento, a casi ya dos años del comienzo de la crisis, lo que predomina completamente en los gobernantes es un pensamiento político dominado por el slogan thacheriano “there is no other system, there are no alternatives”. Es cierto en el plano económico. Pero es respecto a la cuestión ecológica que esta visión tiene consecuencias más dramáticas. En efecto, una de las formas de declinación del leimotiv “there is no alternative” atañe al modo de vida “occidental”, las formas de producción, de transporte y de consumo a muy alta intensidad en energía que el capitalismo ha proyectado mundialmente. Ellas serían constitutivas del “American way of life”, tal como lo declaró G.W. Bush durante su primer mandato. Ellas también serían las únicas formas de la modernidad, el único objetivo que China e India podrían fijarse. Los beneficiarios de este discurso son los grupos industriales comprometidos en la valorización del capital por la producción y la venta de energía, de automóviles y de camiones, de construcción de autopistas, etc. Ubicados balo la égida de financistas (en el enfoque pospuesto más arriba), estamos en presencia de un bloque industrial tan poderoso como el bloque militar-industrial estudiado clásicamente por la izquierda. Este tiene todo que perder en un “decrecimiento”. Bajo múltiples formas pesa ya y pesará siempre más sobre las negociaciones intergubernamentales cuya próxima etapa es la conferencia sobre el clima de Copenhague.La hipótesis de la superposición creciente entre los efectos de una larga recesión económica mundial y los del cambio climático, debe ser entonces abordada seriamente. En este plano el interés del problema “ecológico” es el de la perennidad de ciertas condiciones “naturales” necesarias a la reproducción social que dependen de la biósfera y de los numerosos ecosistemas cuya gran fragilidad conocemos hoy en día (corrientes marinas, glaciales, bosques primarios, etc.). La cuestión ecológica es inmediatamente “social” en ese sentido básico y radical en un número creciente de partes del mundo 9 . Los efectos del cambio climático son ya desastrosos para los habitantes autóctonos del Ártico, de Groenlandia, del Himalaya y de ciertas partes de los Andes, para los pastores del Este africano o los insulares de los pequeños Estados del Pacífico (amenazados de inmersión)10. Así el problema ecológico concierne a las bases mismas de la civilización por poco que esta sea comprendida como si fuese planetaria. El hecho de que por el momento sus efectos sociales se manifiesten de manera desigual y diferenciada en el espacio mundial, plantea grandes dificultades políticas. En los países del centro del sistema capitalista mundial la amenaza parece aun lejana y por tanto abstracta para la enorme mayoría de los responsables sindicales como para la mayor parte de los asalariados. Eso también vale para muchos militantes anticapitalistas. Muy a menudo lo que más hay es una escucha dedicada de las explicaciones sobre los estrechos lazos que existen entre la “cuestión social” y la “cuestión ecológica”.De ahí la extrema importancia que se haya levantado en el mundo francófono con Isabelle Stengers, la voz de una filósofa comprometida que alega para que se produzca lo antes posible una ruptura radical en el pensamiento de la emancipación 11 . Una ruptura que se ha vuelto indispensable para la entrada de la humanidad en un nuevo período de la historia de la barbarie capitalista, la de catástrofes ecológicas y de sus consecuencias en términos de clase. Estas quedaron plenamente a descubierto cuando el huracán Katrina desoló Nueva Orleans. La importancia de la toma de decisión de Stengers, me llevó a contribuir para darla a conocer 12 . Su libro nos dice la autora, está dirigido a “quienes nunca se han sometido a las evidencias del primer período de esta historia y para los cuales esta productora de explotación, de guerras, de desigualdades sociales cada vez más crecientes, define ya la barbarie” (p. 18). Estos militantes y estos resistentes deben desde ahora agregar a las amenazas específicas de la barbarie que nacen del hecho que diversas manifestaciones, tan graves socialmente unas como otras, que son resultado del cambio climático, se producirán en un contexto marcado de punta a cabo por las relaciones de clases capitalistas. “Nada, dice Isabelle Stengers, es tan difícil como aceptar la necesidad de complicar una lucha ya tan incierta, cuando se enfrenta con un adversario capaz de obtener ganancia de cualquier debilidad, de cualquier buena voluntad ingenua” . El objeto de este libro es “hacer sentir que sería por lo menos desastroso rechazar esta necesidad” .La perspectiva de tener que enfrentar la superposición entre una crisis económica muy larga y las manifestaciones de la crisis climática es muy fuerte. Isabelle Stengers nos ayuda un poco a enfrentarla. Frente a un problema como este, nos dice, lo que importa es la capacidad de fabricar respuestas colectivamente. “Una respuesta no es reducible a la simple expresión de una convicción. Ella se fabrica” (p. 135). Esta es realmente la tarea. Se trata primero decir lo que es (“solo la verdad es revolucionaria”), luego de liberar la potencia de experimentación colectiva de los asalariados-ciudadanos, cualquiera sea la estructura (asociación, agrupación aun la mas informal o partido político) en la cual han elegido comprometerse. Es al menos una de las vías hacia la “fabricación de una convicción colectiva” en cuanto a la necesidad y la “factibilidad” de la emancipación en las condiciones del siglo XXI, sabiendo que la realización de este objetivo chocará inevitablemente, como en el pasado, con el problema de la propiedad y por lo tanto del poder político.BibliografíaChesnais, François y Serfati, Claude (2003), «Les conditions physiques de la reproduction sociale» en Harribey, J-M. y Löwy, Michael (bajo dirección de), Capital contre nature, Actuel Marx Confrontation, Presses Universitaires de France, Paris.FMI (2009), Perspectives de l'économie mondiale, versión resumida francesa, Washington D.C., octobre 2009.Greenspan, Alan (2007), The Age of Turbulence: Adventures in a New World , The Penguin Press, New York, N.Y.Groupe International de Travail pour les peuples autochtones (2009), Changements climatiques et peuples autochtones, L'Harmatan, Paris.IMF (2009), World Economic Outlook , Washington D.C., October 2009.Marx, Karl (1980). Manuscrits de 1857-58, Editions Sociales, Paris.Marx, Karl (1974), Le Capital, livre I, Editions Sociales, Paris.Séminaire d'Etudes Marxistes (2006), La finance capitaliste , Collection Actuel Marx Confrontations, Presses Universitaires de France, Paris.Stengers, Isabelle (2009), Au temps des catastrophes. Résister à la barbarie qui vient, Editions Les Isabelle mpêcheurs de penser en rond/La Découverte, Paris.Notas 1 Marx, Manuscrits de 1857-58, Editions Sociales, Paris, 1980, vouúmen I, p. 273. 2 Marx, Le Capital, livre I, Editions sociales, t.1, pp. 156-157. 3 En septiembre 2008, China tenía todavía préstamos en curso con dos gigantes estadounidenses del refinanciamiento de créditos hipotecarios, Fannie Mae et Freddie Mac, de unos 395,9 miles de millones de dólares. 4 Alan Greenspan, The Age of Turbulence: Adventures in a New World. 5 Hay grandes sospechas respecto al rol de Goldman Sachs. Hay que dejar que los historiadores determinen la amplitud de su intervención en la decisión. 6 Por capital financiero, hay que entender lo que Marx designa con el término «portador de interés». Ver mi capítulo en el libro colectivo que se publicará es español en la revista Herramienta en Buenos aires en noviembre 2009, «La preeminencia de la finanza al interior del ‘capital en general', el capitulo ficticio y el capital ficticio y el movimiento contemporáneo de mundialización del capital», en Séminaire d'Etudes Marxistes, La finance capitaliste , Collection Actuel Marx Confrontations, Presses Universitaires de France, Paris, 2006. 7 IMF, World Economic Outlook, Washington D.C., October 2009, chap. 4. 8 FMI, Perspectives de l'économie mondiale, versión resumida francesa, Washington D.C., octobre 2009, pág. 35. 9 Ver François Chesnais et Claude Serfati, « Les conditions physiques de la reproduction sociale », in J-M. Harribey et Michael Löwy (bajo dirección de), Capital contre nature, Actuel Marx Confrontation, Presses Universitaires de France, Paris, 2003. En este trabajo el gran retraso en la crítica marxista hasta una data reciente es reconocido y se busca una explicación. 10 Ver por ejemplo, Changements climatiques et peuples autochtones , Groupe International de Travail pour les peuples autochtones, L'Harmatan, Paris, 2009. 11 Isabelle Stengers, Au temps des catastrophes. Résister à la barbarie qui vient, Editions Les Empêcheurs de penser en rond/La Découverte, Paris 2009. 12 Mi presentación de su libro publicado en la versión electrónica de la revista Contretemps (www. contretemps.eu) ha sido traducida al castellano y publicada en la Revista Herramienta N° 42, octubre 2009. Ver François Chesnais “Socialismo o barbarie”: las nuevas dimensiones de una alternativa”.http://www.revistapolis.cl/polis%20final/24/art03.htm

lunes, 28 de diciembre de 2009

Pablo Neruda regresa al Parlamento

Mario Amorós
Mundo Obrero
El Partido Comunista de Chile ha obtenido tres escaños en la Cámara de Diputados en las elecciones legislativas celebradas el 13 de diciembre junto con las presidenciales. Se trata de los camaradas Guillermo Teillier (presidente del PCCh), Lautaro Carmona (secretario general) y Hugo Gutiérrez, uno de esos tenaces abogados de derechos humanos que, junto con otros compañeros como Eduardo Contreras, Fabiola Letelier o Nelson Caucoto, ha logrado romper la impunidad de los represores de la dictadura militar.
La elección de tres diputados comunistas, gracias al acuerdo instrumental suscrito por el PCCh y la Concertación (coalición de socialistas y socialcristianos que gobierna el país desde 1990) para romper la ley electoral impuesta en su día por Pinochet para excluir a la izquierda del Congreso Nacional, tiene un hondo significado político e incluso emotivo. En la noche electoral, cuando se confirmó la victoria de Teillier en los populares municipios de San Miguel, Pedro Aguirre Cerda y Lo Espejo (en la región metropolitana de Santiago), los militantes, simpatizantes y dirigentes reunidos en el Comité Central entonaron los versos de La Internacional.
Y no era para menos después de la brutal represión fascista que asesinó a dos direcciones clandestinas enteras en 1976 y a centenares de militantes, de los años de zafio anticomunismo, de una Transición pactada por las fuerzas reformistas y la dictadura bajo los auspicios de Washington. A partir del próximo 11 de marzo tres comunistas volverán a ocupar asiento entre los 120 escaños de la Cámara de Diputados, algo que no sucedía desde septiembre de 1973, cuando el Partido tenía 26, además de 9 senadores (de 50), entre ellos compañeros como Luis Corvalán, Volodia Teitelboim, Jorge Insunza o Gladys Marín.
Asimismo, el candidato presidencial de la izquierda, el socialista allendista Jorge Arrate, logró la mejor votación alcanzada desde el final de la dictadura por este sector, el 6,21% de los votos, un porcentaje estimable, pero también revelador del amplio camino que queda por recorrer en Chile para convertir a la izquierda de nuevo en alternativa de poder. En todo caso, el apoyo alcanzado por Arrate, que se nutre esencialmente del electorado comunista, será decisivo para la próxima batalla que enfrentan las fuerzas democráticas en Chile: derrotar a la derecha en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que tendrá lugar el 17 de enero y enfrentará al conservador Sebastián Piñera y al democratacristiano Eduardo Frei, candidato de la Concertación.
El proceso de descomposición que sufre la Concertación, confirmado por el 29% logrado por Frei el 13 de diciembre y el sorprendente 20% alcanzado por el díscolo Marco Enríquez-Ominami (ex militante socialista), abre, sin embargo, un proceso político interesante. El 19 de diciembre el Comité Central del PCCh aprobó pedir el voto para Eduardo Frei en la segunda vuelta tras aceptar éste los doce puntos programáticos que le presentaron. Frei es consciente de que sólo podrá gobernar a partir del 11 de marzo si es capaz de construir una nueva mayoría política, que rebase las fronteras de la Concertación e incorpore propuestas de calado de la izquierda, esencialmente la elaboración de una nueva Constitución que sustituya a la heredada de la dictadura.
Porque no será un trago fácil para muchas personas de izquierda votar por este candidato el 17 de enero. A la hostilidad de la Democracia Cristiana chilena hacia los gobiernos de Evo Morales y, sobre todo, Hugo Chávez, se une el balance de su anterior mandato presidencial (1994-2000), caracterizado por su adhesión acrítica al modelo neoliberal y su intensa labor diplomática para lograr el retorno de Pinochet de Londres.
Sin embargo, una victoria de la derecha (sería la primera en unas elecciones presidenciales desde 1958 y la segunda desde 1932) significaría un retroceso hasta los tiempos de la dictadura, porque se restaurarían las políticas económicas neoliberales más ortodoxas y en materia de política internacional el gobierno de Piñera podría convertirse en otro puñal del imperialismo en el corazón de América Latina.
El próximo 11 de marzo el Partido Comunista, la principal fuerza de la izquierda chilena, regresará al Parlamento. Con él las luchas y las exigencias de los trabajadores y el pueblo volverán al centro de la política nacional. Ayer con Neruda, Volodia y Gladys, hoy con Guillermo, Lautaro y Hugo. Pero antes, de cara al 17 de enero, se apresta a construir un programa político que permita la unidad de las fuerzas democráticas e impida el retorno al oscurantismo.
El 18 de junio de 1947 el senador Pablo Neruda tomó la palabra para defender la lucha del Partido Comunista junto al pueblo. Eran los meses previos a la aprobación de la ley que decretó la ilegalización del Partido y la persecución de sus militantes, entre ellos el poeta, que tuvo que partir al exilio a caballo por los abruptos pasos de la cordillera andina. “El Partido Comunista –proclamó Neruda en el Senado- ha surgido de las entrañas del pueblo y ha sido una fuerza fundamental en el progreso social, en la defensa de la soberanía de la patria y en la educación cívica de las masas populares… Los comunistas chilenos seguiremos con mayor firmeza la lucha en nuestro territorio por una vida más digna para el pueblo de Chile y saludamos la lucha de todos los pueblos por su liberación en todos los puntos de la tierra”.
El 11 de marzo Pablo Neruda regresará al Parlamento chileno y, con él, Luis Emilio Recabarren, Elías Lafferte, Ricardo Fonseca, Galo González, Julieta Campusano, Eduardo Miño, Luis Alberto Corvalán, Víctor Jara, Enrique París, Víctor Díaz, Fernando Ortiz, José Manuel Parada, Daniel Menco, Ramona Parra, José Weibel, Volodia Teitelboim y miles y miles de comunistas anónimos que consagraron y consagran su vida a construir el socialismo en Chile.

domingo, 27 de diciembre de 2009

“Socialismo o barbarie”: las nuevas dimensiones de una alternativa

François Chesnais
Revista Herramienta Nº 42
En el sitio web de Contretemps puede leerse un capítulo del último libro publicado por Isabelle Stengers: Au temps des catastrophes. Résister à la barbarie qui vient [“En tiempo de catástrofes. Resistir la barbarie que se aproxima”].[1] Pasados más de dos meses de subido, ese capítulo (de lectura libre) no había merecido comentarios, ni había recibido muchas visitas. En general, el libro parece haber provocado pocos artículos polemizando con las posiciones expuestas y, hasta donde yo sepa, ninguno proveniente de los anticapitalistas. Sin embargo, el libro se dirige a ellos, diría que en primer lugar. La escasa reacción parecería confirmar el temor manifestado por la autora. Ella anticipa que frente a la amenaza climática “se proponen llamados a la Unión Sagrada” por el capital bajo las imágenes de “el Empresario”, “el Estado” y “la Ciencia”, con “las acusaciones de traición que automáticamente acompañan esas convocatorias”. Pero lo que más teme Isabelle Stengers es
Que esto sólo incite a quienes resisten a constatar de labios para afuera que el calentamiento es efectivamente un “problema nuevo”, constatación inmediatamente seguida de la demostración de que ese problema, como todos los demás, debe ser cargado en la cuenta del capitalismo y luego por la conclusión de que lo importante es mantener el rumbo, sin dejarse confundir por una verdad que no debe perturbar las perspectivas de lucha.[2]
Sería efectivamente desastroso que la crisis por el cambio climático y sus implicaciones tengan tal gravedad que los habituales lectores de estos temas vacilen en sacar las debidas conclusiones o se callen después de la lectura. Porque puede haber discrepancias, como más adelante se verá, sobre algunas propuestas de Isabelle Stengers a nivel de la acción política en general. Pero en tal caso hay que expresarlas, para que sea posible iniciar un debate.
En septiembre de 2008 sostuve, primero en una exposición en Buenos Aires y luego en la revista Inprecor, que
En mi opinión, en esta nueva etapa, la crisis va a desenvolverse de tal modo que las primeras y realmente brutales manifestaciones de la crisis climática mundial que hemos visto van a combinarse con la crisis del capital en cuanto tal. Entramos en una fase que plantea realmente una crisis de la humanidad, dentro de complejas relaciones en las que están también los acontecimientos bélicos, pero lo más importantes es que, incluso excluyendo el estallido de una guerra de gran amplitud que en el presente solo podría ser una guerra atómica, estamos enfrentados a un nuevo tipo de crisis, a una combinación de esta crisis económica que se ha iniciado con una situación en la cual la naturaleza, tratada brutalmente y golpeada por el hombre en el marco del capitalismo, reacciona ahora de forma brutal. Esto es algo casi excluido de nuestras discusiones, pero que va a imponerse como un hecho central.[3]
En aquella ocasión no había destacado las palabras que ahora pongo en negrita. El libro de Isabelle Stengers me lo permite. Yo abordé las cuestiones ecológicas como un lector de Marx que desde hace mucho presta especial atención a lo que en su obra puede ayudar a comprender la acumulación o más exactamente la expropiación primitiva, el carácter de clase de las tecnologías producidas en el marco capitalista y todo lo que en El capital anuncia el proceso de transformación de las “fuerzas productivas” en “fuerzas destructivas”. Isabelle Stengers asumió como uno de sus principales objetos de estudio a la investigación y la ciencia. Y con esa autoridad pudo darle nombre a esa “reacción brutal de la naturaleza maltratada”. Ese nombre es “intrusión de Gaia”. Después de leer su libro, me siento menos solo ante esta cuestión. También compruebo que la idea de esta intrusión atemoriza. “Gaia” obliga a reconsiderar las razones fundantes del compromiso revolucionario (terminado el “futuro luminoso”). Junto con otros elementos, sus posiciones modifican profundamente la visión de lo que es “hacer política”.
Aceptar que se complique una lucha ya muy difícil
Isabelle Stengers se reivindica de Rosa Luxemburgo y su grito “socialismo o barbarie”, que ha inspirado parcialmente el titulo del libro. En una entrevista[4] explica bien lo que se juega en torno a las palabras:
Qué palabras cedemos al adversario, qué palabras consideramos que han sido radicalmente deshonradas y qué palabra sin embargo es preciso mantener viva, aunque haya sido deshonrada. Si abandonáramos todas las palabras que fueron deshonradas, nos quedaríamos sin palabras. Por lo tanto “barbarie” es un término que quiero conservar, porque pienso que la alternativa socialismo o barbarie, ha pasado a ser hoy más concreta que hace un siglo.
Stengers declara sin ambigüedad desde donde habla. Desde el lado de “aquellos y aquellas que se quieren herederos de una historia de luchas libradas contra el estado de guerra perpetua que impone el capitalismo”. La cuestión es, dice, “cómo ser heredero hoy de esta historia que me hace escribir”.[5] Isabelle Stengers es, con Jean-Pierre Dupuy,[6] una de las pocas filósofas francófonas que puso en el centro de su reflexión las cuestiones ecológicas y en primer lugar las del cambio climático. Pero a diferencia de Dupuy, que proviene del liberalismo, ella no es una teórica de la catástrofe, sino del combate contra una nueva dimensión de la barbarie.
¡Otro mundo es posible! Este grito, realmente, no perdió nada de actualidad. Porque aquello contra lo que se lanzó, el capitalismo –el de Marx, por supuesto, no el de los economistas norteamericanos– se dispone desde ya a elucubrar sus propias respuestas que nos conducen directamente a la barbarie. Quiere decir que la lucha asume una urgencia inédita, pero que aquellos y aquellas comprometidos en esta lucha deben también afrontar otra prueba realmente suplementaria.[7]
Isabelle Stengers quiere entonces contribuir a producir, y lo más rápido que sea posible, una ruptura radical en el pensamiento emancipatorio. Una ruptura hecha indispensable por el ingresó de la humanidad en un nuevo período de la historia de la barbarie capitalista, el de las catástrofes ecológicas y de sus consecuencias en términos de clases, iluminados a pleno cuando el huracán Katrina arrasó Nueva Orleans. Dice que su libro está dirigido a “aquellos que nunca estuvieron sometidos a las evidencias del primer período de esta historia y para los cuales esta producción de explotación, de guerras, de desigualdades sociales cada vez mayores, define ya la barbarie”.[8] Estos militantes y resistentes deben desde ahora agregar las amenazas específicas de barbarie que nacen del hecho de que las distintas manifestaciones resultantes del cambio climático, todas igualmente graves en términos sociales, van a producirse en un contexto marcado, de punta a punta, por las relaciones de clase capitalistas. “Nada es mas difícil –nos dice- que aceptar la necesidad de complicar una lucha ya tan incierta, viéndoselas con un adversario capaz de aprovecharse de cualquier buena intención ingenua”. Ella quiere “hacer sentir que sería sin embargo desastroso rechazar esta necesidad”.
La “verdad que perturba”
El primer informe del Grupo de Expertos Intergubernamental sobre el Cambio Clímático (GIEC) es de 1990. Establecía una primera constatación seria y presentaba previsiones que fueron haciéndose mas precisas con cada nuevo informe. Y cada vez que les hechos vinieron a “desmentir” esas previsiones, lo hicieron indicando la aceleración de los procesos que marcan el calentamiento, sobre todo el derretimiento de los glaciares africanos y andinos y de la banquina Ártica y Antártica. En el curso de los últimos años fue preciso, dice Stengers,
rendirse ante la evidencia: lo que había sido considerado una posibilidad, la modificación global del clima, había comenzado claramente. La controversia entre científicos está cerrada, lo que no significa que los contradictores hayan desaparecido, sino que nadie se ocupa de ellos sino como casos a interpretar por complicidades con el lobby petrolero o peculiaridades psicosociales […] Se admite que el calentamiento podría acarrear una disminución de las capacidades de absorción del gas emitido por los océanos o las selvas tropicales, es uno de los temibles bucles de retroacción positiva escenificados en los modelos y cuya activación debía ser evitada porque aceleraría y amplificaría el calentamiento. Parece que esto ya está ocurriendo.[9]
Subraya que estamos en una situación excepcional en la cual los investigadores del GIEC, los
climatólogos, glaciólogos, químicos y otros [los investigadores del GIEC ] hicieron su trabajo y lograron además hacer sonar la alarma a pesar de todos los intentos de silenciamiento, imponiendo una “verdad que perturba”, a despecho de las acusaciones que se les hizo: de haber mezclado ciencia con política; o sino de estar celosos del éxito de otros colegas que con sus trabajos contribuían a cambiar el mundo en tanto ellos se limitaban a describirlo; que presentaban como “probado” lo que sólo es hipotético. Supieron resistir porque sabían que el tiempo importa.[10]
Veamos más de cerca lo que Isabelle Stengers llama “la verdad que perturba”. Esta verdad es que “nosotros debemos vérnosla ya no solamente con una naturaleza ‘a proteger’ contra los destrozos causados por los humanos, sino también con una naturaleza capaz, como mínimo, de perturbar nuestros saberes y nuestras vidas”. Esta verdad es muy perturbadora, no solamente para los partidos “verdes”, sino también para lo que llamo “ecologistas revolucionarios”. Los verdes siguen estando por el mejoramiento de la protección a los ecosistemas y la ecosfera, y en su abrumadora mayoría están dispuestos a conformarse con poco. Ven la salvación en el “capitalismo verde” y procuran aliarse con él.[11] Los ecologistas revolucionarios se dan sobre todo como objetivo, la reparación después de la victoria del socialismo del máximo posible de daños legados por el capitalismo, seguido del establecimiento de relaciones de gestión muy prudentes con la naturaleza, retomando un enfoque necesariamente planetario, el “tener cuidado” de que habla Stengers, que fue destruido por la sumatoria del “desarrollo” y del “crecimiento”. Cuando se desembarazan de formulaciones que tienden puentes hacia el reformismo ecológico, los “ecosocialistas” tienen estos objetivos de reparación de daños y gestión respetuosa de los ecosistemas.[12]
Y esto es todo. Hace pocos meses, yo mismo formulé una variante de esta posición. Puse el acento en las pistas propuestas por Marx cuando, en los últimos capítulos de El capital, asigna a “el hombre socializado, los productores asociados” la perspectiva de que
regulen racionalmente este su intercambio de materias con la naturaleza, lo pongan bajo su control común en vez de dejarse dominar por él como por un poder ciego, y lo lleven a cabo con el menor gasto posible de fuerzas y en las condiciones más adecuadas y más dignas de su naturaleza humana.[13]
De igual manera, dirigiéndome a los militantes del Nuevo Partido Anticapitalista, defendí con mucho optimismo la idea de que
solamente los productores asociados, de muchos países y en definitiva de todo el planeta, podrán decidir en forma conjunta, a través de la discusión y la negociación, el grado de división del trabajo entre ellos que parece necesario a nivel internacional, así como la planificación de la utilización de los recursos naturales escasos en función de las necesidades prioritarias”.[14]
Y en el mismo camino fui más lejos aún en un texto presentado en la reunión nacional de la Comisión de Ecología del NPA, en diciembre del 2008:
la protección de la naturaleza contra la mercantilización capitalista es inseparable del hombre en tanto parte de la naturaleza. Dicho otra manera, toda política que asuma la cuestión ecológica deberá combatir también la alienación –la alienación mercantil, pero también la alienación en el trabajo– y esto con verdadera eficacia, y no como esas campañas en “defensa del empleo” donde vemos a los sindicatos aliados a los empleadores en torno a cuestiones como las normas en materia de polución. De lo que se trata es de actuar de tal manera que el individuo “individual”, creación del capitalismo, escindido en productor y consumidor y privado de toda instancia que pueda ayudarlo a comprender las principales determinaciones de su experiencia social, pueda devenir un productor asociado, en condiciones de administrar sus relaciones con el medio natural según una racionalidad colectiva. El socialismo, así redefinido, es la palabra que debemos reaprender a defender.[15]
Lo que no es falso, pero no es realmente coherente con la idea de “una situación en la cual la naturaleza, tratada brutalmente y golpeada por el hombre en el marco del capitalismo, reacciona ahora de forma brutal” que había propuesto poco antes, influenciado seguramente por el hecho de estar en América Latina y ver entonces al mundo “desde otro lado”. De allí mi recoocimiento a Isabelle Stengers y a su capacidad de señalar que “la intrusión de Gaia” corresponde al hic et nunc, a la serie de cuestiones a las que hay que buscar respuestas hoy.
“La intrusión de Gaia” y las respuestas a darle como cuestión civilizatoria
La “verdad que perturba”, es que la “naturaleza” ha sido maltratada hasta tal punto, de manera tan extrema, que ella ha comenzado a hacer “intrusión” a una escala que va a ir en aumento. La cuestión no es saber lo que haremos en los tiempos futuros y más propicios del socialismo. Estamos frente a un problema inmediato. Esta cuestión es profundamente política, en el sentido de que la vida de centenares de millones de personas será directamente afectada y muchas veces incluso amenazada. Porque “la intrusión de Gaia” se produce en el marco de un sistema de explotación económica y de dominación social, en donde el cambio climático es visto por los dominantes por un lado como fuente de inversiones y de ganancias, por el otro como problema para el mantenimiento del orden, junto con muchos otros.
Isabelle Stengers toma el nombre de Gaia al inglés James Lovelock y a la estadounidense Lynn Margulis. Ellos utilizaron este nombre de una divinidad griega[16] en los años 1970 para sintetizar los resultados de investigaciones que venían a poner en evidencia la existencia de un denso conjunto de relaciones que reunía lo que los científicos tenían el hábito de considerar por separado: los seres vivos, los océanos, la atmósfera, el clima, los suelos más o menos fértiles.
Dar un nombre, Gaia, a este conjunto de relaciones, era destacar dos consecuencias de estas investigaciones. Aquello de lo que nosotros dependemos y a lo que frecuentemente se ha definido como lo “dado”, el marco global estable de nuestras historias y nuestros cálculos, es el producto de una historia de coevolución, en la que los primeros artesanos y los verdaderos autores constantes, fueron innumerables poblaciones de microorganismos. Y Gaia, “planeta viviente”, debe ser reconocido como un “ser” y no asimilado a una sumatoria de procesos”.[17]
Algunos asocian al nombre de Gaia el término “venganza”. Isabelle Stengers les opone el de intrusión. Pero la invocación de Gaia no es neutra: “Considerar a Gaia como ‘la que hace intrusión’, es también caracterizarla como ciega –tal como todo lo que irrumpe– a los daños que ocasiona” (acá las negritas son mías). Porque ha sido maltratada de manera irreversible y porque nosotros vivimos en una sociedad capitalista planetaria, “la respuesta a crear no es una ‘respuesta a Gaia’, sino una respuesta tanto a lo que ha provocado su intrusión como a las consecuencias de esta intrusión”.[18] Es decir por un lado al capital, cuyo movimiento de valorización “sin fin y sin límites” es directamente responsable del ritmo cada vez más rápido de degradación de la ecosfera y de los ecosistemas; por el otro a la barbarie de la cual Nueva Orleans ha dado el primer ejemplo en un “país avanzado”.
En un país avanzado, pero no a nivel mundial en donde desde hace una década se han producido catástrofes climáticas lejos de los “países centrales” ante una indiferencia casi total. Con Claude Serfaty lo señalamos ya en 2003:
De lo que hoy se trata, detrás de las palabras “ecología” y “medio ambiente”, es nada menos que la perdurabilidad de las condiciones de reproducción social de algunas clases, de algunos pueblos, a veces de algunos países. Como éstos están situados muy frecuentemente ya sea en lo que hoy se conoce como el “Sur”, ya sea en el antiguo “Este”, la amenaza sigue siendo lejana y por lo tanto abstracta en los países del centro del sistema capitalista mundial. El tiempo de gestación muy prolongado de los plenos efectos de mecanismos presentes en el capitalismo desde sus orígenes ha sido y sigue siendo más que nunca un poderoso factor de inercia social en los países capitalistas avanzados.[19]
Las terribles inundaciones ocurridas sobre todo en Bangladesh, que el aumento del nivel del océano hace cada vez mas graves y frecuentes desde 1998, así como también el ciclón Nargis que originó en 2008 el peor desastre ecológico de la historia de Birmania, pese a que fueron mucho más mortíferos que el huracán Katerina, recibieron mucha menos atención. Pero al menos merecieron alguna. Lo que no ocurre en el caso de algunos países de África y de América latina, en los que sistemas socio-productivos frágiles han dependido hasta el presente de las nieves invernales y de la relativa estabilidad de los glaciares[20] o que son de una extrema vulnerabilidad frente a lo que pueden parecer, en otras partes del planeta, todavía débiles aumentos de temperatura. En estos casos, no están sino las ONG especializadas y algunas agencias de las Naciones Unidas[21] para decir lo que ocurre, pero sus palabras no son recogidas y menos aún asumidas de manera militante, por el anticapitalismo. De hecho “la Nueva Orleans planetaria” que teme Isabelle Stengers, comenzó a instalarse desde hace bastante tiempo.
¿Cómo responder a “la Nueva Orleans planetaria”?.
Porque estamos en una situación en la que los poseedores y los dominantes, aquellos que Stengers llama “el Empresario” y “el Estado”, explican a quien quiera oírlos que la cuestión climática sólo puede
ser abordada desde el ángulo de estrategias “plausibles”, es decir capaces de convertirse en nuevas fuentes de ganancia. A menos de resignarse, en nombre de las leyes económicas –que son duras pero son, según dicen, leyes–, a una Nueva Orleáns planetaria. A menos que las zonas del planeta definidas como rentables deban, en todas las escalas –desde el barrio, al continente– defenderse con todos los medios necesarios contra la masa de aquellos a los que se opondrá sin duda el famoso “nosotros no podemos recibir toda la miseria del mundo”. A menos que, en síntesis, los sucesivos “es preciso” instalen, plenamente, abiertamente desplegada, la barbarie que ya está penetrando nuestros mundos”.[22]
Las expresiones de este reflejo defensivo contra “la miseria del mundo que no es nuestro problema” son múltiples. Así, cuando el tsunami de 2004, pudo verse que la atención de los medios europeos rápidamente se concentró únicamente sobre la suerte de los turistas que estaban en las zonas afectadas, cuando había millares y en algunos casos decenas de miles de víctimas en los países golpeados.
¿Cómo tratar entonces de responder políticamente a esta nueva fuente de barbarie cuya importancia no dejará de crecer? Aquí mezclaré mis propias respuestas y comentarios, mis acuerdos y desacuerdos. El primer punto por supuesto, en el que hay total acuerdo, es que la “cuestión ecológica” no puede “venir solamente a agregarse a las otras cuestiones como una razón más para ser revolucionario”. La expresión citada es de Philippe Pignarre, que continúa diciendo: “hemos agregado el feminismo al programa revolucionario, podemos ahora agregar la ecología e incluso hablar de ecosocialismo”.[23] La lectura del libro de Isabelle Stengers me terminó de convencer de que no se trata de “agregados”, sino que el asunto, entendido como necesidad de hacer frente a una “Nueva Orleans planetaria”, ha pasado a ser una de las primeras razones del compromiso político. Espero que muchos compartan esta convicción. En cambio, no me convence la oposición que Philipe Pignarre hace entre el “revolucionario” y el “anticapitalista”. No estoy seguro de que exista hoy un “programa revolucionario” cuando la renovación de la “vanguardia” asume la forma de un marcado gusto por las elecciones, a las que se considera uno de los “tiempos fuertes” de la acción política, consumiendo las energías de los militantes en detrimento de una relación con asalariados y jóvenes que se basa en la delegación. Por otra parte, mi experiencia en los foros sociales no fue la de encontrarme con muchísimos anticapitalistas que consideraran que “el capitalismo que ellos combaten ya no el mismo con la crisis ecológica”. Para los organizadores de los foros sociales, así como para Attac, esta sigue siendo una cuestión que “viene a agregarse a las otras”. Pero no es el momento de discutir las figuras de “el anticapitalista” y “el revolucionario”. Ya habrá ocasión para hacerlo, pero en otro lugar y más extensamente. Aquí se trata solamente de señalar un punto de acuerdo importante.
En lo que a mí concierte, actuar de tal modo que la cuestión ecológica deje de ser algo que “se agrega” a otras cuestiones, supone muchas cosas. En primer lugar, abordarla en su verdadera dimensión, que es la de una amenaza a las condiciones de reproducción social de determinadas clases sociales y comunidades (hilo conductor del articulo escrito con Claude Serfaty). Subrayar luego, como lo hace Isabelle Stengers, el carácter de clase, de dominación social y de explotación económica de la cuestión ecológica, y colocarla en el centro de la actividad de la “organización-partido”. Esto pasará a ser seguramente uno de los criterios que permitirá a muchos militantes decidir si la misma sigue siendo válida. Se tratará asimismo de corporizar, combinándola con aspectos más “clásicos” de intervención militante, una de las indicaciones dadas por Isabelle Stengers y Philippe Pignarre. La indicación es que estamos en un terreno donde no de trata de
hacer que las cosas vayan “mejor” [registro de los verdes], sino de experimentar en un campo repleto de trampas, de alternativas infernales elucubradas tanto por el Estado como por el capitalismo. La lucha política, acá, no pasa por operativos de representación, sino más bien de producción de repercusiones, por la constitución de “cajas de resonancia” tales que lo que ocurre a unos haga pensar y actuar a otros, pero también que lo que unos logran, lo que aprenden, lo que ponen en marcha, pasen a ser nuevos recursos y posibilidades experimentales para los otros.”[24]
Este es un enfoque que puede ser útil para la militancia en las muchas situaciones de Francia en que la explotación salarial y las cuestiones cotidianas relativas al ambiente están estrechamente ligadas y sobre las que los sindicatos se callan en nombre de “cuidar el empleo”. Es un enfoque que tiene importancia para relacionarse con los agrupamientos que llevan adelante auténticos combates ecológicos anticapitalistas. Implica que no debemos limitarnos a trasladar al terreno del mundo asociativo prácticas políticas de “frente único” ya probadas, sino intentar comprender el modo en que funcionan estos agrupamientos muchas veces “informales”. Philippe Pignarre tiene razón cuando en su libro da importancia a cuestiones como el escucharse mutuamente y a la autoconstrucción de una interpretación común de situaciones y desafíos que algunos de estos agrupamientos practican. Con seguridad, hay aquí enseñanzas para la renovación de “la organización-partido”.
La “oposición frontal” es necesaria e incluso indispensable
Donde me separo totalmente de las proposiciones de Isabelle Stengers, es cuando ella cuestiona el conflicto frontal (que puede desembocar en una la confrontación física directa) con “el Empresario” y “el Estado”, sosteniendo que “la oposición frontal es una tentación a evitar porque aleja a la gente, y no deja subsistir más que dos campos virilmente opuestos, que funcionan en mutua referencia”.[25] En el caso de los Organismos Genéticamente Modificados, de los que ella habla extensamente, es claro que hubo el fin de cuentas dos campos. El trabajo de delimitación fue el resultado de un trabajo bien analizado por Isabel Stengers, “de cuestionamiento de los OGM como progreso admitido por la ciencia, portador de crecimiento y benéfico para la humanidad” y de la “producciones de saberes, de prácticas de alianza y de convergencia de luchas que sacudieron toda la rutina”. Es seguro que
mucha gente comenzó a interesarse por la manera en que se hacen las opciones de lo que se llama el desarrollo, así como de las orientaciones de la investigación científica, y de todo lo que no interesa demasiado investigar, de todas las cuestiones que no se plantean, hasta los modos de producción agrícola pasando por el imperio de las patentes.
El combate contra los OGM, al menos en el caso de Francia, ha contribuido a “la rehabilitación de siembras tradicionales y a la creación de lazos entre productores y consumidores, que tienen una innegable dimensión política”.[26] Pero este combate también implicó una forma de acción política directa, la de los segadores voluntarios, contra “el Empresario”, “el Estado” y la “Ciencia”, una forma aún más radical en el contexto del neoliberalismo por cuanto constituía un ataque a la propiedad privada. El proceso de pedagogía colectiva, el
“pensar” en el sentido que importa políticamente, es decir en el sentido colectivo, los unos con los otros, los unos gracias a los otros, en torno a una situación devenida “causa común”, que hace pensar [27]
hizo que los segadores voluntarios gozaran de un fuerte apoyo popular. Y de rebote, su acción, con su radicalismo, consolidó el trabajo de elaboración sobre la “causa común OGM”. Aquellos a quienes Isabelle Stengers llama “nuestros responsables” fueron tomados por sorpresa en la cuestión de los OGM. Ahora están muy decididos a que no ocurra lo mismo con la cuestión del relanzamiento de lo nuclear. Operan para hacer tan difícil como sea posible el “‘pensar’ en el sentido que importa políticamente, es decir en el sentido colectivo”. Llevará tiempo crear condiciones para la oposición frontal y más aún para formas de acción política directa. Pero los países donde lo nuclear fue abandonado hace 30 años fueron en su momento componentes de una oposición “campo contra campo”.
Pasemos a la dimensión mundial, a esta perspectiva de “Nueva Orleáns planetaria”. Encuentro que una formulación como
la lucha política deberá pasar por todo lugar en que se fabrique un futuro que nadie se atreve realmente a imaginar, no limitarse a la defensa de conquistas o la denuncia de escándalos, sino de asumir la cuestión de la fabricación de este futuro. [28]
es muy eurocentrista. Por fuera de los países capitalistas “avanzados”, hay pueblos que practican aún “una agricultura que no depende de fertilizantes y de pesticidas, que no destruye sistemáticamente los suelos”, que todavía tienen “prácticas de cooperación que son las únicas capaces de producir un futuro que no sea bárbaro”.[29] Para ellos y también para nosotros, hay allí “conquistas” por defender y situaciones dramáticas a las que se debe “denunciar”. Una de las dimensiones de la fase de mundialización del capital es la aceleración del proceso de expropiación y de pauperización extrema de lo que queda del campesinado, y del montaje de explotaciones sin freno de los recursos naturales, que van junto con formas extremas de explotación de los trabajadores. En América Latina, el Brasil, México, la Argentina y Chile son laboratorios de esto, pero el proceso puede encontrarse por todas partes en el “Sur”.[30] El hecho de que en algunos países los agentes sean nacionales no cambia nada. Estos procesos han provocado luchas, luchas de clases, luchas de comunidades campesinas de las cuales Martínez Alier recientemente hizo un recordatorio impresionante.[31] Estas lucha son “frontales”. ¿Podría ser de otra manera para la población indígena de la Amazonia peruana, ante la decisión de permitir que las compañías petrolíferas y mineras destruyeran su hábitat y su relación con la naturaleza? ¿Qué otro medio tenían las comunidades indígenas más que la confrontación violenta resistiendo a la policía militar, tal como ocurrió en Bagua? ¿De qué otro medio disponemos en Europa, más que la “denuncia” junto con el máximo posible de explicaciones, y de un trabajo continuo de información sobre las luchas en otros lugares del mundo en donde lo que se juega es la reproducción social? Y a propósito de esto, ¿cuántos partidos o asociaciones en Francia explicaron que, entre las compañías petrolíferas involucradas, una –la sociedad Perenco- es francobritánica y está dirigida por un francés llamado François Perrodo?
En algunos países “avanzados”, hay muchos casos en los que la denuncia de lo que ocurre en los países del Sur puede articularse con campañas nacionales referidas al cambio climático.[32] Lo que Isabelle Stengers llama “el Empresario” debe entonces ser señalado con nombre y apellido. En el caso de Francia, los nombres de grandes grupos financiero-industriales están situados en el punto de convergencia en muchos combates. El referido al cambio climático; el que va contra la participación de multinacionales en la opresión social y dominación política y militar de los países del Sur; el que enfrenta la suba del precio del petróleo, del gas y electricidad que aplastan el poder de compra de los asalariados y aumentan la pauperización de los desempleados; el que se opone a la culminación de la privatización-desmantelamiento de los servicios públicos, que está en marcha desde hace 15 años y una de cuyas consecuencias fue el “todo-automóvil” y el “todo-camión”.[33] Los grupos Total, Areva, Suez-GDF están en la primera fila de estos responsables a los que hay que llamar por su nombre. El rol de Total en Nigeria y en Gabón son ejemplos no excluyentes. Pueden agregarse el del grupo Bollore[34] y otros muchos más.
Ubicar el combate en el contexto de dos “crisis conjuntas”.
La gran cuestión es buscar desde qué extremo tomar un combate que abarca todas las dimensiones. Hay que dejar de lado la tentación a la que pueden conducir los últimos capítulos del libro de Stengers, la tentación de querer “resistir a la barbarie que viene” colocándose en el terreno de John Holloway y su proposición de “cambiar el mundo sin tomar el poder”.[35] Isabelle Stengers tienen razón al decir que cuando “nuestros ‘responsables’ se vuelven hacia nosotros para preguntarnos ‘¿Qué harían ustedes en nuestro lugar? Hay que contestarles en voz alta ‘¡Nosotros no estamos en vuestro lugar!’”[36] Está bien... ¡Pero eso no significa que debamos dejarlos allí para siempre! El movimiento mediante el cual los dominados y los oprimidos ha sido llevados, casi siempre a partir de un reflejo inicialmente a autodefensivo, a levantarse contra los “responsables” del momento es un movimiento independiente de la forma partido, aunque siempre existan “militantes”. Y hemos entrado en un período en el que la necesidad de la autodefensa colectiva se impondrá a los trabajadores (en sentido amplio, los que deben “encontrar trabajo”, vender su fuerza de trabajo), incluso en los países capitalistas avanzados y con toda seguridad en Europa. El avance de la crisis del cambio climático se produce al mismo tiempo que se inicia una recesión económica mundial que será muy prolongada. Es muy posible que la inyección masiva de dinero para el salvataje del sistema financiero, así como la ayuda dada a la reestructuración de los grandes grupos manufactureros, bloquee el proceso de transformación de la recesión en depresión profunda. Tendremos entonces un largo período de crecimiento mundial “flojo” con tasas de crecimiento débiles, y en el caso de la Unión Europea extremadamente débiles.[37] Los resortes de la acumulación de los 10 últimos años (el endeudamiento masivo de los hogares y del Estado norteamericano, y una acumulación industrial impulsada sobre todo por las inversiones en Asia del este y del sudeste orientadas a la exportación) están rotos. Las medidas de “relanzamiento” se basan en el mayor endeudamiento de todos los gobiernos, quienes se lo “harán pagar” a aquellos sobre quienes pesa el fisco, vale decir, los asalariados. En los países más pobres, los efectos sociales del cambio climático estarán agravados por los déficits alimentarios provocados en gran medida de manera directa por las políticas agrícolas y comerciales aplicadas desde hace 20 años por la Organización Mundial del Comercio y el Banco Mundial. Se han visto las primeras expresiones en 2008. Pero muy pocos países escaparán al quasi estancamiento, y en todo caso no serán los de Europa.
En el caso de un país industrializado, la desocupación masiva, así como todas las consecuencias que acarrea, constituyen una amenaza para la reproducción social de todos los que son o deben tratar de convertirse en asalariados y no tienen otro “patrimonio”. La amenaza no se mide obligatoriamente en términos de muertos (aunque el caluroso verano de 2003 golpeó precisamente a los ancianos ex proletarios), sino en términos de acceso a una “vida decente”, de vida civilizada y no de existencia puesta en la oscuridad de la pauperización. Y actualmente, esta amenaza se perfila sobre todo para los hijos de los asalariados. Entre diciembre de 2008 y abril de 2009, no ha pasado una sola semana en la que no se anunciara el cierre de alguna fábrica que podría ser pequeña, pero muy importante para el empleo en una ciudad o una región, perteneciente a filiales de multinacionales extranjeras (Continental, Goodyear, Celanese, Sony, 3M), o a subcontratistas de multinacionales francesas (Renault y Peugeot, especialmente) como Valeo y Heuliez. En el momento en que estoy terminando este artículo, es Michelin la que anuncia despidos masivos, tanto para “incrementar la productividad” como para responder a la disminución de la demanda. El Instituto de Estadísticas ha anunciado que 187.800 empleos fueron destruidos durante el primer trimestre, o sea, precisa, una baja de 1,1%, caída sin precedente en la historia económica francesa. Las previsiones de desempleo o de precarización extrema del empleo son muy elevadas para la franja etaria de 16-24 años. Un número creciente de egresados se enfrentan al desempleo o en todo caso a la subcalificación.
Llegará un momento en que cualquier perspectiva política de medidas radicales que una fracción significativa de los asalariados y los jóvenes decida poner en marcha, mediante todos los medios que sean capaces de inventar o de reventar, deberá necesariamente dejar de asumir la forma de un programa de “reivindicaciones” que se exige aplicar a quienquiera que sea, y pasar a ser un programa de autogobierno. La urgencia de responder a los problemas inmediatos de reproducción social significará también que el mismo deberá implicar un “plan industrial” adosado a formas de propiedad social de sectores económicos claves. Aquí figurarán obligatoriamente, de manera central, los sectores de la energía, de los transportes y de la construcción. Son precisamente aquellos cuyo control es decisivo en cualquier tentativa de última hora para frenar el cambio climático y cuya reapropiación social significaría también dar un golpe al imperialismo conducido en nombre de “la Francia”. Frente a un determinado problema, dice Isabelle Stengers, será la capacidad de fabricar colectivamente respuestas lo que determinará su cualidad. “Una respuesta no es reductible a la simple expresión de una convicción. Debe ser fabricada”.[38] Esta es precisamente la tarea. Se trata de liberar el potencial de experimentación colectiva de los asalariados-ciudadanos, sea cual fuere la estructura (asociación, agrupamiento aún más informal o partido político) en los cuales hayan elegido comprometerse y a ayudar en la “fabricación de una convicción colectiva” referidos a la necesidad y a la “posible realización” de objetivos cuya concreción planteará efectivamente la cuestión del poder, que no puede ser evitada.
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Artículo enviado por el autor. Publicado en francés en Carré rouge nº 41, junio 2009, así como en los sitios de Contretemps y À l’encontre. Traducido del francés para Herramienta por Aldo Casas.
[1] Au temps des catastrophes. Résister à la barbarie qui vient. París, Éditions Les Empêcheurs de penser en rond / La Découverte, 2009.
[2] Obra mencionada, pág. 69.
[3] Exposición realizada en el encuentro organizado por Herramienta el 18 de septiembre de 2008 y publicada en Herramienta Nº 39, Octubre de 2008. Fue reproducido en francés por Inprecor Nº 541-542, sept.-oct. de 2008.
[4] En Mediapart, puede verse en el sitio de À l’encontre www.alencontre.org
[5] Op. cit., pág. 19.
[6] Jean-Pierre Dupuy, Pour un catastrophisme éclairé. Quan l’impossible est certain. París, Seuil, 2004. Ver también el reportaje posterior, “D’Ivan Illich aux nanotechnologies. Prévenir la catastrophe?”, Esprit, febrero de 2007.
[7] Op. cit., pág. 59.
[8] Idem., pág. 18.
[9] Id. págs. 13-14.
[10] Id., pág. 58.
[11] La inconsistencia de tales posiciones se desprende del artículo de Michel Husson “Un capitalisme vert est-il possible?”, Contretemps Nº 1, primer trimestre de 2009.
[12] Ver Michael Löwy “Qu’est-ce que l’écosocialisme?”, Le Grande Soir, 16 de febrero de 2005, www.legrandesoir.info/ y su capítulo en el libro del que fue coordinador: Écologie et socialisme, París, Syllepse, 2005.
[13] Carlos Marx, El capital, vol. III, FCE, pág. 759.
[14] “Le moment historique où le NPA se forme et certaines de ses implications”, Critique communiste Nº 187, julio de 2008. El artículo se encuentra en el sitio de Contretemps.
[15] F. Chesnais, “Orígenes comunes de la crisis económica y la crisis ecológica”, Herramienta (nueva serie) nº 41, julio de 2009.
[16] Gaïa, Gaia, Gaya, Gaiya y otras muchas variantes es el nombre que designa “diosa primordial identificada con la ‘Madre-Tierra’. Es el ancestro materno de razas divinas, pero creadora también de muchos monstruos”.
[17] I. Stengers, op. cit., pág. 51.
[18] Idem, pág. 49.
[19] F. Chesnais y Claude Serfaty, “Les conditions physiques de la reproduction sociale”, dans J-M. Harribey et Michael Löwy (bajo la dirección de) Capital contra nature, París, Actuel Marx Confrontation - PUF, 2003, pág. 69.
[20] Gracias a la lectura de Frank Poupeau, Carnets boliviens 1999-2007, un goût de poussière, Paris, Éditions Aux lieux d’être, 2008, supe que los glaciares andinos de los que proviene el agua que abastece a La Paz y El Alto en Bolivia están agotados en más de un 80%. Se estima que dentro de una quincena de años estas ciudades ya no tendrán más agua... En la conferencia de Buenos Aires publicada en Herramienta Nº 39 dije “y sin embargo, esto es algo que nunca se trató, quienes nos reclamamos del marxismo revoluconario nunca discutimos un hecho de tal magnitud que puede hacer que la lucha de clases en Bolivia, tal como la conocimos, se modifique sustancialmente...”
[21] Ver por ejemplo International Organization for Migration and Climate Change, Ginebra, 2008, y mas extensamente Changements climatiques et peuples autochtones, Groupe International de Travail pour les peuples autochtones, París, L’Harmattan, 2009.
[22] I. Stengers, ob. cit., pág. 58-59.
[23] Philippe Pignarre, Étre anti-capitaliste aujourd’hui. Les défies du NPA, Paris, La Découverte, 209, pág. 124.
[24] I. Stengers, op. cit., pág. 199.
[25] Ibíd., pág 177.
[26] I. Stengers en Regards, Nº 57, febrero de 2009.
[27] I.Stengers, Au temps des catastrophes, op. cit. pág. 171.
[28] Idem, pág. 200.
[29] I. Stengers en Regards, ob.cit.
[30] Ver la recopilación de estudios de campo publicada en el libro colectivo de Fred Magdoff, John Bellamy Forster et Frederick Buttel, Hungry for profit: The agribusiness threat to farmers, food and the environment, Nueva York, Monthly Review Press, 2000.
[31] Joan Martinez Alier, “Conflits écologiques et langages de valorisation”, Écologie et Politique, nº 7, 2008.
[32] Ver F. Chesnais y Jean-Louis Marchetti, Les fondements théoriques de la centralité révolutionnaire de la question “écologique” et certains de leurs conséquences politiques, diciembre de 2008 en el sitio www.npa13.org/(rubrique contributions).
[33] Ver Philippe Mühlstein, “Énergie, transport et effect de serre: l’impasse néolibérale” nota para el Consejo científico de Attac-France, 22-07-2009, en el sitio www.france.attac.org/
[34] En el 2009 el grupo Bolloré ocupa un lugar decisivo en las economías de Costa de Marfil, del Congo, de Gabón y de Camerún. En este país controla gran parte del puerto autónomo de Douala, los ferrocarriles y las plantaciones de palma.
[35] Ver la reciente edición en francés, Changer le monde sans prendre le puvoir, Paris, Syllepse, 2008, así como el comentario de Daniel Bensaid “Et si on arretait tout? L’illusion sociale de John Holloway et the Richard Day”, Revue internationale des livres et des idées Nº 3, enero-febrero de 2008.
[36] Ver el capítulo 12 del libro que estamos comentando.
[37] Puede encontrarse una conclusión idéntica aunque partiendo de un marco teórico y una perspectiva muy distintas a las mias en Michel Aglietta, Crise et renovation de la finance.
[38] I. Stngers, op. cit., pág. 135.
Chesnais, François. Profesor emérito en la Universidad de París 13-Villetaneuse. Destacado marxista, es parte del Consejo científico de ATTAC-Francia, director de Carré rouge, y miembro del Consejo asesor de Herramienta, con la que colabora asiduamente. Es autor de La Mondialisation du capital y coordinador de La finance mondialisée, racines sociales et politiques, configuration, conséquences. La finance capitaliste, último libro bajo su dirección, acaba de ser publicado por Ediciones Herramienta. E-mail: chesnaisf@free.fr.
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-42/socialismo-o-barbarie-las-nuevas-dimensiones-de-una-alternativa

sábado, 26 de diciembre de 2009

El oro y el mercado mundial

“Pero, de suyo, el dinero es mercancía, una cosa externa que puede convertirse en propiedad privada de cualquiera. Así, el poder social –el dinero – deviene poder privado de la persona privada. Por eso la sociedad antigua lo denuncia como moneda corrosiva de su orden económico y moral”. El Capital. Karl Marx.
Las formas de existencia de lo social al servicio de los intereses privados
Todavía muchos sectores de la izquierda siguen presentando el capitalismo como el reino del individualismo y del egoísmo; y en este sentido coinciden con los propios conceptos de los apologistas del capitalismo. Pero la verdadera esencia del capitalismo, incubada de forma acabada en el siglo XVIII, consiste en que las distintas formas de existencia de lo social se enfrentan al individuo como simples medios para sus fines privados. ¿Cuáles son estas formas de existencia de lo social? Muchas: el lenguaje, el dinero, el estado, la división del trabajo, las conquistas de la ciencia y el mercado mundial entre otros. Les pongo un ejemplo: un simple músico, nada estelar, crea una pieza musical. Sus promotores utilizan todos los circuitos del comercio mundial, una conquista socio-histórica que se remonta al siglo XV, y venden un sinfín de copias que permite al cantante enriquecerse de forma descomunal. Esta es la esencia del capitalismo: usar las formas de la trabazón social, en este caso el mercado mundial, como un medio que sirve a los intereses privados.
Pensemos en la cita que encabeza este trabajo: el dinero como poder social convertido en poder privado de la persona privada. Pensemos sólo en los trabajadores de España. Supongamos que cada uno de ellos tiene en el banco un ahorro de solo 6.000 euros. Aisladamente 6.000 euros no representan un gran poder, pero multiplicado por 20 millones representan un enorme poder social inmenso. Si a eso añadimos los ahorros de los trabajadores de la Unión Europea, de América y de Asia, vemos con claridad que la afirmación de Marx es absolutamente verdadera: el dinero es un enorme poder social. Pero bajo el régimen de producción capitalista ese poder social es transferido por los bancos a manos privadas para que se enriquezcan sin control ni medida. Como además vivimos en una sociedad globalizada, la posibilidad de que los individuos usen las formas de existencia de lo social como simples medios de sus intereses privados se ha multiplicado de forma infinita. Y esta posibilidad, el uso del mercado mundial como simple medio de los intereses privados, representó una de las causas básicas de la crisis financiera que se desató en el año 2008.
El dólar, los bancos y el oro
La crisis financiera del año 2008 tuvo un claro responsable: EEUU. Pero como el dólar era la moneda reserva y la moneda refugio por excelencia, poco podían hacer las otras potencias económicas para hacer pagar a EEUU su responsabilidad. Pero China, Rusia Brasil, la India y otras naciones han reaccionado: han pensado en crear una cesta de monedas en lugar del dólar para las transacciones mundiales. Pero ha habido otra reacción: el Banco Central de Rusia aumentó sus reservas de oro en casi 130 toneladas durante el último año, y recientemente el Banco de la Reserva de la India compró 200 toneladas de oro al Fondo Monetario Internacional. Muchos economistas prestigiosos han afirmado que si el mercado mundial hubiera estado bajo el dominio del patrón oro, el grifo del crédito no se hubiera abierto con la ligereza con que se hizo. La tendencia se está perfilando: los bancos centrales de la mayoría de los países aumentarán sus reservas de oro como alternativa al debilitado dólar. No cabe traer a colación la famosa frase de Keynes de que el oro es una “reliquia bárbara”, puesto que carece de sentido en la actualidad: en aquella época, 1944, EEUU iniciaba su andadura como potencia hegemónica en el mundo capitalista. Hoy por el contrario su hegemonía ha tocado fin y el mundo es multipolar. Y si es multipolar, ninguna moneda nacional podrá ostentar el papel de moneda mundial. Es posible que tras la creación de una cesta de monedas nacionales pueda crearse una moneda mundial única para una mayoría de países, como hoy existe el euro como moneda única para todas las naciones europeas. Y mientras tanto el oro ocupará un papel destacado como depósito de reserva.
El oro y los fondos de inversión
Observando la oferta y la demanda de oro durante el periodo 2007-2008, comprobamos lo siguiente: la demanda de joyería y la industrial ha disminuido en un 9 por ciento y 6 por ciento respectivamente, mientras que la demanda de lingotes y moneda e inversión en fondos ha aumentado en un 46 por ciento y 27 por ciento respectivamente. Esto ha provocado un acelerado aumento del precio del oro: a principios del año 2009 la onza de oro valía 875 dólares, mientras que al 10 de diciembre la onza ya había alcanzado un precio de 1.131 dólares. El precio ha subido durante ese periodo un 30 %. Ya está otra vez en marcha la máquina de multiplicar el dinero. Los fondos cotizados (ETFs) se han convertido en el principal instrumento de la demanda de oro de inversión en 2009. Y algunos economistas y autoridades financieras ya temen que se vuelva a crear otra burbuja.
Reflexionemos sobre este asunto. Una economía globalizada supone cantidades ingentes de ahorros disponibles para emplear como capital. Se trata de multiplicar el dinero. Del dinero hacer más dinero. A esta forma del capital Marx la denominaba forma irracional. Y les explico por qué. En esta materia el lenguaje se ha pervertido hasta extremos imaginarios. Hay muchos economistas convencionales que hablan de que el dinero hay que ponerlo a trabajar. Hablan del dinero como sujeto y como trabajador. Pero la riqueza sólo la puede crear el trabajo. Y si algunos nos espetan con ánimo de señalar nuestra unilateralidad “y también las máquinas; sin ellas no se puede crear riqueza”, les responderemos: las máquinas son trabajo acumulado”. Y si aún así nos replicaran que las máquinas no se pueden comprar sin dinero, les responderíamos: el dinero es signo del trabajo.
El dinero es la expresión del valor de las mercancías. Y la sustancia del valor de las mercancías es el trabajo humano abstracto, esto es, el gasto de fuerza de trabajo. Ahora comprenden por qué Marx llamaba al capital productor de interés forma irracional del capital: porque bajo esa forma el dinero se multiplica aparentemente por causa de sí mismo, aunque esencialmente lo sea solamente gracias al trabajo.
Que ciertos bancos racionales aumenten sus reservas en oro nos parece una tarea necesaria: genera estabilidad y seguridad al mercado financiero mundial. E inevitablemente esta acción provoca cierta subida de precios. Pero que los fondos de inversión cotizados compren oro con el único fin de obtener ganancias especulativas porque se espera una subida continuada de sus precios, no es racional ni necesario. A los fondos de inversión no se les debería permitir especular. Si alguien tiene ahorros y lo quiere invertir, se le debe dar un interés equivalente a la inflación para que su dinero no pierda valor. Pero en ningún caso se debería permitir que su dinero se multiplicara sin medida. Pensemos en las personas que tienen en su poder ahorros inmensos. Sólo en el periodo de un año pueden ver enriquecido su patrimonio monetario de un modo colosal. Y esto no es más que otra manifestación de lo que presenté al principio como esencia del capitalismo: los individuos utilizan las formas de la trabazón social, en este caso la trabazón entre los grandes bancos nacionales y su demanda de oro, como simples medios al servicio de sus intereses privados.
Las minas de oro y plata
Antes hablamos de la demanda: la de los bancos y la de los fondos de inversión. Ahora nos toca hablar de la oferta. Hasta hace menos de un año todos las minerías de oro se protegían del riesgo de la caída de los precios y vendían su producción futura a precio fijo. Pero Peter Punk, presidente de Barrick Gold, la minera de oro más grande del mundo, de acuerdo con la fuente de información Oro y Finanzas, ya hacía la siguiente afirmación el 9 de marzo de 2009: “El mercado del oro es pequeño y sensible a los movimientos. Si un pequeño porcentaje de bancos centrales o simplemente los Emiratos Árabes Unidos cambiaran algunas de sus reservas de dólares a oro, no harían falta muchos movimientos para elevar el precio de la onza por encima de los 2.000 dólares”. Y este pronóstico ha sido tan certero que a principio de septiembre del año en curso la empresa informó que se gastaría 5.100 millones de dólares en recomprar los futuros de oro que había vendido. Y esta medida provocó que sus acciones subieran casi un 8 % al tiempo que contribuía al incremento del precio del oro. Comprobamos, suponiendo que el incremento de precios fuera sólo del 30 %, que los tenedores de esos contratos de futuro se embolsaron sin mover un dedo más de 1.500 millones de dólares de ganancias especulativas. Y también comprobamos que los dueños de acciones de esa compañía, sin haber igualmente movido un dedo, han visto aumentar su patrimonio accionarial en un 8 por ciento. Beneficios privados y beneficios sociales Samuelson y Nordhaus en su libro “Economía” dicen lo siguiente sobre el mercado equilibrado: “El mercado se encuentra en equilibrio cuando el precio y la cantidad equilibran las fuerzas de la oferta y la demanda. Al precio de equilibrio, la cantidad que desean adquirir los compradores es exactamente igual que la que desean vender los vendedores. La razón por la que se llama equilibrio se halla en que cuando las fuerzas de la oferta y la demanda están en equilibrio, no hay razón alguna para que el precio sube o baje”. Pero resulta que el mercado del oro no está en equilibrio. Las fuerzas de la demanda son más poderosas que las fuerzas de la oferta y esto hace subir el precio del oro y enriquecer a muchos de manera injusta. ¿Debemos tomar medidas o permanecer con las manos cruzadas hasta que el mercado se equilibre? ¿Debemos hacer lo mismo que con el mercado inmobiliario? ¿Debemos dejar que los mercados exploten y ocasionen pérdidas sociales cuantiosas? Yo creo que no. Hay que actuar de manera dura y firme. Hay que tomar medidas contra los enriquecimientos ilegítimos.
Afirmamos antes que el mercado es una de las formas de la existencia social. Y creo que es bueno para la economía mundial que los bancos centrales aumenten sus reservas en oro. Pero esto de forma inevitable hace subir el precio del oro. ¿Debemos permitir que esta subida de precio se transforme en un beneficio individual? Yo creo que no. Es necesario conceptualizar la idea de beneficios sociales. Los beneficios sociales son los que producen las formas de trabazón de lo social. Y si la subida de precios del oro ha sido provocada por el aumento de la demanda de oro por parte de los bancos centrales, dicho incremento de precios debe ser apropiado de forma social y no de forma individual. Del mismo modo el aumento del valor de las acciones de las empresas mineras de oro nada tiene que ver con las habilidades empresariales de sus dirigentes, sino con la demanda de oro por parte de los bancos centrales. Así que ese incremento del precio de las acciones de las empresas mineras debe ser igualmente apropiado socialmente.
El mercado, mientras tengamos que producir la riqueza como valores, es un gran mecanismo económico. Lo que lo distorsiona, lo que genera crisis y destruye riqueza y vidas humanas, es la propiedad privada sobre los medios de producción y sobre los frutos sociales que genera las distintas formas de existencia de lo social. Creo que la izquierda radical dará un gran giro de madurez cuando apunte sus tiros contra la propiedad privada y no contra el mercado.