domingo, 29 de noviembre de 2009

Prólogo al libro Marx en su (tercer) mundo de Néstor Kohan

La obra es una incitación a abrir las alas del pensamiento

Iván Márquez
Rebelión


[Este libro tuvo tres ediciones: argentina, cubana y colombiana. El presente prólogo se agrega a la cuarta edición. Fue especialmente redactado para la edición venezolana que se encuentra en proceso de edición]


Estudiar Marx en su (tercer) mundo de Néstor Kohan es liberar el alma del ergástulo del fatalismo ortodoxo, de los manuales y recetas para construir mundos al final de los siglos, sociedades en lontananza a las que se puede llegar sólo después de transitar una larga ruta con estaciones obligadas; es liberarnos del pesado lastre de la metafísica materialista del DIAMAT y del HISMAT para darle curso a los ingenios y destellos de la impaciencia por un mundo mejor.

La obra es una incitación a abrir las alas del pensamiento en medio de una tormenta para que sea arrastrado por el ímpetu revolucionario, una provocación a la subversión no solamente del orden establecido, sino del pensamiento encadenado a esquemas, forzándolo a la lucha, a la praxis, por los cambios que anhelamos, con inventivas y proyecciones certeras.


El marxismo no es la estatua inexpresiva del barbudo de Tréveris pincelada de grises degradados por la pátina del tiempo. La filosofía de la praxis es un pensamiento vivo en permanente regeneración. Es un edificio en construcción que aún no termina, que incorpora insumos y experiencias extraídas de las luchas de los pueblos, de la filosofía, de la ciencia, de la política… siempre en ascenso hacia las cumbres de la dignidad humana. Es el vuelo del pensamiento hacia un horizonte de múltiples caminos, de posibilidades, hacia el destino de humanidad que nos desvela. Una teoría que guía el choque contra la opresión y que de éste deriva al mismo tiempo su vitalidad.

Un pensamiento desconectado de la praxis, de la política, que no moviliza pueblos, es un pensamiento muerto, sin signos vitales. No sirve. Y lo que no sirve para liberar no es revolucionario. Los destellos de oropel de ciertas teorías como el postmodernismo, el postestructuralismo y el pragmatismo, son como telarañas extendidas para atrapar y enredar incautos. Sólo aquellas que sirven a la libertad son invencibles. Y así es la de Marx, una teoría, un pensamiento para liberar pueblos, para edificar sociedades nuevas y humanas con la constelación de opciones que ofrece el universo de la dialéctica.


El marxismo es una filosofía de la praxis y una teoría de la historia. Un arma para la lucha como la espada y el fusil, como las alianzas políticas y la movilización de pueblos. Esa teoría debe marchar en la vanguardia de las luchas.

A Marx hay que tomarlo en su integridad. No lo dividamos en joven y viejo. El Marx autocrítico a partir de los años 60 es el mismo de sus periodos iniciales, con la pasión de Goethe y de Shakespeare, con la nueva visión surgida de la lucha, el de la categoría del mercado que proyecta al capitalismo como un sistema mundial que destruye esa odiosa frontera entre metrópoli y periferia. Que al no justificar la opresión imperial o colonial en aras del progreso de las fuerzas productivas, reivindica a la humanidad. Ése es el Marx que queremos. El de la filosofía viva, no coagulada, el que le responde a Vera Zasulich que no hay fatalidad histórica; el Marx que nos presenta Kohan con una pluralidad de líneas alternativas de desarrollo en sus manos haciéndonos ver las posibilidades de construcción en el tercer mundo de un socialismo no colonizado.

Reconocer que en el corpus teórico marxista hubo discontinuidades y rupturas para adecuarlo a las nuevas circunstancias, no es revisionismo como todavía vociferan algunos torquemadas disfrazados de marxistas, que quedaron acostumbrados a señalar con el dedo de la inquisición, quién debía ser arrojado a la hoguera del pensamiento momificado. A pesar de su enorme creación, la modestia de Marx llegó a decir, “yo solo sé que no soy marxista”; más exactamente: “tout ce que je sais, c'est que je ne suis pas marxiste”, como le respondió a los marxistas franceses; que es como afirmar, no me encasillen, no me reduzcan. Marx se negaba así a que lo transfiguraran en suministrador de recetas infalibles y verdades eternas.


“La filosofía del marxismo ya no puede ser concebida solamente como un materialismo dialéctico, pues su problema fundamental no es ni nunca ha sido ontológico -apunta Kohan. En realidad es una filosofía de la praxis que aborda los problemas fundamentales de la filosofía y la política –sobre todo de la política que es lo que más nos interesa- en relación con la actividad práctica humana que pasa a tener la primacía desde un punto de vista antropológico”.

Es sencillamente extraordinaria su disertación sobre el legado de Lenin, que reúne en un manojo filosofía y política, que habla de ejercer la hegemonía, que dinamiza la lucha de clases al colocar en sus manos el arma de las alianzas… Que le da subjetividad al campesinado, que no teme incorporar soldados a la lucha popular. Que le otorga trascendental importancia al papel de la subjetividad, a la acción y a la conciencia. Lenin, a quien podemos llamar el hombre de la praxis, tuvo la genialidad, sin desestimar la teoría, de priorizar el levantamiento insurreccional al congreso de partido. Era la hora de la insurrección, no de discutir si el capitalismo había alcanzado o no el grado de desarrollo que permitiera dar el paso a unas nuevas relaciones sociales. Lo imperativo y crucial era lanzar sobre el Palacio de Invierno a las masas de obreros y campesinos, determinar el flanco de la acción de los soldados que combatían al lado del pueblo y establecer el momento en que el Crucero Aurora debía disparar el cañonazo que indicara el comienzo de la insurrección para que todo el poder pasara a los soviets.


Hay interdependencia entre objetividad y subjetividad.


Kohan nos invita a repensar la filosofía del marxismo desde abajo y con los de abajo. No solo desde la academia y la intelectualidad, sino desde la práctica política, desde la lucha en todas sus modalidades. A comprender desde el marxismo y desde este hemisferio, la realidad de Nuestra América. A construir desde el pensamiento latinoamericano y caribeño, con Mariátegui, Ingenieros, el Che, Ponce, Martí, y Bolívar –agregamos nosotros-, y también Manuel -que pregonaba que la lucha armada generaba conciencia-, con lo mejor del pensamiento autóctono, una visión para la lucha, para destronar la oligarquía con una concepción, un movimiento con un norte, y con ansia irrefrenable de poder.

El intento de Kohan de sistematizar el pensamiento latinoamericano es un laudable esfuerzo y aporte tangible a la causa de nuestra redención.

Ni calco ni copia…, de acuerdo. Debemos ir por el camino de nuestros propios pensamientos y proyectos, manufacturados, amalgamados con nuestras realidades y costumbres, y nuestra historia de lucha. Porque tenemos historia. Aquí también hay un edificio en construcción. La hora de América está llegando. Inventamos o erramos, como dice el maestro Simón Rodríguez, quien nos instruye a través de sus enseñanzas al Libertador. Usted formó mi corazón –le escribió Bolívar- para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso…

Definitivamente Marx en Nuestra América no puede ser sin Bolívar, aunque aquel hubiese tenido una lectura precaria y equivocada de su gesta y del significado de su apasionada lucha, que hoy prosigue. Marx y Bolívar juntos constituyen en América Latina una potencia demoledora contra la opresión.


Arrojando los dogmas al incendio del olvido debemos reconocer que Bolívar es un poliedro de espejos que destella luces en todas las direcciones de la rosa de los vientos: Guerrero y Libertador. Creador de Estados sobre la base de la soberanía del pueblo. Impulsor de la formación en este hemisferio de una Gran Nación de Repúblicas que blindara nuestro destino. Precursor del antiimperialismo. Apóstol de la unidad. Quijote de la igualdad. Defensor de los indígenas, destructor de las cadenas de la esclavitud. Sólo la democracia –decía- es susceptible de la más absoluta libertad. “Yo antepongo siempre la comunidad a los individuos. Las minas de cualquier clase corresponden a la república. El primer deber del gobierno es dar educación al pueblo”… Ahí están las semillas del socialismo regadas en el surco abierto del corazón de América.


Por su proyecto político y social, de redención y libertad de los pobres del mundo, por su empeño de formar a toda costa una gran patria latinoamericana, Bolívar fue asesinado, mandado a matar, por el gobierno de Washington en una conspiración que involucró a las oligarquías de Bogotá, Lima y Caracas. Antes de él habían sido descuartizados por la corona opresora, Amaru y Katari, también Galán el comunero, y había ofrendado su vida, peleando, el gran Lautaro. Millares murieron por nuestra independencia. Su sacrificio es la base de la nueva sociedad que construiremos; el fuego que impulsa la vindicta de los pueblos.


Una creación heroica debe ser el socialismo latinoamericano…Un socialismo asentado en nuestros valores. Nuestra América-Abya Ayala es un pueblo con historia. La noche latinoamericana tiene aurora y debemos salir a su encuentro. Los estrategas de nuestro destino, nuestros pensadores, fueron al mismo tiempo libertadores. Combatientes de la praxis. Eran palabra y espada, y lanza, al mismo tiempo. Bolívar creó a Colombia, que es unidad de pueblos y primer paso de la unidad continental, antes de que existiera liberada. La estructuró, le dio leyes y luego salió a formarla con su espada en los campos de batalla en Boyacá y en Carabobo. Era la impetuosidad. Nunca concibió la independencia y la libertad, aisladas de la revolución social, y de la unidad. Un bloque de pueblos libres constituido en equilibrio del universo, fue su sueño y será nuestro destino.

De este empeño, contrariando la santa alianza de los tronos opresores, decía Goethe de Bolívar que, “la reunión anfictiónica de Panamá con el propósito de formar una santa alianza de libertad, halagaba su espíritu de ciudadano del mundo y de patriota”.


No hay vida fuera de la lucha. Es un derecho inalienable luchar por un mundo mejor. Frente al imperio sólo tenemos un deber: combatirlo. “No teníamos más armas para hacer frente al enemigo que nuestros brazos, nuestros pechos, nuestros caballos y nuestras lanzas”, apuntaba Bolívar. Pero hoy tenemos el arma de la unidad, y la fuerza del ejemplo, el espíritu y la decisión de nuestros libertadores.


Como dice Kohan, ahora tenemos otro enemigo más mortal que el coloniaje físico: el coloniaje espiritual, que engaña y desmoviliza. Contra él tenemos que concentrar toda nuestra energía colectiva. Reventando esas cadenas, será más fácil construir el nuevo mundo.


Marx en su (tercer) mundo. Hacia un socialismo no colonizado, debe ser abordado releyendo nuestra historia. Con la certeza de que nunca fuimos definitivamente derrotados, me atrevo a sugerir un estudio detenido del capítulo décimo, reforzando su final con las siguientes palabras de Bolívar: “Si disponemos de una mayoría, empleémosla. Si no, no transijamos, pero defendamos el terreno con las armas en la mano y dejemos que nos derroten; la derrota permite la recuperación, en tanto que capitulando… se pierde el derecho de la propia defensa. Victoria absoluta o nada, Esa es mi bandera”.


El autor del prólogo es Integrante del Secretariado de las FARC-EP

martes, 24 de noviembre de 2009

La auténtica crisis es que el sistema capitalista continúe su curso

Crisis, ¿qué crisis?
La auténtica crisis es que el sistema capitalista continúe su curso

Andrés Piqueras
Rebelión


Hace tiempo que la estrategia científica de investigación que concibe la economía como una economía-mundo y el capitalismo como el Sistema que con igual dimensión mundial se explica mutuamente con esa economía, viene insistiendo en que para sopesar en la actualidad cualquier proceso es necesario contemplarlo en su dimensión a la vez histórica y global, de manera que nos permita adquirir la adecuada perspectiva de conjunto.
Es desde esa perspectiva que la “crisis” actual arroja no pocas dudas y procesos cuanto menos ambiguos.

Por un lado tenemos las interpretaciones que sostienen que desde las crisis económico-ecológicas de los años 70 del siglo XX, la dinámica virtuosa de acumulación capitalista en las sociedades centrales del Sistema, se abría detenido, y que la posterior ofensiva neoliberal no habría sido sino una prolongación financiero-especulativa de la agonía.

Por otra parte, no faltan los autores que señalan la recuperación del crecimiento en los centros capitalistas, a partir de 1994, merced a la sofwerización de la economía y a su anejo apéndice financiero (con tasas de crecimiento de 2,6%, que más que duplicaron las del periodo 1974-93, que fueron de 1,2%), y con nuevos repuntes a partir de 2002, después del batacazo de aquella “nueva economía”. Según esta línea de investigación, si bien es cierto que el capitalismo global ha ralentizado su marcha, al acabar el año 2009 la expansión de la acumulación capitalista sigue su curso, pero ya no en las sociedades “ricas”.

Es difícil precisar las características y proyecciones del dramático impasse que estamos atravesando, pero tal vez nos ayuden a vislumbrarlas ciertas consideraciones.

Para empezar, lo que sí ha evidenciado la “crisis” de los últimos años en las sociedades centrales es un nuevo aumento de la concentración de capital y de la dominación de clase cuya recomposición se iniciara en los pasados años 70 con la ofensiva neoliberal a escala planetaria. Asistimos también a una reestructuración de la división internacional del trabajo y a un posible reajuste de la propia delimitación entre centros y periferias capitalistas.

Hagamos algunas concreciones históricas. En los años 70 del siglo XX, con la convergencia de las tecnologías microelectrónica e informática se iniciaba la mundialización de la revolución científico-técnica que expande el principio automático en vez del mecánico, tendiendo a sustituir progresivamente el trabajo manual por el intelectual (proceso que en el corto plazo es casi invisibilizado por la masiva proletarización precaria de más y más sectores de la Humanidad que antes vivían de sí mismos). Sin embargo, a la larga la automatización conlleva la reducción del trabajo en la producción directa, reestructurando las cualificaciones necesarias de la fuerza de trabajo. Esto redefine las demandas sociales de la población trabajadora en dirección al trabajo cualificado, pasando a elevarse el tiempo medio de formación de la fuerza de trabajo y aumentando también, consiguientemente, el valor de ésta (tendencia a largo plazo resultante del desarrollo de las fuerzas productivas).

Como se sabe, sin embargo, esta concatenación de procesos tiende a reducir la plusvalía relativa y, en consecuencia, también la tasa de ganancia capitalista [1] . Por eso el Capital tuvo que “compensar” tales circunstancias desatando una ofensiva mundial contra el Trabajo, que se conoce como neoliberalismo y que busca la superexplotación de la fuerza de trabajo (incrementando así la plusvalía absoluta) y el aumento del desempleo estructural, que permite reducir los precios de la fuerza de trabajo por debajo de su valor. Consiguiendo de esta manera contrapesar parcialmente la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.

Esta tasa, la de ganancia, que está implícita en los cambios drásticos de la acumulación capitalista, está sometida a fluctuaciones más o menos regulares respecto a su tendencia en el largo plazo al decrecimiento, que han dado origen a diversas teorías de ondas y ciclos para tratar de explicarlas.

Los ciclos que investigó el economista soviético Nicolai Kondratiev son periodos de 50 a 60 años de duración, con una fase ascendente (Fase A) de 25 a 30 años y una descendente (Fase B), de similar duración. En las fases ascendentes funcionan los mecanismos antitendenciales y la tasa de ganancia experimenta un fuerte ascenso. La acumulación se realiza, entonces, fundamentalmente a través del sector productivo, donde se desarrollan las innovaciones tecnológicas que habían quedado sin aplicación en la fase descendente debido a su imposibilidad de realización de la ganancia (en cambio, una vez conseguida la elevación de la tasa de ganancia, la expansión de capital se dispara mediante la afluencia y uso de capital “excedente” acumulado pero no valorizado durante la fase de depresión, provocando una nueva onda larga de acumulación).

El capitalismo histórico ha vinculado o tratado de vincular tradicionalmente la acumulación de capital al monopolio, a través del que se ha venido limitando la competencia mediante la articulación de actores privados al Estado. A escala mundial, en la rápida marcha del sistema capitalista de la dimensión paneuropea a la global, la feroz competencia intercapitalista se vio contrarrestada en parte (sólo en parte) por el liderazgo primero internacional y después mundial de la superpotencia que en cada fase estaba al frente del Sistema, mediante la imposición de ciertas reglas del juego y la ambigua asociación monopólico-intercapitalista para defender intereses comunes frente a la Humanidad. Ninguna otra realizó esto como Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX.

Durante ese periodo las restricciones políticas a la competencia permitieron coordinar medidas anticíclicas y por tanto, hasta cierto punto, contratendenciales en una gestión más o menos “socialdemócrata” de la dinámica de acumulación. Gestión que tuvo su apoyo en el desarrollo (y en su apéndice de la cooperación ) como paradigma de las metas y modus operandi de las sociedades humanas a partir de la segunda mitad del siglo XX.

Desde los años 70 de este siglo, sin embargo, todas esas claves se vieron insuficientes para contrarrestar la caída tendencial de la tasa de ganancia capitalista, por lo que la acumulación entró en una nueva fase de descenso o Fase B Kondratiev.

En las fases B de disminución o incluso freno del crecimiento capitalista, buena parte de las inversiones otrora productivas se refugian en el sector financiero-especulativo ante la imposibilidad de seguir obteniendo valor de las inversiones productivas debido al recurrente problema de sobreproducción que satura el sistema en las economías centrales. En esos momentos ya no se trata ante todo de invertir productivamente para generar más riqueza, sino de competir por la riqueza ya generada (la pugna intercapitalista se encauza y crece a través de los mecanismos de casino del mundo financiero). Dentro de ese objetivo destaca la apropiación privada de la riqueza social o colectiva (en forma de propiedad ancestral comunitaria, en forma de recursos de la Humanidad, en forma de saberes colectivos, en forma de servicios sociales, de redistribución de rentas, de propiedad estatal, en forma de soberanía alimentaria, etc.).

Otra parte del “capital excedente” que no puede valorizarse productivamente en las sociedades centrales del Sistema, se exporta a las periféricas para su realización productiva, combinando allí el crecimiento de escala intensiva con la tradicionalmente mayoritaria dimensión extensiva del crecimiento. Esto supone la agudización de la exportación de un modelo de crecimiento-desarrollo que requiere de la depredación sistemática de recursos y de “externalizaciones” cada vez más graves para la ecosfera planetaria (tierra, aire, agua, clima, alimentos, fauna, flora…), según las dimensiones de acumulación puestas en juego se hacen más y más grandes.

Ello quiere decir que ahora la acumulación se realiza fundamentalmente fuera de los centros del Sistema, en las periferias productivas del mismo, que contienen cada vez más inversión tecnológica, en una parcial alteración de la división internacional del trabajo, aunque no (al menos todavía no) de la dinámica de centralización del capital.

De esta forma, el gran frenazo al crecimiento en las economías centrales, a partir de 2007-2008, es compensado en parte por el crecimiento sostenido de ciertas economías periféricas, especialmente China (que con parámetros opuestos a la doctrina neoliberal a escala de las relaciones económicas internacionales, y su marcha hacia su especial versión capitalista, ha batido los récords de crecimiento, de dos dígitos, aunque en el primer semestre de 2009 haya caído a “sólo” algo más del 6%). Pero esto también es válido para otros países de tamaño continental, como India (que en plena “crisis” de 2008 crecía a 8,5%) y Brasil (que en el tercer trimestre de 2009 crece al 9%), y varios de los países ricos en recursos energéticos (así por ejemplo Venezuela, que después de crecer entre 2004 y 2007 en torno al 10%, tiene en 2009 entre un 3 y un 6% de crecimiento; México sigue creciendo por encima del 3%, el conjunto de países del Consejo de Cooperación de los Estados Árabes del Golfo –Bahrein, Kuwait, Qatar, Omán y Arabia Saudí–, todavía crecían al 5,7% en el segundo semestre de 2008, en plena “crisis”, después de haber crecido en torno al 7%).

En las propias economías centrales, la “crisis” de las empresas ligadas a la escala estatal se contrapone al auge de buena parte de los grandes capitales de dimensión y proyección transnacional, incluida la punta de la gran Banca, en lo que supone un palmario (y descarado) cumplimiento de la tendencia del Sistema capitalista: la hiperconcentración del capital (cada vez en menos manos).

Es por eso por lo que algunos autores sostienen que el último ciclo de expansión Kondratiev de la acumulación capitalista (Fase A), que se iniciara a partir de 1994, cobró su mayor auge entre 2002 y 2008, pero todavía está vigente, al menos por unos pocos años más. Su duración dependerá también, obviamente, de la dinámica de las luchas sociales (pues la teoría de los “ciclos” no tiene o no debería tener nada de fatalidad, sino sólo el apunte contrastado de tendencias , y por ello será tanto más fiel a la realidad cuanto que incluya también la lucha de clases como factor interno y no ajeno al propio ciclo).

Por el momento, la producción en las economías centrales y las posibilidades de realizar la acumulación capitalista a través de contratendencias a la caída de la tasa de ganancia, se ven socavadas paradójicamente por el progreso técnico-científico y la valorización de la fuerza de trabajo que le acompaña.

Por eso mismo, el Capital necesita:

Por un lado, desvalorizar esa fuerza de trabajo; proporcionalmente más cuanto más cualificada.
De ahí, entre otras estrategias, la reforma educativa de Bolonia, que busca multiplicar y polijerarquizar los grados de cualificación, para tener profesionales a diferentes precios de mercado, presionando en conjunto hacia abajo el precio de la “fuerza de trabajo intelectual”, cada vez en más casos por debajo de su valor.

De otra parte, la cada vez mayor dependencia que muestra la acumulación capitalista respecto de la (extra)explotación humana (es decir, del trabajo vivo ) hace que las economías centrales tengan que “importar” para sus mercados internos la superexplotación de la fuerza de trabajo especialmente radicada desde los últimos 60 años en las economías periféricas, difundiéndose las condiciones de la plusvalía absoluta a escala mundial.
Este es el objetivo, entre otros, de los Acuerdos de Maastricht y de la “Cumbre de Lisboa”, en la UE y de las sucesivas reformas de los mercados laborales en las economías centrales.

Como quiera que este proceso se refuerza con la importación de la propia fuerza de trabajo de las sociedades periféricas para presionar a la baja sobre el poder social de negociación y las condiciones laborales de la población trabajadora de los países centrales, los acuerdos y reformas mencionados son acompañados por disposiciones jurídico-legales sobre extranjería en la UE y en el conjunto de sociedades que importan fuerza de trabajo, a fin de hacer que mano de obra migrante global se encuentre lo más vulnerable y desprotegida posible, como población cautiva y prácticamente sin derechos, para utilizar a la carta.
Esta es la cruz de la crisis para la Humanidad.

En la actualidad el avance científico-técnico (que aumenta la composición orgánica de capital –es decir, la proporción de trabajo muerto -) se une a la pérdida de liderazgo global de EE.UU., para explicar la agudización de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Sólo la fase expansiva centrada en las periferias ascendentes, permite contrarrestarla. Pero al precio de unos costes humanos y ecológicos sobrecogedores a escala planetaria.

Sin embargo, por un lado, por motivo de la aguda competencia capitalista interna y de la estrechez de sus mercados, estas periferias pueden llegar pronto a su propia sobreacumulación, atascando la posibilidad de valorización del capital productivo y provocando la obturación de la inversión de los capitales excedentes de las sociedades centrales. Circunstancia que generaría, ahora sí, un verdadero cataclísmico desacompasamiento de las finanzas y de los valores bursátiles respecto de la “economía real”.

Por otro, está por ver si el ascenso chino, que responde a parámetros muy diferentes, puede por él sólo continuar tirando de la demanda energética, posibilitando una dinámica de arrastre de los países con alta riqueza en fuentes fósiles no monopolizadas por EE.UU (véase por ejemplo, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Irán y diversos países africanos). Pero aquí nos encontramos con unos ineludibles límites de agotamiento de recursos y de “externalidades” ya inasumibles por la ecosfera. Y es que el crecimiento capitalista tiene una capacidad cada vez menor de desarrollar las fuerzas productivas, incrementando en cambio, exponencialmente, las fuerzas destructivas , al tiempo que genera tormentos sin fin a los seres humanos.

La fase recesiva o de crisis real del conjunto del Sistema capitalista podría estar produciéndose dentro de las próximas dos décadas, indisociablemente unida a la crisis ecológica planetaria, generando los factores de agotamiento de la civilización capitalista, que, sin respuesta de la Humanidad en forma de otro devenir socioeconómico y modelo civilizatorio, puede imponer una drástica coyuntura para la vida humana misma.

Ese posible nuevo “modelo” puede recibir el nombre que se quiera, pero habría de estar presidido al menos por dos factores clave: el decrecimiento y la socialización de los medios de vida y de gestión de las sociedades humanas.


[1] La tasa de beneficio capitalista tiende a declinar según se sustituye trabajo humano (trabajo vivo ) por trabajo mecanizado o automatizado (trabajo muerto ), ya que la plusvalía sólo puede obtenerse de la explotación humana (las máquinas las hicieron y programaron otros seres humanos, que incorporan su trabajo como trabajo pasado –“muerto”- y pagado, en ellas). Ver sobre esta tendencia y sus consecuencias, Piqueras, “La Humanidad frente a su holocausto”, en www.rebelion.org, 26.04

Darwin, Marx y las dedicatorias de El Capital

Salvador López Arnal
El Viejo Topo

Para Jaume Josa

Aquel que entienda al babuino contribuirá a la metafísica más que John Locke
Charles Darwin, cuaderno D, agosto de 1838.

Maestro, periodista, compañero y amigo de Marx, miembro del comité de correspondencia comunista de Bruselas entre 1846 y 1847 y de la oficina central de la Liga de los Comunistas, redactor de la Nueva Gaceta Renana entre 1848 y 1849, emigrado a Suiza en 1849 y a Inglaterra en 1851, Wilhelm Friedrich Wolf falleció en 1864. Tres años más tarde, su amigo le dedicaba el libro I de El Capital, la única parte que llegó a publicar en vida, con las siguientes palabras [1]:

Dedicado a mi inolvidable amigo, valiente, fiel, noble luchador adelantado del proletariado, Wilhelm Wolff. Nacido en Tarnau el 21 de junio de 1809. Muerto en el exilio en Manchester el 9 de mayo de 1864.

El sentido texto de Marx nos conduce a una historia paralela sobre las dedicatorias de su gran clásico, historia en la que el autor de El origen de las especies, cuyo doble aniversario celebramos este año [2], está muy presente. Vale la pena recordarla en pocas líneas.

Norte de Londres, 17 de marzo. Marx había fallecido tres días antes. Su amigo, camarada y colaborador Friedrich Engels le despedía con un emotivo discurso en el cementerio de Highgate. Entre los asistentes, dos científicos naturales [3], el químico Schorlemmer, profesor en Manchester, un antiguo compañero político de Marx y Engels que había combatido en Baden en el levantamiento de la revolución de 1848, y el biólogo darwinista E. Ray Lankester [4]. El autor de La situación de clase obrera en Inglaterra, como en su día apuntara el gran marxista italiano Valentino Gerratana, unía probablemente por vez primera los nombres del amigo desaparecido y del científico británico:

De la misma forma que Darwin ha descubierto las leyes del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx ha descubierto las leyes del desarrollo de la historia humana .

El paralelismo establecido [5] se convirtió tiempo después en un lugar común en la literatura marxista. Con incomprensiones que no deberían desdeñarse: Marx, se dijo y repitió, en paralelo al trabajo de Darwin en el ámbito de la biología y las ciencias naturales, es el creador del continente Historia. Sus “leyes”, categorías y conjeturas son equiparables a las de teoría de la evolución y la corroboración exitosa del materialismo histórico, así como sus aristas gnoseológicas, son similares.

El autor de El Capital no desconoció la gran obra de Darwin. Marx escribió a Engels, quien había sido uno de los mil ciudadanos privilegiados que había adquirido un ejemplar de la primera edición de El origen de las especies en 1859, sobre este gran clásico en más de una ocasión. La siguiente carta está fechada el 18 de junio de 1862 y Marx habla en ella de relecturas de la obra:

(...) En cuanto a Darwin, al que he releído otra vez, me divierte cuando pretende aplicar igualmente a la flora y a la fauna, la teoría de “Malthus”, como si la astucia del señor Malthus no residiera precisamente en el hecho de que no se aplica a las plantas y a los animales, sino sólo a los hombres –con la progresión geométrica– en oposición a lo que sucede con las plantas y los animales. Es curioso ver cómo Darwin descubre en las bestias y en los vegetales su sociedad inglesa, con la división del trabajo, la concurrencia, la apertura de nuevos mercados, las “invenciones” y la “lucha por la vida” de Malthus. Es el bellum omnium contra omnes [la guerra de todos contra todos] de Hobbes, y esto hace pensar en la Fenomenología de Hegel, en la que la sociedad burguesa figura bajo el nombre de “reino animal intelectual” mientras que en Darwin es el reino animal el que presenta a la sociedad burguesa... [6]

Precisamente a esta carta de Marx se refiere Janet Browne [7] en los términos siguientes:

Resulta notable cómo Darwin redescubre entre las bestias y las plantas la esencia de la sociedad de Inglaterra, con su división del trabajo, la competición, la apertura de nuevos mercados, los inventos y la lucha maltusiana por la existencia”, comenta Karl Marx en una carta a Engels de 1862. Marx leyó El origen de las especies poco después de su publicación y advirtió su “torpe estilo inglés”. El comprendió con más claridad que la mayoría la amenaza del Origen (lo he puesto en redondilla) a los estándares tradicionales victorianos. “Aunque está desarrollado al tosco modo inglés, este es el libro que, en el campo de la historia natural, proporciona las bases para nuestros puntos de vista”, continuó dirigiéndose a Engels. Le repitió el mismo comentario exacto a Ferdinand Lassalle. “La obra de Darwin es de una gran importancia y sirve a mi propósito en cuanto que proporciona una base para la lucha histórica de clases en las ciencias naturales”. Marx se reía del temor de los británicos hacia los simios. “Desde que Darwin demostró que todos descendemos de los simios, apenas queda shock alguno que pueda perturbar el orgullo de nuestros ancestros”.
En el primer libro de El Capital, Marx se refiere a Darwin en dos ocasiones cuanto menos, si bien de forma lateral en ambos casos.

La primera vez aparece en el capítulo XII de la sección IV. En una nota a pie de página (n. 31: OME 40, p. 368), a propósito del período manufacturero, que, apunta Marx, “simplifica, perfecciona y multiplica los instrumentos de trabajo mediante la adaptación de éstos a las funciones especiales exclusivas de los trabajadores parciales”, señala:

En su obra que hace época, El origen de las especies, Darwin observa lo siguiente respecto de los órganos naturales de las plantas y de los animales: “Mientras un mismo órgano tiene que ejecutar trabajos diferentes, es tal vez posible descubrir un motivo de su alterabilidad en el hecho de que la selección natural mantiene o suprime cualquier pequeña desviación de la forma menos cuidadosamente de lo que lo haría si ese mismo órgano estuviera destinado a un solo fin particular. Así, por ejemplo, los cuchillos, que están destinados a cortar cosas de todo tipo, pueden ser de formas que en conjuntos sean más o menos una, mientras que un instrumento destinado a un solo uso necesita también otra forma si ha de satisfacer otro uso.”
La segunda referencia aparece en el capítulo XIII, en el apartado dedicado a la “Maquinaria y gran industria”. Refiriéndose a John Wyatt y su máquina de hilar, y a la revolución industrial del siglo XVIII, Marx señala que Wyatt no aludió al hecho de que “la hacía funcionar un asno, no un hombre”, pese a lo cual la función correspondió a un asno. Su programa hablaba de una máquina “para hilar sin dedos”, y en nota a pie (nota 89, OME 41, pp. 2-3), apunta:

Ya antes de él se habían utilizado máquinas para prehilar, aunque muy imperfectas, probablemente en Italia por vez primera. Una historia crítica de la tecnología documentaría en general lo escasamente que ninguna invención del siglo XVIII es cosa de un solo individuo. Por el momento no existe una historia así. Darwin ha orientado el interés a la historia de la tecnología natural, esto es, a la formación de los órganos vegetales y animales en cuanto instrumentos de producción para la vida de las plantas y de los animales. ¿No merece igual atención la historia de la constitución de los órganos productivos del ser humano social, base material de cada particular organización de la sociedad? ¿Y no sería, además, más fácil de conseguir, puesto que, como dice Vico, la historia humana se diferencia de la historia natural en que nosotros hemos hecho la una y no la otra?…

En 1978, durante el coloquio que siguió a una conferencia sobre “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia” [8], le preguntaron a Manuel Sacristán hasta qué punto conocía Marx la ciencia no social de su tiempo. Sacristán señaló que, como era natural, el filósofo y revolucionario comunista había seguido las ciencias cosmológicas con cierto retraso y con menor intensidad que las disciplinas sociales. Los conocimientos naturales que Marx atendió principalmente fueron los que le parecían imprescindibles para su propio trabajo de científico social con los pies y la mirada en la tierra: principalmente agrotecnia, agroquímica y, por prolongación, biología y química. En eso, apuntó Sacristán, había estado empujado por algunas manías suyas.

La pasión por la ciencia alemana […] le hace leerse a [Justus von] Liebig de arriba a abajo por ejemplo, porque le parece que no sólo es un gran agrónomo, sino además un representante típico de ciencia alemana, integrada y global.

En el caso de la biología, proseguía el prologuista a la edición catalana de El Capital, estaba la pasión por Darwin. Marx, erróneamente según Sacristán, veía en Darwin un apoyo teórico para sus propias teorías, de ahí que hubiese cultivado con insistencia la lectura del naturalista inglés.

La gran estudiosa de Darwin e historiadora de la ciencia Janet Browne [9] ha ratificado la afirmación de Sacristán:

Y es célebre la intriga despertada en Karl Marx por las tesis de Darwin, quien señaló en diversas ocasiones que en los trabajos de Darwin veía el sistema capitalista de la competencia y el liberalismo .

No hay duda, pues, de la admiración inicial de Marx por la obra de Darwin, amortiguada, eso sí, con el paso de los años. Está contrastado históricamente que Marx leyó y releyó El origen de las especies en los años iniciales de la década de los sesenta del siglo XIX [10], movido seguramente por el deseo de encontrar bases científico-naturales consistentes con su concepción de la Historia y acaso no fuera incoherente para él el paralelismo entre el concepto de lucha de clases y sus derivadas conceptuales y la apelación darwiniana a la lucha por la supervivencia como motor de la evolución.

De este modo, es comprensible que Marx, que cuando residió en Londres con su familia vivió en algún momento a apenas unos treinta kilómetros del domicilio de Darwin, le hiciera llegar a lo largo de 1873, en fecha no determinada, la segunda edición [11] de El Capital en alemán con una breve dedicatoria: “A Mr. Charles Darwin, de parte de su sincero admirador, Karl Marx” [12].

El gran científico inglés, su admirado naturalista, que no ignoraba evidentemente que Marx era el coautor del Manifiesto Comunista, le contestó el 1º de octubre de 1873 agradeciéndole el detalle y con proximidad ilustrada:

Muy distinguido señor:

Le doy gracias por el honor que me hace al enviarme su gran obra sobre El Capital; pienso sinceramente que merecería en mayor medida su obsequio si yo entendiera algo más de ese profundo e importante tema de economía política. Aunque nuestros estudios sean tan distintos, creo que ambos deseamos ardientemente la difusión del saber y que a la larga eso servirá, con toda seguridad, para aumentar la felicidad del género humano.

Queda, muy distinguido señor, suyo, afectísimo

Charles Darwin
Según Janet Browne [13], editora de la correspondencia de Darwin, éste no llegó a leer, ni siquiera a abrir, el ejemplar que Marx le enviara. Permanece impoluto en la conservada y cuidada biblioteca de Darwin.

Pero durante mucho tiempo se creyó que no fue ésta la única carta que el naturalista inglés escribió a Marx, que no fue éste el único intercambio epistolar entre ambos.

Años después, en 1880, el creador de la teoría evolucionista, respondía a una carta previa desconocida, no localizada hasta entonces, en la que se le solicitada permiso para una dedicatoria y para realizar observaciones sobre su obra.

Muy distinguido señor.

Le estoy muy agradecido por su cortés carta y por el contenido de la misma. La publicación, en la forma que sea, de sus observaciones sobre mis escritos no precisa en realidad de consentimiento alguno por mi parte, así es que no sería serio que yo diera un consentimiento del que no tiene ninguna necesidad. Prefería que no se me dedicara el tomo o el volumen (aunque le doy las gracias por el honor que quiere hacerme), puesto que eso implicaría en cierto modo mi aprobación de toda la publicación, sobre la cual no sé nada. Además, aunque soy un decidido defensor de la libertad de pensamiento en todos los campos, me parece –con razón o equivocadamente– que las argumentaciones en forma directa contra el cristianismo y el teísmo difícilmente producen algún efecto en el público. Pienso que la libertad de pensamiento se promueve mejor a través de la gradual iluminación de las mentes que se deriva del progreso de la ciencia. Puede que, sin embargo, yo me haya visto influido excesivamente por el disgusto que habrían sentido algunos miembros de mi familia si hubiera apoyado de algún modo ataque dirigidos contra la religión.

Me disgusta rechazar su ofrecimiento, pero soy viejo, tengo muy pocas fuerzas y leer pruebas de imprenta –como sé por experiencia reciente – me cansa mucho

Queda, muy distinguido señor, suyo, afectísimo,

Ch Darwin [La letra en redondilla es mía]

No cabe pasar por alto la penetrante intuición argumentativa y psicológica de Darwin sobre los efectos persuasivos de las argumentaciones directas contra las creencias religiosas.

No es, en todo caso, el tema que nos ocupa. Cabe enfatizar aquí el breve paso en que Darwin parece apuntar –o, más bien, apunta claramente– al contenido de la obra enviada:

[…] las argumentaciones en forma directa contra el cristianismo y el teísmo difícilmente producen algún efecto en el público […]
Argumentaciones contra el cristianismo, contra el teísmo… No parece que la afirmación darwiniana señale de ningún modo a los contenidos centrales de El Capital. Sin embargo…

En 1931, la revista soviética Bajo el estandarte del marxismo publicó esta segunda carta de Darwin de octubre de 1880. La redacción de la revista soviética conjeturó, con riesgo especulativo, pero no de forma implausible, que el desconocido destinatario de la carta era Marx, Karl Marx.

Isaiah Berlin, en su aproximación a Marx de 1939 [14], señaló, basándose en esta carta, que el autor de El Capital quería dedicar a Darwin la edición alemana original.

Francis Wheen [15] ha comentado, en tono crítico, el descuido de Berlin, quien, en su opinión

[...] pasó por alto completamente el hecho de que El Capital –con su dedicatoria a Wilhelm Wolff– apareció en 1867, nada más y nada menos que trece años antes de que supuestamente Marx le ofreciese “el honor” a Darwin.
No es el caso: Berlin dedujo que Marx quería dedicar a Darwin el segundo volumen de El Capital, no el primer libro editado ciertamente en 1867.

Después de la segunda guerra mundial, casi todos los autores que se aproximaron al asunto aceptaron, con matices y alguna vacilación, el rechazo por Darwin de la dedicatoria propuesta, difiriendo en el volumen que Marx pretendía dedicarle.

McLellan [16], por ejemplo, con mucha más atención, señaló que Marx, en realidad, como ya había apuntado Berlin, deseaba dedicar a Darwin el segundo libro de El Capital.

Gerratana [17], en su clásico estudio sobre “Marxismo y darwinismo” sostenía una posición similar si bien advertía, prudentemente, que “no se ha podido encontrar la carta de Marx, por lo que faltan algunos datos esenciales para aclarar por completo el significado de ese interesante episodio”, señalando una posible interpretación:

Muy probablemente el sondeo realizado por Marx tenía un objeto menos contingente: la posibilidad de establecer en el campo científico las relaciones entre darwinismo y socialismo, en el caso de que hubiera sido aceptada por Darwin, habría liquidado definitivamente la polémica bizantina que se estaba desarrollando durante aquellos años y que iba a continuar desarrollándose durante algunas décadas con igual superficialidad por parte de naturalistas y de socialistas

Finalmente, Sholomo Avineri [18] sugirió que los recelos marxianos sobre la aplicación política del darwinismo hacían impensable una oferta sincera. La dedicatoria de El Capital a Darwin había sido, con seguridad, una mera broma.

Basándose en las investigaciones de la estudiosa de la obra de Darwin, Margaret A. Fay [19], de Ralph Colp, Jr. [20], quien ya habló en los setenta del mito de la creencia de que Marx deseaba dedicar alguna parte de El Capital a Darwin, y de Lewis S. Feuer [21], Wheen ha apuntado una explicación diferente. La siguiente:

La segunda carta de Darwin no fue enviada a Marx sino a Edward B. Aveling, el compañero de Eleanor Marx, hija de Marx y Jenny von Westphalen. Aveling había publicado en 1881 The Student’s Darwin. Fay descubrió entre los papeles de Darwin una carta de Aveling de 12 de octubre de 1880, unida a unos capítulos de muestra de su obra, en la que después de solicitar el apoyo o el consentimiento de Darwin a su trabajo, añadía:

Me propongo, dependiendo de nuevo de su aprobación, honrar a mi obra y a mí mismo dedicándosela a usted.

¿Por qué entonces la carta de Darwin a Aveling había terminado en el archivo de Karl Marx dando pie a la confusión sobre la dedicatoria de El Capital? Porque Eleanor Marx y el propio Aveling, después del fallecimiento de Engels, habían sido los depositarios del legado marxiano, mezclándose por error los documentos de uno y otros.

Así, pues, la atribución de la citada carta a Karl Marx es falsa con toda probabilidad, pero la hipótesis sobre su autoría fue una razonable conjetura extendida y aceptada en tradiciones y publicaciones marxistas (y no marxistas), con algún descuido o falta de documentación en algún caso. Ni que decir tiene que la admiración de Marx por la obra de Darwin está confirmada y que la no lectura de Darwin del regalo enviado por Marx no apunta a ningún menosprecio por la obra de éste ni tan siquiera a cosmovisiones muy alejadas en uno y otro caso. El autor de El origen de las especies vio que ambos aspiraban, desde sus respectos ámbitos, a la difusión del saber contrastado y al avance de la felicidad humana.

Janet Browne [22] ha explicado esta curiosa historia de la dedicatoria de El Capital en los términos siguientes:

[…] En una ocasión se creyó que Marx quiso dedicar El Capital a Darwin, pero aquella impresión se basaba en un malentendido. En efecto, Marx mencionó El origen de las especies en su texto y envió a Darwin un ejemplar de presentación de la tercera edición de El Capital en señal de aprecio. Todavía forma parte de la colección de libros de Darwin con una nota de Marx en su interior. La confusión nacía de un error de identificación de una carta dirigida a Darwin. La carta procedía en realidad de Edward Aveling, el filósofo político y yerno de Marx, que adoptó con entusiasmo los planteamientos seculares de Darwin. Aveling le preguntó a Darwin si le importaría que le dedicara uno de sus libros. Como no deseaba que la asociaran públicamente con el ateísmo de Aveling, Darwin denegó la petición.
La actitud prudente de Darwin en este punto no fue obstáculo, por lo demás, para que recibiera a Aveling apenas un año después, en septiembre de 1881, cuando el compañero de la hija de Marx estaba asistiendo al Congreso Internacional de los Librepensadores. Janet Browne [23] cuenta así el encuentro:

Los dos filósofos sociales radicales [Aveling y Ludwig Buchner] se encontraban asistiendo al congreso de la Federación Internacional de Librepensadores en Londres. Buchner tenía una amplia reputación de ser el materialista más feroz de Europa; Aveling era un ateo declarado. Tan sólo unos pocos meses antes, Darwin había escrito para rechazar la petición de Aveling de que deseaba dedicarle The Student’s Darwin [24] diciendo que los fragmentos ateos llevaba sus opiniones “mucho más allá de lo que me parece a mí seguro” (Feuer 1975).
Asimismo, el almuerzo que se celebró difícilmente pudo haber estado más fuera de lugar. Los Darwin habían invitado además de John Brodie Innes, su antiguo vicario, para tener apoyo moral. Sin embargo, la ocasión resultó agradable. Después de comer, los hombres [25] se retiraron al estudio de Darwin, y allí, “entre el humo de los cigarrillos, con sus libros que nos observan por encima de nuestras cabezas y sus plantas para los experimentos por allí cerca, nos dedicamos a charlar” (Aveling 1883). Aveling le pregunto enseguida a Darwin si era ateo. Él prefería la palabra “agnóstico”, respondió. “Agnóstico no es más que ateo con énfasis en la respetabilidad –respondió Aveling–, y ateo no es más que agnóstico con énfasis en la agresividad”. Los invitados presionaron a Darwin para que valorase su papel en la difusión del pensamiento libre: todo librepensador debería proclamar la verdad “¡a todas partes desde los tejados!”. Hacia el final todos se decidieron de un modo cordial por la insuficiencia del cristianismo “Yo no abandoné el cristianismo hasta los cuarenta años de edad –afirmó Darwin–. No tiene el respaldo de las pruebas.”

Señala Browne que, muy impresionado por la evidente sinceridad de Darwin, Edward Aveling publicó “una descripción nerviosa” de la entrevista dos años más tarde, en 1883, tras la muerte de Darwin. La tituló The Religious Views of Charles Darwin (“Las opiniones religiosas de Charles Darwin”).

Como era de esperar, el artículo del materialista radical Aveling no gustó a los miembros de la familia Darwin. No era ésa su lectura del legado filosófico ni de las consideraciones religiosas del autor de El origen de las especies.

Addendum: En un artículo reciente, Gonzalo Pontón [26], hacía referencia al profesor Jerry A. Coyne, quien acaba de publicar un libro titulado Why Evolution is True, en el que explica con pulcritud un argumento contra la, seamos gnoseológicamente generosos, teoría del diseño inteligente: “La imperfección es la marca de la evolución, no la del diseño consciente”. La evolución produce criaturas imperfectas, inacabadas: los mecanismos evolutivos han dotado al kiwi de unas alas sin función; la mayoría de las ballenas conservan vestigios de pelvis y huesos de las patas como recuerdo de su pasado de cuadrúpedos terrestres; los humanos contamos con músculos para accionar una cola ya desaparecida, erizar plumas de las que no disponemos (la “carne de gallina”) o mover cómicamente las orejas, recordaba Pontón. A veces la evolución puede producir resultados útiles para un individuo, pero perjudiciales para la especie en su conjunto. Pontón recordaba en su artículo un ejemplo fastuoso aportado por Forges:

[…] en el dibujo aparece un obispo o cardenal (¿Rouco? ¿Camino?) de gesto avinagrado que Darwin observa entre perplejo y azorado. ¿Por qué razón? Porque ve, como Forges y como yo, que aquí la selección natural no ha jugado en favor de la especie. Si la selección natural “apaga” los genes más perjudiciales y activa los más favorables, ¿por qué existen los eclesiásticos?

Los interrogantes del admirable editor de Crítica proseguían: ¿por qué sobreviven seres inmorales capaces de engañar a sabiendas a los más débiles y desvalidos de los humanos diciéndoles que los preservativos pueden aumentar el riesgo de contraer el sida? Desde Darwin, sugiere Pontón, puede explicarse la existencia de tales criaturas: deben de ser vestigios de nuestros antepasados los reptiles.

Se me perdonará entonces que, aprovechando que el Ebro pasa por Zaragoza y el Duero por Pisuerga, añada otras preguntas de las que no soy capaz de conjeturar hipótesis explicativas: ¿Cómo es posible, como encaja en la evolución de las especies y las sociedades humanas, que un gobierno de izquierdas tripartito lleve una ley al Parlament catalán, con el beneplácito de CiU y el apoyo sustantivo del PP menos en asuntos lingüísticos, agitatorios electoralmente, que amén de privatizaciones y apoyo a negocios privados “concertados”, permita que instituciones educativas en manos de clérigos fanáticos (y afines) que segregan a jóvenes estudiantes en función del sexo, y no sabemos si también con otros criterios, reciban ayuda pública para sus propósitos antievolucionistas? ¿Se explica en esas instituciones educativas el darwinismo o se hace en “justo” paralelo con la “teoría” el diseño inteligente? Una hipótesis apenas entrevista, que acaso sea razonable: la evolución de las sociedades humanas exige para su transformación, además de los mecanismos naturales señalados, coraje ciudadano, el luciferino non serviam, y el gobierno catalán (¡ay!), hasta estos momentos, parece no andar sobrado de estos condimentos cívicos rebeldes.

PS: Óscar Carpintero me señaló amablemente el artículo referenciado de S. Jay Gould, que yo desconocía hasta entonces. Manuel Talens ha revisado el artículo con cuidado, me ha señalado erratas y algún error, le ha dado forma y lo ha tratado con el mimo al que nos tiene acostumbrados. Gracias, muchas gracias a ambos.

Notas

[1] Uso la traducción del primer libro de El Capital de Manuel Sacristán: OME (Obras de Marx y Engels) 40, 1976, Ediciones Grijalbo. Los siguientes volúmenes aparecieron en Crítica, la editorial que fundó en aquellos años un amigo y colaborador de Sacristán en Ediciones Ariel, Gonzalo Pontón.

[2] El 12 de febrero se cumplieron 200 años del nacimiento de Charles Darwin y el 24 de noviembre de 2009 se celebrará el 150 aniversario de la publicación de El origen de las especies. La teoría de Darwin ha sufrido en sí misma una evolución con el surgimiento del neodarwinismo, que sostiene a un tiempo el rigor de la idea primigenia de Darwin a la vez que se nutre de los estudios sobre herencia de Gregor Mendel. Han existido y existen, desde luego, “hijos de Darwin” que manipulando sus ideas defendieron y defienden la “ingeniería social”. Así, el “darwinismo social” basado en la eugenesia, propuesta por Francis Galton, primo de Darwin, y la posterior aportación de Spencer. No es impensable, como es sabido, que algunas de estas “teorías” influyeran en la cosmovisión del nazismo (y concepciones del mundo afines).

[3] Valentino Gerratana, “Marxismo y darwinismo”, en Investigaciones sobre la historia del marxismo I. Hipótesis-Grijalbo, Barcelona, 1975, p. 99, traducción de Francisco Fernández Buey (esta colección inolvidable, en la que fueron publicados 17 ensayos, fue dirigida conjuntamente por Manuel Sacristán y por el propio Francisco Fernández Buey). Stephen Jay Gould, “El caballero darwinista en el funeral de Marx: resolviendo la pareja más extraña de la evolución”, en Acabo de llegar. El final de un principio en historia natural, Barcelona, Drakantos bolsillo, 2009 (pp. 153-174) –trabajo del que he tenido noticia gracias a Óscar Carpintero– señala como asistentes al entierro de Marx: Jenny, su mujer; una hija de Marx; sus dos yernos, Charles Longuet, Paul Lafargue; Wilhelm Liebknecht, Friedrich Lessner, G. Lochner y los dos científicos citados. S. Jay Gould olvida que la mujer de Marx había fallecido en 1881. Gould, por otra parte, señala igualmente que Engels se dio cuenta de la “anomalía” que representaba la presencia de los dos científicos naturales. En su informe oficial del funeral (publicado en Der Sozialdemokrat de Zurich, 22 de marzo de 1883), apuntaba: “Las ciencias naturales estuvieron representadas por dos celebridades de primer rango, el profesor de Zoología Ray Lankester y el profesor de química Schorlemmer, ambos miembros de la Royal Society de Londres”.

[4] S. Jay Gould lo presenta en los siguientes términos: “[…] E. Ray Lankester (1847-1929), joven biólogo evolutivo inglés y principal discípulo de Darwin que ya entonces era famoso, pero más tarde se convertirá (en tanto que Profesor sir E Ray Lankester, K.C.B. [Caballero de la Orden del Baño], M.A. [el grado “obtenido” en Oxford o Cambridge]. D.Sc. [un grado honorífico posterior como doctor en ciencias], FRS [miembro de la Royal Society, la principal academia honoraria de la ciencia británica]), en prácticamente el más celebre, y el más chapado a la antigua,. De los científicos ingleses convencionales y socialmente prominentes” (ed. cit., pp. 156-157).

[5] Un brevísimo paso de un discurso de despedida y recuerdo, en absoluto un pensado y documentado texto de reflexión político-filosófica.

[6] Gould señala en su artículo que “Marx siguió siendo un evolucionista convencido, desde luego, pero su interés por Darwin menguó claramente con el paso de los años” (p. 168). Margaret Fay manifiesta la siguiente opinión a este respecto (Ibidem, pp. 168-169): “Marx… aunque inicialmente se sintió excitado por la publicación de El Origen… de Darwin, desarrolló una postura mucho más crítica hacia el darwinismo, y en su correspondencia de la década de 1860 se burlaba de manera suave de los prejuicios ideológicos de Darwin. Los apuntes etnológicos de Marx, compilados hacia 1879-1881, en los que sólo se cita una vez a Darwin, no proporcionan ninguna prueba de que retornara a su entusiasmo inicial”.

[7] Janet Browne, Charles Darwin. El poder del lugar, Valencia, PUV, 2009, p. 246 (traducción de Julio Hermoso).

[8] Véase: Manuel Sacristán, Sobre Dialéctica. El Viejo Topo, Barcelona, 2009, pp. 147-164.

[9] Janet Browne, La historia de El origen de las especies de Charles Darwin. Debate, Madrid, 2007, p. 111.

[10] Ralph Colp, Jr.: “The myth of the Darwin-Marx letter”. History of Political Economy 14:4, 1982, p. 461.

[11] Janet Browne habla de la tercera edición (op. cit., p.112). Creo que es una errata.

[12] Según Janet Browne, op. cit., p. 112, todavía “forma parte de la colección de libros de Darwin con una nota de Marx en su interior”.

[13] Véase Janet Browne, Charles Darwin. El poder del lugar, ed. cit. , p. 517

[14] I. Berlin, Karl Marx. Su vida y su entorno. Alianza editorial, Madrid, 2000.

[15] Francis Wheen, Karl Marx. Editorial Debate, Madrid 2000, p. 336.

[16] David McLellan, Karl Marx. Su vida y sus ideas , ed. cit., p. 488

[17] Valentino Gerratana, Investigaciones sobre la historia del marxismo, ed. cit ., p. 123

[18] Sholomo Avineri, “The Marx-Darwin Question: Implications for the Critical Aspects of Marx's Social... Warren International Sociology. 1987; 2: 251-269 .

[19] Margaret Fay, “ Did Marx offer to dedicate Capital to Darwin?: A Reassessment of the Evidence” . Journal of the History of Ideas , Vol. 39, No. 1 Jan-Mar, 1978, pp. 133-146.

[20] Ralph Colp, Jr.: “The contacts between Charles Darwin and Karl Marx”. Journal of the History of Ideas 35 (April-June 1974).

[21] Lewis S. Feuer, “Is the “Darwin-Marx correspondence” authentic?”, Annals of Science, 32: 1-12. Gould señala en su artículo que Feuer y Fay trabajaban de forma independiente y simultánea.

[22] Janet Browne, La historia de El origen de las especies de Charles Darwin, ed. cit., pp. 111-112. Browne se muestra más comedida en su gran biografía de Darwin (ed. cit., pp. 517-518): “Hay escasas pruebas de la historia que afirma que Marx le pidió permiso a Darwin para dedicarle una futura edición de El Capital en reconocimiento de la comprensión de la lucha en la naturaleza por parte del británico. Al contrario, es mucho más probable que fuese Edward Eveling quien le preguntarse a Darwin si podía dedicarle uno de sus libros, y que tal solicitud fuese rechazada”. Browne apunta, en conjetura parcialmente arriesgada, que la confusión irrumpió sólo tras la muerte de Darwin (y acaso, habría que añadir la de Marx), ya fuese a través del deseo de Aveling de relacionar el darwinismo con su ateísmo revolucionario, o porque los documentos de Marx y Aveling se mezclasen azarosamente tiempo después.

[23] Janet Browne, Charles Darwin. El poder del lugar, ed. cit., p. 623.

[24] El Darwin para el estudiante de Aveling el segundo volumen de la Biblioteca Internacional de Ciencias y Librepensamiento.

[25] “Hombres” refiere en este caso, efectivamente, a hombres.

[26] Gonzalo Pontón, “La perplejidad de Darwin”. El País, 29 de marzo de 2009.



Una versión anterior de este artículo apareció en El Viejo Topo, julio-agosto de 2009.

Salvador López Arnal es colaborador de Rebelión, El Viejo Topo, Papeles ecosociales y Sin permiso, y autor de La destrucción de una esperanza. Manuel Sacristán y la primavera de Praga, Akal, Madrid (En prensa).




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Debate marxista: relación Sociedad-Naturaleza

Una relación material a tener en cuenta

Taeli Gómez Francisco
Rebelión


I –Una mirada desde el todo:

A propósito de nuestra realidad como pueblos colonizados, creemos que resulta necesario, desde el contexto de una Nueva Ciencia Política del Sur, reconocer la unidad materialista-dialéctica del proceso histórico-natural. Lo anterior, por las implicancias comprometidas, que exigen, la superación revolucionaria del conjunto de las relaciones sociales actuales por el modo de producción comunista. En este contexto, el socialismo debe comprender, en su proceso de destrucción, todas las contradicciones que impliquen enajenación.

Hasta ahora, hemos abordado desde nuestra óptica histórica, la actividad como el momento de existencia de la realidad social (1); en tanto, la práctica, ha acumulado contradicciones sociales que nos evidencian la dimensión del trabajo enajenado, en su consideración social y profundizamos de esa forma, la esencia del hombre.

Ahora bien, ello se ha mostrado en el carácter creador de la conciencia social; la cual, ha permitido dilucidar, a través, de sus formas -como interrelaciones específicas de un cuadro único-, que se han abordado principalmente, el ámbito de las relaciones sociales intersubjetivas; es decir, la esencia del hombre mediada por las necesidades del ser social que evidenciaban esta dimensión.


No obstante, como pueblos del sur, hemos perdido, de manera más dolorosa que otros, nuestro cuerpo orgánico que comprende, al humano-no humano; y por lo mismo, nos consta, por nuestra práctica acumulada, la vulnerabilidad de nuestra especie y la incertidumbre de la vida en el planeta. Esta consecuencia significa una contradicción a considerar.

Lo anterior explica el movimiento inclusivo-dialéctico de lo activo y así lo sintetiza Thalía Fung, al definirlo como la “concatenación de la interacción entre la naturaleza viva y la vida social por una parte, y por la otra, como sustancia de todas las transformaciones materiales, sin excluir los cambios en la naturaleza no viva…” (2). Con ambas consideraciones complementarias, imbricadas en una sola realidad, se nos permite visualizar, que la sociedad ha llegado a un estado de acumulación práctica que, evidenciada por la conciencia ecológica, le ha permitido ver a una determinada naturaleza y el incremento de lo activo como parte de su actualidad

Tal vez, Marx lo advirtió, y de manera profunda, sólo que, nos demostró que la verdad no está en la idea, sino en la práctica, pues no la había suficiente para leer, desde ella, la crisis ecosocial. Tal como Aristarco en el siglo IIII a.c. propuso el modelo heliocéntrico del sistema solar; sólo que no era una definición matemática-astronómica, sino práctica.

En tal sentido, Marx, en los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, ya nos presenta, al abordar la enajenación del trabajo, su claridad sobre la contradicción ecosocial que contiene el capital. De acuerdo a ello, Marx nos dice que el trabajo, no sólo produce mercancías, se produce a sí mismo y al obrero como mercancía ; por lo tanto, la relación social que circula en el mercado como una cosa, no sólo contiene lo anterior como proceso de desrealización del trabajador, sino que, además naturaleza cosificada (un plusecosocial(3)). Ésta se transforma en un simple medio que satisface la necesidad del capital de autorrepoducirse y con ello, a la vez, la muerte del hombre. De ahí que, con la mercancía circula una relación social que da cuenta, no sólo de la contradicción que habíamos observado: mientras más produce el trabajador MENOS TIENE, sino que además, hoy se le adiciona, MENOS ES.

Por tal razón, se le cosifica, al igual que la relación social mercancía, como un fetiche, un objeto externo un “fetichismo eco-social”(4). De ahí que la ha imaginado como un ente extraño y hostil que se le enfrenta y amenaza. Pero esta contradicción no había adquirido autonomía como una forma de la conciencia social, sólo estaba sustantivado en ellas lo intersubjetivo; mas sólo, al hacerse visible la contradicción, se adquiere conciencia de lo humano y no humano como unidad universal. De ahí la profundidad revolucionaria que, a nuestro entender, debe contener la Nueva Ciencia Política, pues la presencia de la conciencia ecológica, en la conciencia política, expresa una necesidad del ser social, que en última instancia, es determinante.

En este sentido, la dirección política, debe ir encaminada hacia, necesariamente, la transformación revolucionaria de todas las contradicciones que provocan la enajenación del hombre. Decimos esto porque, la unidad a superar como acto de la enajenación de la actividad humana práctica, del trabajo contiene los tres elementos analizados por Marx, primero, la relación del trabajador con el producto del trabajo como con un objeto ajeno y que lo domina; segundo, la relación del trabajo con el acto de la producción dentro del trabajo y, además, el trabajo enajenado, hace extraños al hombre de su propio cuerpo, la naturaleza, su esencia humana-no humana. Esta última ocasiona que el ser viviente genérico universal se autodisminuye al limitar la posibilidad de realizar su actividad vital trabajo como mediación socionatural, y por ende, la consecuencia es su propia auto eliminación como hombre.


La importancia que le damos a esto viene dada desde la consideración de la totalidad ideal marxista, en tanto, dentro de ella, la ubicamos en lo que se ha denominado, la base material. Lo anterior explica la motivación revolucionaria del enfoque. De ahí que, su toma de conciencia, desde la Ciencia Política del Sur, se hace imperativa.

Si se considera, desde esta perspectiva, la relación sociedad-naturaleza-naturaleza-sociedad, como un momento material esencial, podemos comprender la inversión que hemos reproducido al validar, ideológicamente, la enajenación que presenta a la naturaleza como un ajeno, como una cosa agotable. En este contexto, consideramos que, el abordaje del tema “ambiental” ha sido realizado, por lo general, de forma parcial e inclusive, marginalmente. Por el contrario, la Nueva Ciencia Política, debe plantearse el comunismo -como superación del modo de producción capitalista-, pero realizable y ello sólo es posible, si el socialismo, como etapa política consciente, elimina todas las bases de la enajenación. C ualquier omisión o paso táctico reformista, es un riesgo a la estrategia final.

II-Una mirada desde la parte y sus interrelaciones:

Lo que hemos expresado anteriormente, pretende ser parte de un debate, que re posesione a la relación sociedad-naturaleza-naturaleza-sociedad, en la base material y por lo mismo, que la considere determinante al momento de avanzar hacia soluciones históricas. Por consiguiente, un enfoque ecologista simplemente, puede ser visto, guardando las diferencias, como un ecologismo utópico, en el sentido de atender a las consecuencias. Tal como Marx no parte desde la pobreza, sino desde la esencia de ella, no se debe partir desde el agua agotada o los bosques talados; sino de la incompatibilidad de la mercancía con el hombre. Hay reflexiones muy profundas que demuestran la lógica de esta precisión en Marx, es así como, en las Glosas Marginales al Programa del Partido Obrero Alemán, señala “ La distribución de los medios de consumo es, en todo momento, un corolario de la distribución de las propias condiciones de producción. Y esta distribución es una característica del modo mismo de producción. … El socialismo vulgar (y por intermedio suyo, una parte de la democracia) ha aprendido de los economistas burgueses a considerar y tratar la distribución como algo independiente del modo de producción, y, por tanto, a exponer el socialismo como una doctrina que gira principalmente en torno a la distribución. Una vez que está dilucidada, desde hace ya mucho tiempo la verdadera relación de las cosas, ¿por qué volver a marchar hacia atrás?”.

Entonces, la pregunta, ¿por qué volver a marchar hacia atrás y buscar avanzar desde las consecuencias?. La crisis ecosocial, está en la relación capital-trabajo, en la enajenación de la actividad humana práctica, del trabajo; en consecuencia, la Nueva Ciencia Política del Sur debe comprender toda la contradicción que representa la mercancía.

En definitiva, “ La desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas. El trabajo no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general”(5). Y también, decimos nosotros, en cada mercancía hay un humano-no humano que deja de ser.




(*) Trabajo presentado en el XII Taller Internacional “Nueva Ciencia Política”, Cuba, 2009


(1) Valiosos son los aportes del autor Rigoberto Pupo que permiten comprender esta categoría, principalmente, desarrollados en su libro Rigoberto Pupo, 1990 La actividad como categoría filosófica, Editora Ciencias Sociales, Instituto del Libro, La Habana , (pág.13)


(2) Thalía Fung, 1990, Prólogo del libro La actividad como categoría filosófica, Pupo Ibíd.


(3) Denominación propuesta por la autora en la investigación plasmada en la Tesis para optar al grado de Doctora en Ciencias Filosóficas, “ La conciencia ecológica: una nueva forma de la conciencia social” Universidad de la Habana, Cuba. 2007. No publicada.


(4) ibid


(5) Manuscritos económicos y filosóficos de 1844.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa de la autora, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

Las crisis del capitalismo. Textos de Karl Marx con introducción de Daniel Bensaïd

Una lectura imprescindible para entender la crisis

Viento Sur

¿Por qué la actual crisis? ¿Cómo salir de ella?
Estas son las preguntar que intenta responde el libro “Las crisis del capitalismo”, formado por textos de Marx sobre las crisis capitalistas y una análisis de la crisis actual por parte de Daniel Bensaïd, que la editorial Sequitur acaba de publicar en la versión castellana de Alberto Nadal Fernández. La obra, un pequeño volumen de 93 páginas, es de gran valía para los militantes anticapitalistas interesados en conocer mejor el pensamiento de Marx y en comprender mejor la naturaleza de la crisis actual. Está dirigida no sólo a economistas, sino a activistas sociales y políticos.

Si muchas interpretaciones tienden a percibir las crisis como resultado de causas casi naturales que vienen a alterar el equilibrio económico, Marx en las notas preparatorias del Capital que aquí se presentan en el libro, centra la comprensión de la crisis en las relaciones sociales propias de la economía capitalista. Marx no habla en ningún momento de “crisis final del capitalismo”, sino que muestra cómo la producción capitalista tiende incesantemente a superar su propia lógica. Las crisis serían, por tanto, inherentes al sistema económico y se resolverían, ¿cambiando las relaciones sociales? Esta es la cuestión central.

El libro contiene notas preparatorias del Capital donde Marx analiza la lógica y la naturaleza de las crisis capitalistas. Cuenta también con una completa introducción del filósofo Daniel Bensaïd, profesor de la Université Paris VIII y director de la revista Contre-Temps y colaborador habitual de Viento Sur. Autor de una extensa obra que abarca más de una treintena de libros, su última obra traducida al castellano por Susana Rodríguez-Vida es Elogio de la Política Profana (Península, 2009), donde realiza un repaso a las transformaciones contemporáneas de las categorías políticas de la modernidad e intenta repensar una estrategia de emancipación para el siglo XXI.

En su introducción Bensaïd analiza primero el pensamiento de Marx sobre las crisis capitalistas para pasar después a la discusión sobre la crisis actual, a las respuestas dominantes a la misma y a los debates estratégicos actuales entre neokeynesianismo y alternativa anticapitalista. La introducción de Bensaïd tiene dos partes diferenciadas, “Marx y las crisis”, donde analiza el pensamiento de Marx sobre las crisis capitalistas, cuyo interés como señala Bensaïd “es haber atravesado las apariencias, la superficie confusa de las cosas, para buscar en el corazón del sistema las razones de la sinrazón, la lógica de lo ilógico”. Bensaïd nos remarca correctamente que para Marx las crisis capitalistas son inevitables pero no insalvables. Marx no habla de “crisis final”. “La cuestión clave”, explica Bensaïd”, “es saber a qué precio, y a costa de quién, pueden ser resueltas. La respuesta no pertenece a la crítica de la economía política, sino a la lucha de clases y a sus actores políticos y sociales”.

En la segunda parte de la introducción, titulada, “Y después de Keynes, ¿qué?” Bensaïd analiza la naturaleza de la crisis actual, la pone en perspectiva histórica comparándola con las de los años treinta, y contrasta las respuestas de Keynes a la crisis y las de Marx. Su introducción concluye con la formulación de “siete hipótesis estratégicas” sobre la crisis y la orientación necesaria para la izquierda para luchar por una salida anticapitalista a la crisis actual, todas ellas de recomendable lectura y estimulantes para el debate y la discusión.

Sin duda, este pequeño libro constituye una lectura útil para comprender el mundo actual y para contribuir a transformarlo.

sábado, 21 de noviembre de 2009

“Las universidades están ardiendo”

Grandes movilizaciones estudiantiles en Austria

Gernot Trausmuth
In defense of Marxism / La Haine

Extender las ocupaciones a una huelga en las universidades sería la única manera de ganar la lucha por una educación gratuita que comenzó hace ya más de tres años

La crisis del capitalismo está sacudiendo cada rincón del mundo. Ahora Austria, considerado en el pasado como el país de la paz social y el "diálogo", ha sido golpeado por una inmensa protesta estudiantil que está atrayendo un apoyo cada vez más amplio entre los trabajadores, que también están mostrando signos de radicalización.
Después de una primavera caliente con masivas huelgas estudiantiles y protestas sindicales por mayores salarios, este otoño comenzó con ocupaciones de universidades y manifestaciones masivas de estudiantes. Austria ha alcanzado un punto de inflexión.

En los últimos años hemos visto una total reestructuración del sistema universitario austriaco siguiendo los principios de la llamada ideología "neoliberal". En 2001 la entonces coalición de gobierno de derechas introdujo las tasas universitarias, en varias facultades cupos de admisión (incluidas las pruebas de selectividad). En términos reales el presupuesto universitario cayó hasta un nivel que hace imposible garantizar a todos los estudiantes el acceso a clases y seminarios importantes, las aulas están saturadas y no hay suficientes profesores universitarios para supervisar a todos los estudiantes. Además el gobierno ha aplicado el proceso Bolonia a las universidades austriacas. Esto ha representado una enorme presión para muchos estudiantes que se han visto obligados a conseguir su licenciatura lo más pronto posible. Especialmente para los estudiantes que tienen que trabajar (y eso significa la mayoría absoluta) y con hijos, que ahora padecen problemas severos.

Durante la última campaña electoral, hace un año, el Partido Socialdemócrata (SPÖ) consiguió una mayoría en el parlamento que le permitía eliminar las tasas universitarias para la mayoría de los estudiantes. El sistema educativo gratuito fue una de las mayores conquistas del SPÖ en los años setenta. El hecho de que la dirección del partido de que renunciara a eliminar las tasas cuando reentró en la coalición de gobierno en 2007 con el conservador Partido Popular (ÖVP) ha llevado a una severa crisis dentro del partido y también a los primeros intentos de organizar en su seno un ala de izquierdas.

La eliminación de las tasas fue vista como un gran éxito para todos aquellos que luchaban por un sistema educativo gratuito. Sin embargo, al mismo tiempo, el gobierno no aumentó el presupuesto de acuerdo con las necesidades de la universidad. Esto ha provocado un empeoramiento de la situación para los estudiantes porque la mayoría vio la oportunidad de poder ir a la universidad, pero sin el dinero extra necesario para poder hacer frente al incremento del número de estudiantes. Incluso la OCDE y la UE presionaron a Austria para que aumentara la parte del presupuesto federal destinada a educación del 1,2 por ciento al 2 por ciento del PIB. Eso habría significado destinar por lo menos otros mil millones de euros a las universidades, que es casi el 50 por ciento del actual presupuesto para universidad.

Todo esto ha conducido a una situación muy explosiva. Sin embargo, todos pensaban que los estudiantes continuarían aceptando esta contrarreforma. En realidad, después de la derrota de la lucha contra la introducción de las tasas en 2001 el movimiento estudiantil entró en reflujo. Muchos activistas se frustraron y simplemente se dedicaron a estudiar y sacar sus licenciaturas. Los universitarios buscaron una alternativa en "ideas autónomas" siguiendo el modelo de la "democracia en la base". En realidad se trataba de una reacción al papel de los representantes oficiales de los sindicatos que ignoraron el movimiento real y fueron responsables de las derrotas del pasado. La gran mayoría de estudiantes se acostumbraron a ver sus años en la universidad sólo como un paso necesario para encontrar más tarde un empleo, nada más. La vieja imagen de estudiantes como una fuerza de continua rebelión contra el orden existente, leyendo a Marx o con camisetas del Che Guevara, parecía muerta. Todo el mundo hablaba de la despolitización de las universidades.

Sin embargo, a finales de octubre de la noche a la mañana todo cambió. Comenzó como una protesta de los estudiantes de la Academia de Bellas Artes el 20 de octubre. Esta es la única universidad que aún no ha adoptado el proceso Bolonia y los estudiantes comenzaron a ocupar la universidad para evitar que esto sucediera. Al día siguiente los estudiantes de la Universidad de Viena organizaron una manifestación en solidaridad con ellos y ahí salió la idea de ocupar el Auditorioum Maximum. Fue un movimiento genuinamente espontáneo y ninguno de los allí presentes estaba seguro del resultado de este estallido repentino. Desde el principio esta ocupación recibió un apoyo masivo y se decidió continuar con ella "hasta que se cumplan todas nuestras reivindicaciones".

Al principio las autoridades universitarias querían detener esta protesta enviando a la policía. Pero había demasiados estudiantes así que retrocedieron. Desde entonces el movimiento se ha extendido a todas las universidades de Austria. En todas partes los estudiantes han ocupado las bibliotecas y las han transformado en el centro del movimiento. Los estudiantes han organizado grupos de trabajo que son responsables de la movilización, de la prensa, "comedores populares", solidaridad, etc., Los resultados de las discusiones en los grupos de trabajo se anuncian diariamente en asambleas.

Durante los primeros días era como una gran fiesta, atrayendo a muchos estudiantes y también a gente de fuera de las universidades. Según pasaba el tiempo, los estudiantes se han convertido en un punto de referencia para todos aquellos que buscan una alternativa política. Especialmente dentro de los sindicatos hay un apoyo masivo a los estudiantes y a su lucha por la educación gratuita. El sindicato metalúrgico y el de pintores, que también están implicados en conflictos duros por salarios, inmediatamente expresaron su solidaridad y ofrecieron su ayuda para organizar las protestas en las universidades. En respuesta, los estudiantes han declarado su solidaridad con los sindicatos. Esto tiene un gran significado y es un gran paso adelante, considerando que en el pasado los estudiantes no veían necesidad de unirse con los sindicatos e incluso cuando se aceptaba esta idea no se concreta una forma de llevarla a cabo. Ahora es diferente y puede ser una diferencia decisiva.

El miércoles 28 de octubre las movilizaciones estudiantiles culminaron en una primera manifestación de decenas de miles en Viena. La policía dio la cifra de 15.000 participantes, mientras que fuentes independientes la situaban en 30.000-40.000 personas bajo la consigna: "Dinero para educación y no para los bancos y grandes empresas". Y no fueron sólo los estudiantes, también había muchos trabajadores. Esta fue una muestra real de fuerza y ha demostrado el potencial para obligar al gobierno a hacer concesiones.

En realidad, al día siguiente el ministro conservador de ciencia, que está a cargo de universidades, ofreció 34 millones de euros para resolver los problemas más graves y ofreció conversaciones con los organismos representantes oficiales de los estudiantes, que en realidad no han jugado ningún papel hasta ahora. Era claramente un intento de dividir el movimiento con la esperanza de que las ocupaciones perdiesen apoyo. Pero los estudiantes se mantuvieron firmes en su demanda de por lo menos mil millones de euros para el sistema educativo.

Lo interesante es la reacción de la dirección del SPÖ con el conflicto. Después de la enorme manifestación, el canciller Werner Faymann (SPÖ) y otros ministros socialdemócratas, expresaron sus "simpatías" con las protestas estudiantiles. Pero después defendieron la "solución" de proponer reglas más estrictas para los cupos de admisión en la universidad. Esto va totalmente en contra de la idea socialdemócrata de un sistema educativo gratuito y también contra la política de apoyar a los jóvenes de las familias obreras para que puedan asistir a la universidad. Así que esta manera de mostrar "simpatía" de nuevo llevó a una intensificación de la rabia, especialmente entre muchos militantes de Juventudes Socialistas.

Este movimiento estudiantil tiene un gran potencial. Toda la rabia y frustración que ha dominado durante año ahora se ha transformado abiertamente en Resistencia. Miles de estudiantes están participando en asambleas, cientos en clases alternativas. Por ejemplo, esta semana un círculo de estudios marxistas organizado por Der Funke congregó a unos 30 estudiantes para discutir filosofía marxista.

Después también tenemos la enorme solidaridad fuera de las universidades, especialmente de los sindicatos. En el momento de escribir este artículo las Juventudes Socialistas de Vorarlberg han celebrado una manifestación con varios cientos de estudiantes de secundaria en solidaridad con las protestas universitarias.

El debate central ahora es cómo continuar la lucha y cómo organizar el movimiento. La idea de la "democracia por la base" es muy dominante en esta etapa del movimiento. Muchas de las aulas ocupadas (especialmente el AudiMax en Viena) se han convertido en verdaderos laboratorios de anarquismo y pensamiento autónomo. Para muchos activistas el "método" se ha convertido en el principal objetivo en sí mismo. La ocupación para ellos es principalmente una forma de crear Freiräume (un espacio libre). La lucha por un sistema educativo mejor y gratuito para estos activistas se ha convertido en algo secundario.

Por otro lado, es realmente impresionante ver cómo se han organizado los estudiantes. Existe una "cocina popular" que da tres comidas calientes diarias a todos los que participan en las ocupaciones. Otro grupo de trabajo ha instalado una sala para proyectar las asambleas, otros son responsables del trabajo de solidaridad, agitación y propaganda, etc. El último fin de semana los estudiantes limpiaron toda la universidad. En este microcosmos estudiantil se está manifestando el enorme potencial y creatividad que puede existir cuando no se nos obligue a trabajar en las condiciones de alienación impuestas por el capitalismo. Esta experiencia explica también por qué muchas personas han quedado profundamente impresionadas por esta protesta y están mostrando su solidaridad.

La concentración en la llamada "democracia de base" ha evitado que el movimiento desarrolle una perspectiva clara. Discusiones interminables y estructuras nada claras paralizan el movimiento. EL hecho de que no haya una acción huelguista en las universidades dificulta mucho el que los estudiantes participen en las discusiones. La mayoría de los estudiantes tienen que seguir con sus clases y al mismo tiempo ganar un salario para vivir. En los grupos de trabajo y asambleas plenarias dominan la escena una minoría de activistas a tiempo completo. En varias ocasiones un plenario ha tomado una decisión y al día siguiente la discusión ha tenido que comenzar otra vez porque participaban nuevas personas. Hay mucho escepticismo contra la dirección política elegida. Muchos estudiantes temen que después una dirección se haga cargo de este movimiento y entonces no les dejen participar en la toma de decisiones. Sin embargo, como en todos los "experimentos de base" podemos ver también en este movimiento la tendencia al desarrollo de estructuras y jerarquías informales. En realidad, la falta de democracia debilita al movimiento.

Los marxistas de Der Funke dentro del movimiento estudiantil han defendido desde el principio la elección de delegados en todas las universidades e institutos, la formación de un "consejo de huelga" que sea revocable en cualquier momento. Este consejo de huelga debe tener el derecho a hablar por el movimiento y el deber de desarrollar propuestas sobre cómo se debe construir el movimiento y mostrar una alternativa, todo esto se debe discutir y votar en asambleas.

Existe el gran peligro de que el movimiento muera porque no sea capaz de desarrollar una perspectiva y consignas claras, ni formas de protesta donde puedan participar realmente la masa de estudiantes. El 5 de noviembre el día nacional de acción demostró los primeros síntomas de cansancio.

La extensión de las ocupaciones a una huelga en las universidades sería la única manera de ganar la lucha por una educación gratuita que comenzó hace ya más de tres años. Esto sería perfectamente posible porque ahora la representación de los profesores universitarios ha declarado su solidaridad con las protestas estudiantiles. Sería una tarea fácil paralizar las universidades y hacer que el movimiento pasara a un nivel cualitativamente superior.

Además, la lucha de los sindicatos contra los recortes salariales también se está intensificando. El jueves habrá una manifestación en Inssbruck organizada por la confederación sindical local, el sindicato metalúrgico también ese mismo día celebra un mitin en Viena. En los próximos días habrá una conferencia nacional de delegados sindicales para discutir los siguientes pasos de esta lucha.

(...) La cuestión decisiva, sin embargo, es si el movimiento estudiantil será capaz de desarrollar una perspectiva clara, un método y una actividad de conjunto con los trabajadores.

In Defence of Marxism

http://www.lahaine.org/index.php?p=41490

Ideas sobre lo que debe entenderse por Socialismo del Siglo XXI

Alirio Montoya
Rebelión

La crisis mundial que está enfrentando la humanidad producto del ocaso del capitalismo como sistema global de dominación, tuvo sus primeras crisis a mediados del siglo pasado. La crisis económica de 1929 fue el aliciente negativo para que surgiera la Segunda Guerra Mundial. El imperio trató de replantear el capitalismo a nivel mundial a la luz del llamado neoliberalismo que, es en sí la última fase en descomposición del sistema capitalista. Como contraparte y respuesta a este sistema caduco, surge el socialismo del siglo XXI o democracia participativa. En otras palabras es el inicio de una nueva civilización.
Heinz Dieterich Steffan lo plantea como el Nuevo Proyecto Histórico (NPH), refiriéndose por supuesto al socialismo del siglo XXI o democracia participativa; el cual tiene su gestación primaria como efecto de la crisis del sistema a raíz de la gran recesión económica de 1945, de la guerra expansionista disfrazada como “guerra contra el terrorismo” iniciada en Afganistán y la creación del Tercer Orden Mundial; lo cual significa la radiografía de como se encuentra actualmente la decadente civilización burguesa. Entonces, como alternativa para la humanidad ha nacido el socialismo del siglo XXI. No debe entenderse este nuevo socialismo como una expresión de nostalgia por el derrumbe del socialismo real del Este de Europa, y menos a raíz de la desintegración de las ex Repúblicas Socialistas Soviéticas. Es de admitir sin reservas los errores del socialismo real; Claudio Katz nos dice que el colapso registrado en la Unión Soviética y Europa oriental, confirma que el socialismo no puede construirse sin democracia. Las tiranías se hundieron en esos países en medio de la hostilidad y la indiferencia popular, porque habían sofocado los elementos del socialismo que contenían en su origen. [1] El socialismo del siglo XXI no debe percibirse también como un replanteamiento a consecuencia de un análisis melancólico. El socialismo del siglo XXI es un proyecto bien articulado como resultado de múltiples movimientos y acontecimientos producto de la crisis del sistema capitalista; y con más visibilidad a finales del siglo XX. Las concretas manifestaciones de esos movimientos de resistencias mundiales las vemos en el Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, en el Zapatismo en México, la Revolución Bolivariana imparable en Venezuela, el levantamiento indígena-campesino en Ecuador y Bolivia, las FARC en Colombia, por supuesto la heroica Revolución Cubana como máxima expresión de la dignidad humana, y hasta los acontecimientos que tuvieron cabida en Seattle (EE.UU.) y en Génova (Italia). [2] Dando como resultado primeramente la construcción teórica del socialismo del siglo XXI, y su más evidente concreción en la República Bolivariana de Venezuela a partir de la llegada al poder del Comandante Hugo Chávez Frías en 1998.

Indudablemente que el derrumbe de la Unión Soviética hizo mella en la moral de muchos revolucionarios en Europa hasta tocar a los pueblos latinoamericanos; implicó además un reacomodo del imperio para el diseño del Nuevo Orden Mundial cuya implementación de ese orden facilitó la reticencia de los grupos de poder político y económico de los Estados Unidos a establecer tratados de libre comercio incentivada por la “crisis de las bolsas asiáticas”, lo cual según Roberto Regalado agudizó la situación económica, política y social en América Latina. [3] A tal grado que Francis Fukuyama escribió un libro llamado “El fin de la historia”, lo cual a mi juicio es una idea errática y metafísica como la del Apocalipsis de la Biblia. Otros trataron infructuosamente de sepultar para siempre los postulados del marxismo, diciendo que ya no había en el mundo una clase llamada proletariado. Sin embargo, Terry Eagleton nos dice que uno no deja de ser parte de la clase trabajadora porque se convierta en mozo en vez de trabajador textil. En términos generales, ‘proletariado’ denota un tipo de trabajo, mientras que ‘clase trabajadora’ denota una posición dentro de las relaciones de producción. [4] Decir que los empleados de la General Motors confinados en esas enormes fábricas han dejado de ser parte de la clase trabajadora por las prestaciones que reciben sería un sesgo; que difieran de las condiciones infrahumanas de los trabajadores de las locomotoras y en las fábricas textiles del siglo IXX eso es otra cosa. Por tanto, sigue diciendo Eagleton que algunos socialistas han visto a la clase trabajadora como agente del cambio revolucionario no porque sufra mucho –a veces lo hace, a veces no-, sino porque está situada de tal manera dentro del sistema capitalista como para ser efectivamente capaz de reemplazarlo. El falso paradigma del capitalismo neoliberal como último estadio de la humanidad se comenzó a derrumbar a partir de la desesperación de las clases desposeídas en los países periféricos, los cuales empezaron a sufrir a finales del siglo pasado las consecuencias negativas de este sistema, y en consecuencia, los movimientos sociales de izquierda, ecologistas, sindicalistas, jóvenes, movimientos feministas y militantes de muchos países se congregaron en Porto Alegre, llegando a la conclusión acertada que el neoliberalismo no es más que una nueva etapa del capitalismo –quizás la última-, como estrategia de recuperar su capacidad de acumulación, que es consecutiva a la disminución relativa de la productividad que condujo al agotamiento del modelo keynesiano y a las nuevas posibilidades de las que éste dispone para recolonizar las economías de la periferia. [5]

De tal manera, en Porto Alegre se gesta una enorme protesta de resistencia anti-neoliberal o anti-mundialización que vinieron a deslegitimar el modelo económico actual; pero esa deslegitimación no bastó, porque ante el neoliberalismo se tenía que ofrecer una alternativa, y esa fue el socialismo del siglo XXI, el cual es una articulación de todos esos acontecimientos a inicios del presente siglo.

El Foro de Porto Alegre en Brasil fue un multitudinario y democrático encuentro de numerosos y diversos movimientos sociales, sindicatos, organizaciones campesinas, indígenas, movimientos de mujeres, colectivos militantes, ONGs, organizaciones sociales y juveniles cuyo punto de confluencia y articulación es la lucha contra la mundialización neoliberal en curso y sus consecuencias. [6] Haciendo un símil sobre estos acontecimientos de invaluable importancia, pueden ser equiparados como la Primera Internacional del siglo XXI en relación con la Primera Internacional en Londres en 1864 convocado por los sindicatos y políticos.

Sumado a estos acontecimientos tenemos la victoria de Hugo Chávez en Venezuela, la cual fue vista por los Estados Unidos como una amenaza latente a los intereses de dominación de esa nación del Norte en la región del Sur. Y el gobierno de EE.UU. y sus aliados dentro de la misma Venezuela tuvieron que resignarse a articular un plan de desestabilización [7] ; ejemplo paradigmático fue el fallido golpe de Estado de abril del 2002. También las victorias de la izquierda en Uruguay con Tabaré Vásquez, en Bolivia con Evo Morales, en la Argentina con los Kirchner y, recientemente en Nicaragua con el FSLN, en Paraguay con Lugo y últimamente en El Salvador con el FMLN, dejan entrever que los pueblos de la periferia se han decidido por el cambio, por tomar el presente y futuro en sus manos, en una palabra, hacia la democracia participativa.

El Salvador debe encausarse hacia la participación directa del pueblo en las decisiones trascendentales, y para llegar a la democracia participativa como la nueva esperanza de la sociedad salvadoreña, es preciso ir descartando la obsoleta democracia formal, o llamada también como democracia representativa; en la cual la sociedad solamente elige a quienes nos deben gobernar, pero los gobernantes al recibir ese mandato del soberano, se desligan de las mayorías y se someten mediante prebendas a los intereses de la oligarquía. Lo que hay en el fondo es una democracia delegada, un traslado del poder hacia los partidos burgueses que deciden los destinos del conglomerado, los cuales bajo presiones de los grupos facticos que han controlado siempre a los partidos de derecha y, últimamente a ciertos partidos de izquierda. Como resultado de lo anterior, empobrecen con sus políticas a las mayorías y enriquecen a una minoría selecta. Muy por el contrario, en la democracia participativa, el sujeto no sólo elige en elecciones, sino que decide mediante mecanismos de participación directa como los referéndums, plebiscitos y consultas populares los destinos de la nación. Para ejemplificar esto, en el caso de la dolarización de la economía salvadoreña, si al pueblo mediante una consulta popular se le hubiese pedido opinión respecto de la implementación de esta medida económica, seguramente las mayorías lo tendrían que haber rechazado rotundamente. Ahora bien, para que las mayorías decidan por sí mismas, se requiere de un proceso acumulativo de fuerzas de los excluidos mediante este tipo de democracia participativa, para ir desplazando desde la posición de los excluidos, a los explotadores. De esa manera, las mayorías serán amos y señores de su destino.

Esta idea del socialismo del siglo XXI o democracia participativa causó pavor en las oligarquías y en el imperio, cuando en el referido Foro de Porto Alegre, el intelectual Samir Amín planteó que ante la crisis neoliberal, la única salida era el socialismo. A raíz de eso, se perfiló la democracia participativa como instrumento para la consolidación del socialismo como alternativa de la humanidad. Según Heinz Dieterich Steffan, el subsistema de una sociedad ha terminado su ciclo de vida cuando deja de satisfacer las necesidades básicas de los ciudadanos, y por lo tanto, se vuelve disfuncional para la manutención del sistema en su conjunto. [8] Al generarse un fenómeno sociopolítico similar al descrito, como el neoliberalismo que demostró ser incapaz de satisfacer las necesidades de la mayoría de la población, abre el espacio para que se genere probablemente un cambio, que en el caso de El Salvador se dio a partir del triunfo del FMLN. En esa victoria electoral jugaron un papel muy determinante los movimientos políticos y sociales.

Ese cambio por ahora es cuántico, llevado a cabo por la vía de las elecciones, el cual debe ir fortaleciéndose para generar el escenario propicio donde se puedan realizar las transformaciones que la población en general requiere. Los ponentes del neoliberalismo, los “ think tank” o tanques de pensamiento convertidos en teólogos del neoliberalismo continúan defendiendo ese sistema que se parece a la ley del más fuerte, carente de todo sentido de solidaridad. Esta modalidad póstuma del capitalismo está sumergiendo a más personas en la miseria. La ética de la convivencia cívica y solidaria ha sido desplazada por la moral del más fuerte, que justifica la agonía de la mitad del género humano, en aras de su ‘incapacidad’ para competir en el moderno circo romano que es el mercado mundial. Tal como está planteada la realidad mundial, el único camino es buscar los mecanismos para cambiar ese sistema y encaminarse hacia una economía justa y solidaria como la ofrecida por el socialismo del siglo XXI, y en esa dirección, la esperanza de cambiar la realidad está muy cerca.

*El autor es salvadoreño, Escritor / Licenciado en Derecho

http://alimontoyaopinion.blogia.com



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[1] - Claudio Katz. “La democracia socialista del siglo XXI”. Edición digital, http://katz.lahaine.org.

[2] - Heinz Dieterich Steffan. “El socialismo del siglo XXI”. Edición virtual, www.puk.de/dowload.

[3] - Roberto Regalado. “América Latina entre siglos. Dominación, crisis, lucha social y alternativas políticas de izquierda”. Segunda Edición, Ocean Sur, 2006.

[4] - Terry Eagleton. “¿Un futuro para el socialismo?”.http://www.insumisos.com

[5] - François Houtart. “La mundialización de las resistencias y de las luchas contra el neoliberalismo”. bibliotecavirtual.clacso.org.

[6] - José Soane y Emilio Taddei “De Seattle a Porto Alegre. Pasado, presente y futuro del nuevo movimiento anti-mundialización neoliberal”. bibliotecavirtual.clacso.org

[7] - Roberto Regalado. Op.cit.

[8] - Heinz Dieterich Steffan. Op.cit.