Xabier Gracia
Corriente Roja
Una crisis estructural del capitalismo
Las crisis son un momento consustancial del sistema de producción, distribución e intercambio capitalista y son un momento de solución violenta de tensiones estructurales. La crisis mundial que se desató en el 2008 se extendió rápidamente al conjunto de la economía. A pesar de tener su origen en el sistema financiero las causas profundas de la crisis se deben buscar en los desequilibrios y tensiones acumuladas en los patrones de crecimiento y valorización del capital en su conjunto. Hay que tener cuidado con ver al sistema financiero y al sistema productivo como si fueran estancias separadas y estancas. O como si uno pudiera existir sin el otro, o como si uno fuera malo y parasitario y el otro bueno y productivo. Los dos sistemas son momentos necesarios del conjunto total del sistema de producción, distribución e intercambio capitalista, sus ciclos y circuitos se condicionan y entrecruzan recíprocamente a través de múltiples vínculos internalizando cada uno las virtudes y contradicciones del otro.
El capital no es una cosa sino un proceso social y como proceso (que además se caracteriza porque sus partes no tienen conciencia común sino conciencia parcial) contiene numerosas transiciones y articulaciones que pueden ser puntos de bloqueo del transcurso normal de su circulación y acumulación. Su expresión más específica se manifiesta en la sobreproducción generalizada: de capital-dinero (que no encuentra esferas rentables de inversión, o que entra en los circuitos de valorización ficticia); capacidad instalada ociosa; sobreproducción mercantil (medios de producción y de consumo); y una sobrepoblación de mano de obra en relación con las posibilidades de valorización del capital empleado que coexiste con la sobreexplotación de los trabajadores activos. Como señala Marx en los Grundrisse cada elemento de tensión del capital marca una posible solución, cada barrera es un límite que hay que franquear.
La ofensiva neoliberal, respuesta política del capital frente a la crisis
La crisis de los años 70 se caracterizó por un proceso generalizado de sobreproducción, caída de la tasa de ganancia y desequilibrios financieros. La respuesta política de las clases dominantes se concretó en la ofensiva neoliberal y la contrarrevolución conservadora de los años 80 que puso en el centro de su ataque las conquistas sociales de las clases trabajadoras. Desde entonces, los graves problemas de sobreproducción tuvieron como consecuencia una caída sustancial de las tasas de inversión en las economías centrales. Primero porque los capitales no podían reinvertirse en sus propios circuitos que ya estaban saturados, y segundo, por las dificultades crecientes para encontrar esferas de inversión rentable debido a la atonía general y a la existencia de numerosas empresas públicas que actuaban en ramas centrales de la producción de mercancías y servicios.
Asimismo, estas tensiones estructurales impulsaron a numerosos capitales hacia los circuitos de valorización especulativa tras la ruptura de la arquitectura financiera de posguerra. La competencia por la ganancia impulsó las reorganizaciones y racionalizaciones socio-tecnológicas que contribuyeron, junto con la débil tasa de inversión, a incrementar el desempleo en los mercados laborales presionando los salarios a la baja e impulsando de nuevo la tasa de ganancia sin que esta fuera acompañada por un crecimiento de la inversión productiva. Y es que aunque las ganancias crecieran coyunturalmente, el problema es que eran del todo insuficientes para valorizar las enormes cantidades de capital que ponían en marcha y que se encontraban acosados por la sobreproducción.
El proceso de internacionalización del capital a escala mundial, apoyado en la revolución de las comunicaciones y los transportes, respondía a lo que David Harvey llamó soluciones espaciales del capital. Los nuevos espacios de acción del capital internacional (que exigían a su vez un sistema financiero internacionalizado) buscaban soluciones para la producción incrementada de mercancías, impulsadas por las transformaciones tecnológicas y los incrementos de la productividad del trabajo, así como nuevos espacios para exportar los capitales productivos ociosos o que, sencillamente, buscaban una mayor tasa de ganancia.
Un sector de la producción que sí que conoció un incremento explosivo en el último periodo fue el de bienes de lujo y de consumo ostentoso que ha adquirido, desde entonces, proporciones obscenas y que es la expresión de la polarización de los ingresos. Mientras tanto los trabajadores y las clases populares han visto reducida su participación en el total del PIB a pesar del incremento de la población activa (debido a la mayor competencia en los mercados laborales, la individualización del salario y la incorporación de una parte de la sobrepoblación relativa latente).
El estancamiento de los salarios en el último periodo fue el caldo de cultivo que permitió un enorme crecimiento del crédito entre las clases populares (bienes de consumo y deuda hipotecaria) que fue, junto el enorme crecimiento de los bienes de lujo, el sostén parcial de la demanda. La enorme deuda acumulada por las clases trabajadoras (en especial la hipotecaria) opera, desde entonces, como un enorme mecanismo de succión financiera por parte de las fracciones rentistas del capital. Estas formas rentistas de explotación secundaria, que en un momento impulsaron la demanda y la producción, operaron más adelante como una punción que disminuyó la demanda de bienes salariales.
El programa de salida de la crisis dependerá de la lucha de clases
Sin embargo, crisis del capital y crisis del capitalismo no es lo mismo. El programa de salida de la crisis tiene una gran relación con el equilibrio de fuerzas entre el capital y las clases populares. En el actual contexto de reflujo ideológico, organizativo y de claro retroceso de la práctica y la cultura socialista son las clases dominantes quienes están tratando de imponer su programa de salida de la crisis.
Las estrategias neoliberales del capital tiene como objetivo: a) crear un marco institucional de primacía de los derechos de propiedad y libre mercado, b) reorientar los gastos del Estado hacia las empresas y convertir las actividades estatales en espacios de acumulación del capital a través de las privatizaciones, c) universalizar el carácter mercantil sobre espacios que anteriormente no se regían por la lógica de la ganancia d) crear un marco socio-laboral que permita un fácil disciplinamiento de la clase asalariada con el objetivo de abatir los costos salariales (directos o socializados por el Estado) para impulsar la ganancia empresarial, e) garantizar la continuidad de la succión financiera desde las rentas del trabajo a las rentas del capital financiero, f) canalizar los fondos de las pensiones públicas hacia los circuitos financieros de valorización del capital.
http://www.correntroig.org/spip.php?article1973〈=ca
El capital no es una cosa sino un proceso social y como proceso (que además se caracteriza porque sus partes no tienen conciencia común sino conciencia parcial) contiene numerosas transiciones y articulaciones que pueden ser puntos de bloqueo del transcurso normal de su circulación y acumulación. Su expresión más específica se manifiesta en la sobreproducción generalizada: de capital-dinero (que no encuentra esferas rentables de inversión, o que entra en los circuitos de valorización ficticia); capacidad instalada ociosa; sobreproducción mercantil (medios de producción y de consumo); y una sobrepoblación de mano de obra en relación con las posibilidades de valorización del capital empleado que coexiste con la sobreexplotación de los trabajadores activos. Como señala Marx en los Grundrisse cada elemento de tensión del capital marca una posible solución, cada barrera es un límite que hay que franquear.
La ofensiva neoliberal, respuesta política del capital frente a la crisis
La crisis de los años 70 se caracterizó por un proceso generalizado de sobreproducción, caída de la tasa de ganancia y desequilibrios financieros. La respuesta política de las clases dominantes se concretó en la ofensiva neoliberal y la contrarrevolución conservadora de los años 80 que puso en el centro de su ataque las conquistas sociales de las clases trabajadoras. Desde entonces, los graves problemas de sobreproducción tuvieron como consecuencia una caída sustancial de las tasas de inversión en las economías centrales. Primero porque los capitales no podían reinvertirse en sus propios circuitos que ya estaban saturados, y segundo, por las dificultades crecientes para encontrar esferas de inversión rentable debido a la atonía general y a la existencia de numerosas empresas públicas que actuaban en ramas centrales de la producción de mercancías y servicios.
Asimismo, estas tensiones estructurales impulsaron a numerosos capitales hacia los circuitos de valorización especulativa tras la ruptura de la arquitectura financiera de posguerra. La competencia por la ganancia impulsó las reorganizaciones y racionalizaciones socio-tecnológicas que contribuyeron, junto con la débil tasa de inversión, a incrementar el desempleo en los mercados laborales presionando los salarios a la baja e impulsando de nuevo la tasa de ganancia sin que esta fuera acompañada por un crecimiento de la inversión productiva. Y es que aunque las ganancias crecieran coyunturalmente, el problema es que eran del todo insuficientes para valorizar las enormes cantidades de capital que ponían en marcha y que se encontraban acosados por la sobreproducción.
El proceso de internacionalización del capital a escala mundial, apoyado en la revolución de las comunicaciones y los transportes, respondía a lo que David Harvey llamó soluciones espaciales del capital. Los nuevos espacios de acción del capital internacional (que exigían a su vez un sistema financiero internacionalizado) buscaban soluciones para la producción incrementada de mercancías, impulsadas por las transformaciones tecnológicas y los incrementos de la productividad del trabajo, así como nuevos espacios para exportar los capitales productivos ociosos o que, sencillamente, buscaban una mayor tasa de ganancia.
Un sector de la producción que sí que conoció un incremento explosivo en el último periodo fue el de bienes de lujo y de consumo ostentoso que ha adquirido, desde entonces, proporciones obscenas y que es la expresión de la polarización de los ingresos. Mientras tanto los trabajadores y las clases populares han visto reducida su participación en el total del PIB a pesar del incremento de la población activa (debido a la mayor competencia en los mercados laborales, la individualización del salario y la incorporación de una parte de la sobrepoblación relativa latente).
El estancamiento de los salarios en el último periodo fue el caldo de cultivo que permitió un enorme crecimiento del crédito entre las clases populares (bienes de consumo y deuda hipotecaria) que fue, junto el enorme crecimiento de los bienes de lujo, el sostén parcial de la demanda. La enorme deuda acumulada por las clases trabajadoras (en especial la hipotecaria) opera, desde entonces, como un enorme mecanismo de succión financiera por parte de las fracciones rentistas del capital. Estas formas rentistas de explotación secundaria, que en un momento impulsaron la demanda y la producción, operaron más adelante como una punción que disminuyó la demanda de bienes salariales.
El programa de salida de la crisis dependerá de la lucha de clases
Sin embargo, crisis del capital y crisis del capitalismo no es lo mismo. El programa de salida de la crisis tiene una gran relación con el equilibrio de fuerzas entre el capital y las clases populares. En el actual contexto de reflujo ideológico, organizativo y de claro retroceso de la práctica y la cultura socialista son las clases dominantes quienes están tratando de imponer su programa de salida de la crisis.
Las estrategias neoliberales del capital tiene como objetivo: a) crear un marco institucional de primacía de los derechos de propiedad y libre mercado, b) reorientar los gastos del Estado hacia las empresas y convertir las actividades estatales en espacios de acumulación del capital a través de las privatizaciones, c) universalizar el carácter mercantil sobre espacios que anteriormente no se regían por la lógica de la ganancia d) crear un marco socio-laboral que permita un fácil disciplinamiento de la clase asalariada con el objetivo de abatir los costos salariales (directos o socializados por el Estado) para impulsar la ganancia empresarial, e) garantizar la continuidad de la succión financiera desde las rentas del trabajo a las rentas del capital financiero, f) canalizar los fondos de las pensiones públicas hacia los circuitos financieros de valorización del capital.
http://www.correntroig.org/spip.php?article1973〈=ca
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