domingo, 14 de junio de 2009

Para qué sirve un economista político


Por Arleen Rodríguez Derivet-Directora Editorial. El Economista de Cuba

[19-12-02]
Por argentino, por intelectual comprometido, por economista, el profesor Julio Gambina, de la Universidad Nacional de Rosario, estuvo en el centro de casi todos los debates de este congreso de economistas latinoamericanos y fue particularmente acosado por los periodistas con la pregunta que marca el centro de las preocupaciones de todos los sectores de ese país y de América Latina desde diciembre del pasado año: cómo se soluciona la crisis argentina.

Acordamos no insistir en lo que tantas veces le fue preguntado por otros. Pero en el diálogo fueron emergiendo un montón de respuestas posibles que comienzan con la responsabilidad de su profesión misma. Según Gambina, “la tarea esencial hoy en Argentina, de un intelectual o un crítico de la economía política, es la de constituir sujetos para la transformación.


“No hace falta un intelectual de la economía política que razone en el escritorio al margen de lo que está pasando en el club del trueque, en la asamblea, en la empresa recuperada, en la cooperativa de trabajo, en el movimiento popular, en la vida cotidiana.

“Hace falta un intelectual que se equivoque junto con el pueblo, que haga la práctica junto al pueblo. Y que simultáneamente se vaya desarrollando algo como un poder popular. Esto no quiere decir que la izquierda no tenga que proponerse una disputa institucional, electoral, y que los intelectuales de la izquierda no propongan una legislación favorable en el marco del actual capitalismo en crisis.

-Venezuela trata de hacerlo; a veces parece no poder...

-La pregunta aquí sería, cuánto es el porcentaje de apoyo popular que hace falta para gobernar un país de América Latina y llevarlo hacia un destino de transformación revolucionaria. Salvador Allende ganó las elecciones con el 36 por ciento y no pudo. Lula, gana las elecciones con más del 50 por ciento y muchos tienen dudas de qué cosas podrá hacer en Brasil. Chávez en Venezuela ganó con más del 60 por ciento y le está costando muchísimo.

“Parece que hace falta el 85, el 90 por ciento del apoyo popular. Ahora, ¿cómo tú consigues ese 90 por ciento de apoyo popular?, ¿es acaso en el camino de la disputa electoral tradicional de América Latina? Si hay partidos de izquierda que piensan en esa vía, se equivocan.

“¿Eso quiere decir que no hay que hacer la disputa electoral? Hay que hacerla, solo que eso no puede distraernos del objetivo principal: ganar la conciencia del movimiento popular. Y eso requiere organizar la vida cotidiana con los explotados, los marginados, que son precisamente los sectores con menor nivel educativo, con menor desarrollo de una cultura, no solo de clase, sino nacional, de grupo, de pueblo, para construir una política alternativa.

“Muchos sectores populares conservan un respeto reverencial por el amo, por el capitalista, por el dueño, por el empresario. Todavía hay una cultura de que el trabajo lo dan los empresarios, cuando quienes hemos estudiado mucho el marxismo sabemos que los empresarios son empresarios porque se apropian de la plusvalía generada por el trabajo humano. O sea, que los creadores del capital y hasta los creadores del capitalista son los trabajadores. Nuestra tarea es crear conciencia de que tú trabajador desocupado, tú trabajador marginado, tú trabajador jubilado, tú trabajador informal, autónomo, sos el creador de las riquezas socialmente apropiadas por el capital.

-Argentina importa tanto ahora por las dimensiones de la crisis como por las de la protesta. ¿Es tan nuevo todo lo que ocurre?

-Argentina estaba en crisis desde el año 89, la pobreza crecía brutalmente, un presidente radical también renunció, había saqueos, es todo igual. ¿Qué diferencia hay entre la crisis del 89 y la crisis del 2001? El protagonismo popular organizado, con perspectiva de transformación.

“Yo no sé si esto va a tener todo el éxito que esperamos. Pero me pone muy contento ver que Argentina, por primera vez desde el año 75, recupera un proyecto de poder. Y esa es la convicción de un pueblo movilizado. ¿Cuán consciente es? No lo sé. ¿Cuán movilizado está? Mucho. Y desde esa movilización se puede pensar en armar destinos propios.

“Mira, hasta puede ser una cuestión de piel mía y no teórica; pero pudimos echar al Ministro de Economía paradigmático de 25 años de expoliación del pueblo argentino que es Domingo Cavallo. Él fue funcionario de la dictadura militar del 76, lo había sido de dictaduras anteriores, tuvo que ver con la estatización de la deuda externa, fue clave en la administración de Ménem, por lo tanto es un personaje muy importante en la aplicación de las políticas hegemónicas y en el desastre del gobierno de De la Rúa. Verlo repudiado por el pueblo, es la mejor forma de echarlo. Porque él en otras oportunidades había renunciado o lo habían echado los gobernantes de turno y en esta oportunidad fue el pueblo.

“Lo de Argentina, además, sirvió para reanimar a un movimiento popular global, replegado de alguna manera tras el asesinato de Carlo Guiliani en las protestas de Génova y la criminalización de las movilizaciones después del 11 de septiembre. Pero al mismo tiempo la reanimación del movimiento global empujó a la Argentina. Los que fuimos a Porto Alegre este año, fuimos como diciendo, bueno ya lo hicimos, pero cuando no encontrábamos con otros que nos devolvían la imagen que ellos tenían de nosotros, yo llegaba a decir que nosotros no éramos tanto como nos decían en Porto Alegre. Pero tampoco éramos tan poco como nosotros creíamos que éramos antes.”

-¿Y qué intelectual o crítico de la economía política escribe eso, quién lo sistematiza, quién analiza su trascendencia?

-Nosotros estamos desarrollando hace ya tres o cuatro años, un grupo de intelectuales: Orlando Caputo de Chile, Emir Sader de Brasil, Ana Esther Ceceña de México, Daniel Olesquer de Uruguay, entre los principales. Con todos ellos constituimos un grupo de estudio que le hemos llamado recientemente Sobre hegemonías y alternativas, hegemonías y resistencias. Primero se llamaba Grupo de Economía Internacional, pero lo de economía internacional nos llevaba a la discusión inicial de qué cosa es la economía, y el debate hoy es sobre la hegemonía norteamericana o la hegemonía capitalista en disputa y las contra-hegemonías, las respuestas del movimiento popular y estamos avanzando mucho en ese ámbito de discusión.

“En otro plano estamos desarrollando la red de economía mundial que la coordina Jaime Estay Reinoso, chileno que trabaja en México, y donde están Theotonio Dos Santos de Brasil y otra vez Ana Esther Ceceña, Daniel Olesquer y Orlando Caputo. Y en CLAPSO un grupo de intelectuales discutimos mucho entre nosotros para tratar de recuperar una concepción de análisis global del mundo, de la época en que vivimos, para tratar de confrontar no ya con Fukuyama, que está definitivamente derrotado, sino con el propio movimiento popular, con la izquierda.

“Porque la izquierda tiene que adecuarse al nuevo tiempo. Si Marx, Lenin, Che Guevara fueron los críticos de la economía política de su tiempo, creo que nosotros tenemos que ser los críticos de la economía política de nuestro tiempo. Eso significa estar pegado muy claramente a los trabajadores, a los que luchan.

“Marx y Engels empezaron el Manifiesto Comunista diciendo “un fantasma recorre Europa”. Muchos creyeron que era un Partido Comunista que no existía, pero el fantasma que recorría Europa era la clase obrera naciente. El fantasma son los sujetos constituidos en la lucha y en la resistencia, ese es el fantasma que recorría Europa en 1848.

“En este tiempo también hay que alumbrar un manifiesto teórico que es lo que estamos escribiendo cotidianamente, lo digo sin soberbia cuando creo que otra vez un fantasma recorre el mundo. Es el movimiento de resistencia global que nació en Chiapas, que se hizo visible en Seattle, que actúa en Argentina, que actúa en todo el mundo y que tiene algunos lugares donde apoyarse —Cuba es uno—, que se manifiesta contradictoriamente en Venezuela, en Brasil, en Colombia y en muchas otras partes del mundo, principalmente en América Latina. Y no es regionalismo, sino la verdad, que este continente está premiado de revolución.

-No preguntaré por la solución, pero ese nivel de análisis indica que ustedes se han planteado las mismas preguntas que parecen no tener respuesta...

-Cuando escucho que el modelo está agotado, yo lo discuto porque no me gusta hablar de modelos, yo prefiero hablar de políticas económicas hegemónicas, porque siempre habrá una política hegemónica que resuelva las crisis del sistema, hasta que el pueblo diga basta. O sea, el único freno a la política hegemónica es el movimiento popular organizado, porque el sistema siempre encuentra salidas. El sistema resolvió todas las crisis que se le plantearon. Y lo resuelve con consenso popular o con represión.

“En el 89 había crisis en la Argentina, ¿cómo la resolvió el capitalismo?, con el régimen de convertibilidad. La convertibilidad fue más que un dólar por un peso. Fue una política de manipulación de la conciencia social para generar apoyo a las políticas de acumulación de riquezas, ganancias y poder. Entonces, ellos resolvieron la crisis del sistema capitalista acumulando ganancias, y con consenso popular. En el 2002 las clases dominantes de la Argentina buscan y todavía no encuentran una política que les permita cumplir su rol hegemónico y de dominación con consenso popular. Mientras no resuelvan ese problema, van a reprimir.


"En fin, que el capitalismo argentino puede seguir viviendo en crisis por muchos años, o resolver la crisis a la capitalista. El tema para nosotros es no creer que el capitalismo se cae solo. Hay que derrumbarlo con fuerza social consciente, organizada, que construya un nuevo destino. Eso es tremendamente difícil. No es cuestión de que viene alguien, un líder y dice lo que hay que hacer porque yo te diría que muchos de nosotros sabemos lo que hay que hacer. Pero no tiene ninguna importancia saber lo qué hacer, tiene que haber gente que lo haga. De ahí la trascendencia de construir sujetos revolucionarios que hagan posible la transformación social. Si tú consigues eso, los problemas económicos después son más fáciles de instrumentar.

“Y está claro que el poder no va a dejar que las fuerzas revolucionarias, de izquierda, populares, ejecuten su programa de transformación. Pero el tema no es que ellos no nos dejen, el tema es que nosotros no tenemos que dejar que ellos no nos dejen. Y no es tan sencillo como decir, en el caso de Argentina: que se vayan todos los gobernantes y que asuma alguien. El tema es qué poder popular se construye. De ahí la consigna que viene del congreso de la Central de Trabajadores Argentinos: “que se vayan todos, que se venga el pueblo.

"Pero eso en definitiva es una cuestión de poder, ni siquiera es de política en términos de ciencia política, es una cuestión de fuerza. Por eso yo te digo, ¿qué fuerza hace falta? En América Latina el 90 por ciento hace falta.”

-En Ecuador una vez se fueron todos y las mayorías no pudieron...

-Y no pudieron porque el tema es ¿qué tienes construido previamente? Cuando Fidel, el Che y las columnas rebeldes entraron a La Habana, había un poder popular, no sólo en la montaña, sino en las universidades, en la fábrica, en los lugares de trabajo, creando las condiciones para que ese bloque popular, ese agrupamiento político asumiera el poder. En Argentina no estamos en esa etapa...

-¿Y no siente Julio Gambina que la Economía Política, frente a este panorama, está en entredicho como ciencia?

-Yo reivindico el nombre de la disciplina Economía Política. Me enorgullezco ante mis alumnos y hago profesión de fe de que la cátedra se llame Economía Política, porque en general en las universidades argentinas —y me animo a decir que en las universidades a nivel global— la disciplina es Economía, no Economía Política. Y lo que se quiere es darle un sesgo, donde el profesional de esa disciplina es un técnico que no está atravesado por las contradicciones de la política. Yo creo que esa es la misma intencionalidad que tuvieron a fines del siglo XVIII las corrientes, principalmente norteamericanas, que luego se transformaron en hegemónicas en el pensamiento económico, que transformaron la economía política en economía, para convertirla en una técnica económica y a los profesionales en tecnócratas al servicio de quien les pague.

"Por eso tenemos muchos ministros de economía, consultores de empresas, que no tienen en cuenta los intereses de los trabajadores o sectores populares y terminan defendiendo, desde una concepción teórica de la economía, los intereses de las clases dominantes.

Reivindico la economía política como una disciplina que estudia la organización económica de la sociedad en tiempo histórico, y por lo tanto sus contradicciones y quiénes son los sectores dominantes y quiénes los sectores subordinados, y desde ahí justifica o plantea la necesidad de las transformaciones a favor de los sectores subordinados.

“Pero al mismo tiempo digo, como un lector atento que creo ser de Carlos Marx, que Marx escribió la crítica de la economía política. Entonces, nosotros debiéramos reivindicar la crítica de la economía política. El problema es que hoy no se hace economía política, se hace economía.

“En las universidades, en los encuentros académicos, prevalece una concepción técnica, la macroeconomía, la microeconomía, e incluso la econometría del cálculo matemático, que es necesario, que es muy importante, pero se ha subordinado todo al cálculo matemático. Y por lo tanto es muy difícil hoy hacer la crítica de la economía política, porque hay que ponerle los supuestos teóricos sobre los que se inspira el debate de nuestra disciplina, no sólo en Argentina o en América Latina, sino a nivel mundial. Lo que hay es un gran debate pragmático. Se discute lo que sirve, lo que hace falta, cuando uno se tiene que preguntar lo que le sirve a quién, lo que le hace falta a quién.”

EL FALSO DEBATE

Gambina advierte también sobre la necesidad de que el intelectual de la economía política indague sobre los nuevos síntomas de este siglo. “Por ejemplo, en Argentina se discute si hay que acordar con el Fondo Monetario o no, si hay que habilitar un proyecto inflacionario o no, si hay que ir a la dolarización o no. Ese es un debate falso.

“Es falso cuando tienes delante fuentes nuevas de creatividad popular, fenómenos que antes no existían, como los emprendimientos industriales, comerciales, abandonados por los capitalistas, que ahora son recuperados por los trabajadores, demostrando que el capitalista es innecesario. O como esos trabajadores que se asocian bajo formas precooperativas, cooperativas o cualquier forma jurídica que asuman y que se plantean cómo administrar un capital social, un capital que ya no es privado porque no es de un capitalista, pero que tampoco es estatal.

“Y en una segunda etapa, cuando la empresa empieza a tener desarrollo, recupera la clientela, gana mercado, coloca sus productos e incluso necesita contratar nuevos trabajadores, aparece la problemática de cómo se da la acumulación ampliada de los recursos que administra esta empresa que no es capitalista y tampoco es socialista.

“Ahí tiene que intervenir el economista político. Para estudiar estos fenómenos nuevos, para contribuir y ayudar a encontrar las formas de solucionar problemas concretos.

—¿Y en cuanto a las propuestas alternativas?

—Muchos periodistas me han preguntado cuál es la solución de la Argentina. Y yo me doy cuenta que no respondo lo que ellos quieren que yo responda, porque no hay un partido o un grupo político que ya esté preparado, listo para gobernar en la Argentina. Pero al mismo tiempo hay muchas experiencias de poder popular. Las empresas recuperadas, las cooperativas de desocupados, el club del trueque... ¿Eso alcanza para resolver la crisis? No. Pero genera algo que en la economía política, o en la crítica de la economía política, es fundamental, que es el sujeto consciente.

“Las propuestas teóricas para salir de la crisis no encierran muchos secretos. La primera es reactivar el mercado interno resolviendo el tema de la pobreza y la desigualdad, favoreciendo el pleno empleo lo más que se pueda... Eso lo plantean todos, pero para hacerlo hay que hacer una reforma del estado muy importante, con una reforma tributaria progresiva, que transforme la regresividad profunda del sistema tributario. Hay que cambiar el régimen financiero, para que no sean los capitales transnacionales los que manejen los bancos, sino que sea el estado y las cooperativas los que manejen, administren los sistemas financieros.

“Hay que crear un nuevo sector público de la economía, hay que recuperar empresas públicas que fueron privatizadas, sectores estratégicos como el petróleo, la energía en general, el transporte, las comunicaciones deben volver a ser administradas por el estado, pero no el estado capitalista actual, sino un estado popular, es decir con participación de los trabajadores y de los usuarios.

“Yo podría seguir enumerando todas las medidas que hacen falta en Argentina. El tema pendiente es qué sujeto social las lleva adelante. La cuestión política alternativa es lo que no está resuelto en la Argentina. Entiendo que en la contribución a solucionarlo está la utilidad tremenda de un economista político en la América Latina del nuevo siglo.”

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