miércoles, 1 de julio de 2009

La verdadera isla de Neverland o del NunCajamás

Conversación con el doctor Daniuel Piedra, Secretario de Bioética de Cuba, sobre la situación económica de la isla



“Este es un país hipotético; es la insularización de una hipótesis”, me dijo ufanándose burlonamente de su invención lexical el Dr. Daniel Piedra, a quien algunos amigos cercanos llamamos ‘Dedé’, para solo aludir —sin mencionarlo— al título de ‘doctor’, que le molesta en el trato, pero negados a retirárselo del todo, a fin de no vernos —por esa vía— sutilmente sujetos a sus previsiones.

“Eso, ¿qué significa, Dedé? ¿Estamos en la isla del Neverland?”

“Casi, aunque prefiero la denominación castellana de Nuncajamás. Eso es lo que significa, salvada la imposibilidad de concreción que ofrezca la interpretación del relato original, porque Cuba no solo existe, sino que hoy es más real que nunca, utilizando el lenguaje correspondiente a las concepciones hegelianas… ¿Dónde tú has visto que los índices macroeconómicos de un país se deterioren fuertemente y las personas más humildes no se vean hundidas en la más profunda miseria? No hablo de ‘pobreza suficiente’ (que es un estado que merece la mayor atención y respeto por parte de economistas y pensadores diversos), hablo de la miseria que te obliga a dormir en la intemperie y a acostarte sin comer, y a carecer de atención médica, y a ver a tus hijos incorporados a labores de adultos y condenados a crecer sin educación elemental, no ya secundaria y superior… En Cuba tenemos muchos problemas de vivienda: no alcanzan las que hay y los hijos deben vivir con los padres (¡y hasta con los abuelos!, pero la ley protege a hijos, a padres y a abuelos), es deficiente el estado técnico de las existentes, pero a nadie van a lanzarlo brutalmente a la calle por causa de la crisis… Empezando porque las viviendas no son una mercancía, sino un bien social para el disfrute de la familia. Es verdad que quien no tiene casa siente que enfrenta el problema más grande del mundo (a mí me pasó, antes de residir con mi esposa en ‘La Guarida Bicameral’, nuestro modesto, pero suficiente, apartamento de Alamar), pero los recursos materiales son como una sábana, y si la sábana es corta, la cabeza queda a merced de los mosquitos cuando tapas los pies… Sí, no te rías que es verdad. (Habría que ver qué pensaría el enfermo renal dependiente de hemodiálisis regulares si se encuentra sin su servicio porque los recursos requeridos por su tratamiento se invirtieron en materiales para hacer la casa del que vive ‘agregado’ o con los padres.)… Todo merece atención, es verdad, pero aquí no se resuelven los problemas de unos a expensas de otros. Aquí, por donde mismo sale uno, salimos todos los demás… Te digo que la crisis es muy seria y ha golpeado fuertemente a la economía cubana: el turismo ha visto reducido sus ingresos tanto como lo han anunciado las autoridades; el precio del níquel ha bajado a límites que la producción podría hacerse incosteable (por absurdo que eso parezca, porque el níquel es un bien irremplazable y el dinero es una ‘construcción referencial’). Sin embargo, fíjate que —a diferencia de lo que ocurre en casi todo el resto del mundo— en Cuba no hay menos puestos de trabajo que antes de la crisis. Todo lo contrario: hay una necesidad creciente de brazos en muchas esferas de labor, especialmente en la construcción, la educación, la agricultura. Y eso marca una gran diferencia con la crisis que sufre el capitalismo mundial en tanto sistema, cuya naturaleza es ética y su reflejo, particularmente brutal, es económico, mientras que nuestros problemas son el resultado de la pobreza estructural generados por el orden económico mundial, el bloqueo que por cinco décadas nos ha impuesto el gobierno estadounidense y la propia crisis mundial mencionada. Y esas carencias alcanzan muchos renglones, pero la respuesta ha sido instrumentar medidas de ahorro, apelar a la máxima racionalidad posible, porque nadie quedará sin comer, ningún enfermo quedará sin atención, y en septiembre todos los niños de Cuba asistirán a sus escuelas. ¿Tú has visto a alguien discutiendo con seriedad, argumentadamente, las medidas anunciadas? No estamos hablando de los idiotas que protestan por todo, porque sueñan con ser Bill Gates, como si Bill Gates fuera eterno (única condición que le haría merecer a mis ojos un estudio individual riguroso, no para propagarlo, sino para evitar que se repita)… A lo mejor tendrás que ver muchos partidos de la próxima serie nacional de pelota por la tarde o en retransmisión televisiva nocturna, pero ¿y qué?... ¿Tú crees que el primer juego de pelota que se celebró en el estadio del Palmar del Junco de Matanzas, a finales del siglo XIX, fue nocturno?”

“¿Y cómo tú explicas esa suerte de magia?”

“Precisamente porque aquí no creemos en la magia del mercado… La magia está en ser realistas. Ellos son los que están en la bobería más supina… Aquí a nadie le importa que unos sean más ricos que otros, ¿y tú sabes por qué? Porque… Te lo voy a poner fácil. La realidad material, el mundo que habitamos es uno y limitado. Supuestamente a cada ser humano corresponde una porción de esa realidad. Pues bien, cuando hay ‘ricos’ y ‘pobres’, el equivalente de la esencialidad humana de los más ricos que se identifica con la realidad material es mayor que la de los demás, pero el hecho de que se reparta con inequidad, obviamente no hace crecer al mundo. O sea que a uno de los ricos le toca, por ejemplo, una enorme montaña en tanto que uno de los pobres apenas alcanza un promontorio chiquito, un pequeño mogote. (Volviendo al ejemplo que ya te puse: cuando se comparte una sábana con muchos y algunos se envuelven en ella completamente y se aseguran además una reserva, podrían dejar a los demás al descubierto.) ¿Tú crees que esas dos personas, la identificación de cuyas esencialidades individuales con porciones del mundo real es tan dispar, son iguales entre sí ante la ley y ante las sociedades? ¡Claro que no! Aquí, por el contrario, lo que importa es que todos comamos lo mejor posible, que todos tengamos acceso a la educación más plena y elevada posible, que todos podamos curarnos padecimientos y dolencias y evitar enfermedades de la mejor manera posible, porque de todas formas, ricos y pobres, famosos y desconocidos, píos y perversos, todos nacimos encueros y todos eventualmente (y por fortuna) moriremos… Mira, la mitad del PIB de Estados Unidos depende del Complejo Militar Industrial, pero en esta Isla no hay nadie pensando en producir el arma ‘mojonotrónica’ ni en convertir la existencia humana individual en un capítulo de los Expedientes X. Tampoco se muere nadie por tener un collar de diamantes ni un pomo de Chanel, porque nada de eso tiene que ver con la vida real. (Eso no impide que, como en todas partes, encontremos algunos guanajos amaestrados creyendo que algo esencial cambia en ellos por manejar un BMW.) Ponte a pensar en lo que ha ocurrido en los Estados Unidos con la quiebra de la empresa General Motors: una tragedia nacional de incalculables proporciones. Uno lo siente por los obreros que se han quedado sin trabajo, no tanto porque en sus puestos laborales esos obreros se realicen como los creadores ontológicos que potencialmente son (ya que en esos trabajos no tienen ni voz ni voto: todo lo contario, allí se ven enajenados de lo lindo), sino porque ese es el camino con que cuentan para acceder a los medios que le garanticen la subsistencia y la solución de sus problemas vivenciales (no los existenciales). Ahora bien, si te pones a pensar, más de la mitad de la producción de GM y de las soluciones tecnológicas que han alcanzado son absurdas, porque han sacrificado la eficiencia económica y ecológica por el confort, el lujo, lo aparencial, porque han buscado fines mercantiles sin detenerse a considerar consecuencias… No hablemos de los motores de tanques y de otros cachivaches bélicos e innecesarios que han producido como longanizas, ellos han perseguido el incremento ilimitado de la potencia en coches que supuestamente están únicamente destinados a circular por ciudades (no tan apacibles, por cierto. Por lo menos bastante menos apacibles que las ciudades cubanas)… Cualquier sector que explores de la GRAN INDUSTRIA de la GRAN ECONOMÍA de losGRANDES PAÍSES está lleno de un mar de irracionalidades: la Coca-Cola primero convierte la sana agua potable —que la naturaleza pone a nuestra disposición de gratia— en un brebaje probadamente dañino a la salud humana, y luego nos la vende; consorcios internacionales, la NASA entre ellos, estudian cómo hacer habitable un planeta tan inhóspito para los humanos como es Marte, mientras con sus proyectos hacen inhabitable la Tierra… Por eso no extraña, aunque ofende, tener que lidiar con estudios alegadamente serios acerca de la salud humana, realizados en instituciones supuestamente fiables por funcionarios y académicos aparentemente responsables que niegan que las guerras estén éticamente relacionadas con la salud humana, que la universalidad del acceso a las instituciones de salud es asunto sumamente disputable y que la ética médica debe quedar reducida al derecho que tienen los pacientes de conocer su enfermedad y las opciones de tratamiento y otros asuntos no cardinales…”

“¿Y?”

“Te digo que el mundo del capital se ha vuelto loco: ha sido demostrado que la conducta irresponsable de los ricos ha provocado esta crisis ¡y ahora los pobres están salvando con sus ahorros a los ricos para ponerlos de nuevo en capacidad de reproducir el mundo que existía antes de la crisis! Eso sí, cuentan con la promesa de los ricos de que tendrán más cuidado en el futuro (‘nos vamos a portar bien’, juran los ricos) y de los gobiernos nacionales de que van a velar mejor a sus explotadores y cuidar más a sus explotados (‘no nos vamos a portar tan mal’, declaran los gobiernos)… Actúan así porque no imaginan cuán sencilla es la vida ni la pueden contemplar consecuentemente en su prístina sencillez… En Cuba, no: entre la elección que hicimos, unos con mayor conciencia que otros, de que teníamos que librarnos de cuanta frivolidad y lastre de dominación mental pudiéramos, y las barreras que nos han puesto para impedirnos acceder a ellas, la vida se nos presenta, tal cual es, con una sencillez absolutamente cautivadora. (Te advierto que algún día deberíamos buenamente agradecer al bloqueo semejantes prohibiciones: ponernos todos de acuerdo y pasar frente a la futura embajada estadounidense, en marcha del pueblo combatiente, con cartelones y vítores de ‘¡Gracias bloqueo que nos privaste de tantas idioteces!’)… Nuestros triunfadores no son quienes más se enriquecen a costa de otros, sino quienes mejor vencen las circunstancias adversas… Es verdad que la caída del campo socialista abrió una etapa muy dura, sobre todo porque nos tomó bastante desprevenidos, por muy justificada que esté la sorpresa e insuficientes e inexactas que hayan sido las explicaciones que se dieron entonces, pero ya eso lo pasamos una vez: ahora, además de la experiencia, tenemos mejor preparación y estructuras probadas, mientras que el entorno internacional es bien diferente: fíjate que incluso naciones vecinas, cuyos gobiernos padecen de alergia patológica al comunismo, se han visto forzadas a comprender que la salvación de la crisis sistémica que abruma a la humanidad está en la colaboración y en la complementariedad más que en el habitual y engañoso ‘comercio mutuamente ventajoso’... Dentro del país, en marcado contraste con lo que se lee que está ocurriendo fuera de Cuba, no solo el sentimiento de solidaridad ciudadana es visiblemente mucho mayor que en aquellos infaustos momentos del inesperado Período Especial, sino que las posibilidades ciertas de ofrecer ayuda a familiares y amigos que tenemos los que disfrutamos de mejores circunstancias son también incomparablemente mayores que entonces… Sí, no me miras con esa cara de Capitán Garfio y vamos a sacar cuentas. Pongamos el ejemplo de la electricidad, por ser el tema del momento. Primero vamos a hacer los cálculos en pesos y en euros, que ahora parece una moneda un poquito más estable que el dólar y cuyo uso no le está vedada a Cuba (las leyes estadounidenses prohíben al estado cubano utilizar el dólar en sus transacciones comerciales). Según la tasa de cambio que el Banco Nacional de Cuba ha puesto en vigor hasta el 30 de junio de 2009, 1 peso (corriente) equivale a 1/24 pesos convertible (CUC) y 1 € equivale a 1,3 CUC. O sea que si uno consume 1 CUC, ha gastado unos 0,77 €, pero si uno gasta 1 peso, ha gastado 0,032 €. Pasemos a los cálculos. Es sabido que la producción de electricidad se ha encarecido en todo el planeta, pero —como antes de la crisis— por cada uno de los primeros 100 KW, nosotros pagamos 0,09 pesos. O sea que si tu gasto eléctrico no sobrepasa los 100 KW, debes pagar 9 pesos (0,288 €). Por cada uno de los próximos 50 KW, pagas 0,3 pesos, así que si tu consumo no excede los 150 KW, deberás pagar al estado (no a un huevón esquilador con nombre, apellidos y privilegios burgueses y monárquicos) un máximo de 24 pesos (0,77 €). Para estimular el ahorro (evitar el derroche), el precio de cada uno de los próximos 50 KW se incrementa ahora a 0,4 pesos, por lo que con un gasto de hasta 200 KW no pagas más de 44 pesos (1,408 €). De nuevo hay un incremento de 0,2 pesos en cada uno de los próximos 50 KW, o sea los comprendidos entre 201 y 250 KW cuestan 0,6 pesos, así que con un gasto exacto de 250 KW, por ejemplo, tu deuda es de 74 pesos (2,368 €). Por encima de 250 KW hasta 300 KW, el precio de cada KW se incrementa a 0,8 pesos, así que si consumes 300 KW debes pagar 114 pesos (3,648 €). Como el precio de cada kilowatt que exceda los 300 KW es de 1,3 pesos, si uno consume, digamos 400 KW mensuales deberá pagar 244 pesos (7,808 €)… Ahora vamos a los productos del agromercado cuyos precios son formados por la libre demanda, pero que, después de los huracanes del año pasado, fueron razonablemente topados, pare evitar especulaciones ni excesos hacia los más desfavorecidos. (Como sabes, los productos que se comercializan en los ‘agromercados estatales’ tienen precios que oscilan entre el 0,25 y el 0,75 % de los precios que ellos tienen en los llamados ‘mercados libres’, pero no es menos cierto que, por lo general, en esos ‘mercados estatales’ la calidad de los productos no es tan elevada como en los ‘libres’.) Para no llenarte la cabeza de humo, te voy a dar directamente las cantidades en kilogramos y los precios en euros de los productos que compré ayer mismo. Voy: 1Kg de piña (ananás) X 0,176 €; 1Kg de tomates X 0,286 €; 1Kg de cebollas X 0, 352 €; 1Kg de pimientos X 0,5632 €. Cada mazorca de maíz (elote) me costó 0,064 €. El kilogramo de limones estaba a 0,704 € y el de mango a 0,352 €. El kilogramo de carne de cerdo cuesta 1,7 € y el de jamón prensado 2,53 €… Sigamos con los cálculos. Si yo hubiera comprado 1 kilogramo de cada producto y 10 mazorcas de maíz, me habría gastado 7,3032 € ó 228,25 pesos, lo cual es ciertamente un tercio de mi salario, y después comprenderás cuánto me alcanza mi estipendio salarial, pero déjame hacer antes una reflexión…”

“No te detengas.”

“Hace un par de años, asistí a un evento científico que se celebró en Madrid. Un amigo residente allí, interesado en la realidad cubana o en busca de argumentos para demonizarla (ahora no sé), me preguntó por los precios que tenían en Cuba algunos de los productos que he mencionado. Tras las conversiones monetarias de rigor, él me señaló, casi con júbilo, que esos eran los precios aproximados con que ellos podían comprarse en los mercados madrileños… No lo sé de cierto. Sí sé que su alegría se hizo menos radiante cuando le hice el siguiente razonamiento. Le pregunté si él pensaba que los precios en el mercado mundial eran establecidos considerando el poder adquisitivo de los más ricos o de los más pobres. ‘Obviamente —me dijo—, los precios buscan maximizar las ganancias del vendedor, así es que seguramente se establecen tomando como referencia las cantidades que pueden pagar los que más tienen.’ ‘O sea, que entre España y Cuba, tú convienes en que en el mercado mundial los productos se venden a los precios que puede pagar España y no Cuba.’ ‘Naturalmente, pero así funcionan los mercados y no tiene nada que ver con el amor filial que hay entre nuestras naciones…’ ‘Espera, no me refiero a eso. Me refiero a que, siendo eso así, los costes de obtención de los productos mencionados son iguales para España y Cuba. Esto es, para comprar, por ejemplo, las semillas de pimientos, los sistemas de regadío, los fertilizantes, plaguicidas y otros insumos, Cuba tiene que pagar lo mismo que España en el mercado mundial. ¿Es así?’ ‘Parece claro.’ ‘Pues entonces, si Cuba vende esos productos a la población al mismo precio que lo hace España, sus márgenes gananciales respecto a sus posibilidades financieras son considerablemente menores que los de España. En otras palabras, como el PIB de España es unas 20 veces mayor que el de Cuba, razones de colonización incluidas, lo justo para los españoles sería que esos productos se les vendieran, no al mismo precio con que lo compran los cubanos en su deprimido mercado, sino 20 veces más baratos…’ (Después de ese razonamiento, mi amigo me confesó sentirse timado.) Bueno, regresemos a mis gastos. Vamos al transporte urbano. Yo salgo de casa a las 0600, porque me gusta esa hora de la mañana. (Comentario al margen, ten en cuenta que, en mi obscena edad de 69 años, con mi portentoso físico, únicamente comparable —en todo este vasto mundo— al de Woody Allen, camino cerca de 300 metros hasta la parada de ómnibus ¡sin la menor preocupación respecto a mi seguridad!, algo por lo que los cubanos podemos sentirnos legítimamente orgullosos)... Cada pasaje en ómnibus me cuesta 0,4 pesos (0,0128 €), pero existen ómnibus de 1 peso (0,032 €) y taxis colectivos de 5 pesos (0,16 €). En el día debo tomar entre 2 y 6 medios de transporte, por lo que gasto entre 0,8 y 2,4 pesos (de 0,0256 € a 0,0768 €), y al mes gasto en pasaje unos 60 pesos (1,92 €). Como muchos cubanos, mi esposa y yo somos propietarios de la vivienda que habitamos. Eso —te repito— no nos da derecho a venderla, porque ella, ante las leyes vigentes, no es considerada una mercancía, pero nos otorga sobre ella derecho de usufructo permanente, mientras residamos en el país, y nos exime de pago de alquiler, una vez que hayamos vencido el pago de su precio nominal, que nos fue descontado de nuestros respectivos salarios, en un monto no superior al 10% de ellos. Como ya saldamos esa deuda, no pago alquiler por ‘La Guarida Bicameral’. Mensualmente pago 3 pesos (0,096 €) por el agua que consumimos en casa, y 7 pesos (0,224 €) por 12 Kg de gas licuado, que alcanza para cocinar unas 25 veces para dos personas… Respecto a la famosa cuota de víveres que se entrega por la no menos famosa ‘libreta de abastecimiento’… Mira, ella varía en dependencia de la región de que se trate, pero puedo hablar de los productos repartidos mensualmente a cada residente en Ciudad de la Habana, las cantidades que se entregan y a qué precio se hace. Te lo daré todo en kilogramos y en euros, para no complicarte. De arroz me dan 3,192 Kg X 0,102 €; 1,268 Kg de azúcar blanca X 0,0144 €; 0,912 Kg de azúcar prieta X 0,0128 €; 0,285 de frijoles colorados o chícharos X 0,0064 €; 0,228 Kg de aceite X 0,0256 €; 0,115 de café X 0,16 €; 0,456 Kg de pollo X 0,0224 €; 0,285 Kg de pescado con cabeza X 0,0192 €; 0,285 de pescado sin cabeza X 0,0192 €; 0,228 Kg de jamonada X 0,048; 10 huevos X 0,32 €; 1 pan X día de 0,08 Kg X 0,0016 €; 0,4 Kg de espagueti X 0,0256; 0,342 Kg de galletas X 0,0192 €. A los niños les entregan 3 Kg de leche en polvo (que se convierte en unos 24 litros) y sus padres pagan por todos ellos 0,24 €… (Por cierto, con eso se garantiza una ingesta de 3,1 kilocalorías diarias por persona, 0,7 Kcal más que las recomendadas por la OMS, dicho sea al pasar.) No podemos dejar de mencionar que se entregan dietas especiales de pescado y leche descremada a quienes padecen de hipercolesterinemia; de pollo, viandas y leche íntegra a los diabéticos y de leche y pollo a las embarazadas, independientemente de que estas últimas son internadas en casas de atención especial, sin costo alguno, cuando hay peligro de aborto, cuando son madres con hipertensión o padecen enfermedades crónicas con peligro para su embarazo y su progenie, cuando sus fetos se desarrollan con anomalías, cuando ellas presentan anemia y bajo peso. También tienen dietas especiales los deportistas de alto rendimiento y los trabajadores de diversas ramas de la economía.”

“¿Y esas cantidades son suficientes?”

“No te he dicho que casi al 100% de los ‘trabajadores ordinarios’ se nos garantiza el almuerzo por un precio mayor de 0,8 pesos (0,0256 €) pero que en ningún caso rebasa el monto de 1,3 peso (0,0416 €), y a todos los niños de la enseñanza primaria y secundaria se les garantiza la entrega diaria de un bocadito con algún tipo de embutido cárnico y un vaso de bebida, que muy bien puede ser el alimenticio yogur de soya… O sea que, como en mi caso y el de mi esposa, los productos que compremos en el agro y la cuota de la libreta de abastecimientos quedan para preparar una comida diaria los días laborales… A nosotros nos alcanza, y a juzgar por el hecho de que en Cuba no hay defunciones por hambre ni poblaciones significativas con padecimientos alimentarios, ni déficits alimentarios medibles en la población, lo mismo ocurre en la aplastante mayoría de lo hogares cubanos. Por otra parte, lo que habría que subrayar es que ningún otro gobierno del mundo, por el solo hecho de ser ciudadano del país de que se trate, le garantiza a cada quien una cuota mínima de alimentos a precios subsidiados en un grado mayúsculo y esdrújulo.”

“Pero los seres humanos no nos conformamos únicamente con comer…”

“Es verdad, por eso en Cuba se celebra cada año una Feria del Libro que es una verdadera fiesta de multitudes, en la que se pueden adquirir textos valiosísimos por apenas 20 pesos (0,64 €), y también se celebra el festival de cine francés, del cine alemán, del cine latinoamericano, el precio de cuyos boletos de entrada es de 2 pesos (0,064 €) que es lo mismo que cuesta la entrada a los eventos deportivos, mientras que las entradas a los espectáculos artísticos no cuesta más de 10 pesos (0,32 €)… En Cuba siempre hay algún tipo de evento artístico o deportivo de muy alto vuelo. Siempre: Festival de Ballet de La Habana, Competencias deportivas del ALBA, Bienal de La Habana, Festival de Teatro, Festivales de Música, de orquestas sinfónicas, de coros, de guitarra, carnavales, Fiesta del Fuego. Es inimaginable la lista, y ninguno es para elites... No quiero referirme al sistema de salud cubano que es un tema que ha recibido mucha difusión.”

“Permíteme seguir desempeñando el papel de ‘abogado del diablo’…”

“Lo haces bien.”

“No, eso no es nada: prepárate para lo que te voy a preguntar ahora… Como ‘diabólico defensor’ tengo dos preguntas que hacerte… La primera es que si esos ‘almuerzos laborales’ no constituyen un intento abierto por hacer depender a las personas de las instituciones estatales.”

“Naturalmente que no… Mira, la principal objeción de quienes se niegan a incorporarse a los puestos que ofrecen las administraciones estatales es la falta de incentivos económicos. Con eso te digo que es muy seguro que la mayoría de los trabajadores por cuenta propia, de quienes participan de la economía informal y de aquellos que reciben ayuda económica de sus familiares en el extranjero, cuenta con más recursos y poder de adquisición de productos y artículos que quienes somos funcionarios y trabajadores estatales. O sea que esa es una mentira sin fundamento alguno. ¿Qué otra pregunta semi-satánica quieres que hacerme?”

“Estaba pensado si tantas gratuidades no devalúan el artículo que se ofrece…”

“Para que eso ocurra lo primero que tienes que haber sembrado en tu psiquismo es la idea (absurda) de que el dinero tiene un valor en sí mismo muy elevado, pero entonces deberías quedarte sin respirar y renunciar al sol y al agua de un río o a un baño de mar, ni te sentirías tentado a contemplar el cielo, la luna, las estrellas, porque todo eso lo puedes hacer sin pago previo alguno… El dinero no tiene valor ínsito, porque es un sistema de referencias históricamente consensuado.”

“Muy bien, pero no es menos cierto que una aproximación como esa, en la que las personas reciben alguna comida —digamos— independientemente de su aporte económico, podría no incentivar la producción.”

“Esa una pregunta es muy interesante por la cantidad de tópicos absurdos que encierra… Una visión que conduzca a ese tipo de reflexiones, lo primero que acepta es que nosotros, los humanos, estamos en este mundo para ‘producir’ y eso es muy discutible. No me refiero a ‘crear’, que a diferencia del simple ‘producir’ implica la integridad psico-somática de cada cual e involucra el establecimiento de relaciones humanas plenas, la apropiación cognitiva del mundo sin limitaciones, la participación consciente en procesos productivos, todo lo cual incluye la contemplación activa, el amor al entorno natural y cultural y a nuestros semejantes, la re-creación responsable del mundo y muchas otras acciones. Lo segundo que se deduce de quien sustenta semejante satánica inferencia es que el hambre, las carencias, las necesidades humanas, constituyen un buen argumento para llevar a los seres humanos a entregar su fuerza de trabajo… Mira, nosotros, como todos los restantes seres vivos, dondequiera que los haya, somos el resultado de complejísimos procesos evolutivos ciegos, no sesgados, de adaptación. O sea que nuestra ‘inteligencia tecnológica’ no es una meta de la evolución: es una casualidad. Nuestro psiquismo está dotado de una cualidad única y verdaderamente sui géneris: la auto-reflexión. Y esa característica nos hace conscientes de que eventualmente moriremos. Eso significa que ‘el ser’ nos plantea el problema de que ‘no seremos’, y esa disyuntiva, si estamos suficientemente pertrechados desde el punto de vista cultural, no constituye necesariamente una razón de desaliento, de incitación al pasotismo, a la inacción, al carpe diem, al hedonismo, al nihilismo; todo lo contrario: esa disyuntiva puede hacernos responsables, nos obliga a crecer, a buscar en el interior y a extraer lo mejor de lo que somos capaces, no con ánimos de lucro, sino de participación colectiva en la construcción de un estado social en que todos seamos parte del entretenimiento de todos. Al final, de eso se trata... Quienes se ven obligados a trabajar por hambre o por el temor de qué ocurrirá con su progenie, están impedidos de trascender la condición de animales, y quienes forjan semejantes obligaciones tienen una noción muy pobre de la naturaleza humana… Esa no es lahipótesis insularizada. ¿Tienes más preguntas?”

“No.”

“Entonces, si no tienes objeciones, vamos a seguir con los escritos acerca de la naturaleza humana.”

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