Julian Ryall
Telegraph.co. uk
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Millones de asalariados japoneses, cuyos padres y abuelos iniciaron el milagro económico de esta nación, son plenamente conscientes de que la fuerza laboral del país ya ha sido totalmente desbrozada.
Han visto cómo los empleados a tiempo parcial marcaron su salida por última vez y que los contratos de los trabajadores extranjeros no han sido renovados. Saben que ya no queda excesos en el personal que eliminar y han visto que comienzan a haber despidos en compañías en las que antes el asalariado de traje oscuro era intocable.
“Es muy duro ahora,” dice Keisuke Obata, empleado de 42 años de una gran compañía manufacturera basada en Tokio. “Nunca he visto que las cosas vayan tan mal, y todo lo que oímos de la compañía y de los políticos es que tenemos que tratar un poco más y aguantar un poco más.”
Obata ha trabajado con una semana reducida desde enero, le han reducido su paga y su bonificación de verano también ha disminuido. La compañía llama a la gente a aceptar despidos voluntarios.
“Te hace pensar,” admire. “Pero no hay muchos otros puestos de trabajo y tengo obligaciones.”
Gente como Obata, que ha entregado dos décadas de servicio a su compañía pero que está a punto de ser sumariamente despedido, descubre que su previo compromiso inquebrantable con sus empleadores ha sido eclipsado por el instinto de autopreservación.
Con una hipoteca y tres niños que sustentar, Obata ha escuchado el mensaje que se ha difundido gradualmente por el taller y entrado al recinto de los empleados de oficina. Puede que el comunismo, dicen, tenga la respuesta.
“Las compañías sólo están interesadas en los beneficios y en la protección de la dirección,” dice Tatsuya Yoshida, empleado de una compañía de transporte basada en Tokio.” No les preocupa su personal. Nos consideran desechables.”
La última vez que votó Toshida de 42 años, apoyo al partido Nuevo Komeito.
Miembro menor de la coalición de dos partidos con el Partido Liberal Democrático, recibe su apoyo sobre todo de las filas de la organización budista Sokka Gakkai, y es actualmente el tercer partido por su tamaño en la Dieta japonesa.
Según los últimos sondeos de opinión, ha sido sobrepasado por el Partido Comunista Japonés [JCP]. Y trabajadores como Yoshida hacen todo lo que pueden por pasar la voz.
“Solía ser presionado por mi familia para que votara por el Nuevo Komeito, pero Japón necesita un verdadero cambio y ya me bastan los políticos que hacen promesas que rompen poco después,” dice.
Yoshida cuenta sus preocupaciones principales con los dedos de su mano izquierda: proteger su trabajo, asegurar que sus dos hijos tengan suficiente dinero para ir a una buena universidad, asegurar que todos tengan un estándar de vida mínimo y proteger el Artículo 9 de la constitución de Japón, que renuncia a la guerra.
Otros partidos han hecho esas promesas, y más, mientras están en la oposición, señala, pero las han “olvidado” en cuanto llegan a una posición de poder.
“La oposición es efectivamente un seudo Partido Liberal Democrático [LDP] e incluso si ganan la próxima elección no veo posibilidades de mejora en la situación política, económica o social en Japón,” dice Yoshida, apuntando al Partido Democrático de Japón [DPJ] que hasta hace poco era dirigido por un antiguo político del LDP que fue obligado a renunciar por aceptar donaciones ilegales de una compañía de construcción.
“¿Cómo podemos confiar nuestros futuros a esa gente?”, dijo.
Los fiscales públicos acusaron al secretario personal de Ichiro Ozawa por aceptar los fondos, pero no arrestaron al dirigente del DPJ.
“La gente viene a nosotros porque el JCP no acepta donaciones de compañías u organizaciones,” dice
Yoshida. “Por eso podemos pronunciarnos contra las grandes corporaciones.”
Y a pesar de que se ajusta a sus principios sobre donaciones, el JCP es el segundo partido en la cantidad de fondos recolectados del país. Sólo el gobernante LDP recolecta más.
La corrupción rampante combinada con el aumento del desempleo causado por la depresión económica global ha dado al partido una nueva base inmensa de apoyo.
Los funcionarios del partido dicen que más de 14.000 personas se han sumado a la causa en los últimos 18 meses, un cuarto de ellas de menos de 30 años. Del mismo modo, la circulación del periódico del partido,
Akahata (Bandera Roja) ha aumentado a 1,6 millones de copias.
El LDP, por otra parte, ha visto una baja de la cantidad de miembros de un máximo de 5 millones a sólo un millón.
“Muchos trabajadores están siendo privados del derecho de trabajar con dignidad,” dijo en marzo Kazuo Shii, el carismático presidente del JCP, de 54 años, a una conferencia de prensa. “Es la forma más cruel de conducta bajo ‘el capitalismo sin reglas.’
“La mayoría de la gente que trabaja con contratos temporales son trabajadores desechables, obligados a sufrir condiciones de trabajo explotadoras e inestables, así como discriminación,” dijo, describiendo las condiciones como “un renacimiento del trabajo esclavo y una forma moderna de crueldad.”
“Me indigna que se esté obligando a los trabajadores temporales a trabajar en condiciones tan inhumanas en corporaciones como Toyota y Canon,” dijo.
Según el partido, la cantidad de trabajadores que ganan menos de 2 millones de yen (21.600 dólares) al año ha aumentado a más de 10 millones.
Este aumento en el apoyo en la base ha sido acelerado por una versión de “El Capital” de Karl Marx, en dibujos animados, que vendió más de 6.000 copias en los dos días después de su publicación en diciembre, y el renacimiento del interés por una novela de 1929 intitulada “Kanikosen” sobre una rebelión entre trabajadores de un barco de procesamiento de cangrejos frente a Japón septentrional.
A pesar de la reciente mejora de su suerte, Shii y sus partidarios aceptan que el JCP no tendrá una mayoría en la Dieta en el futuro cercano. Participarán, por cierto, en las elecciones nacionales, pero concentran gran parte de su atención en la conquista de mentes y corazones al nivel local.
“En general, los japoneses hacen lo que la gente más poderosa les dice,” dice Yoshida. “No queremos causar desarmonía con la gente alrededor nuestro. De modo que obedecemos cuando nos dicen qué hacer y no expresamos nuestras propias opiniones. Por eso tenemos a los mismos partidos dirigiendo el país desde el fin de la guerra.”
“A pesar de que los comunistas sólo tienen un 3,3% en los últimos sondeos de opinión, más de un 31% de la gente dice que no se ha decidido,” señala. “Queremos aumentar nuestro apoyo de voto a voto y queremos que nuestros políticos digan a la Dieta lo que la gente realmente piensa.”
Esta actitud da señales de producir resultados; a fines de abril, el candidato del JCP, Hiroshi Shikanai, fue elegido alcalde de la ciudad de Aomori, superando a su oponente y alcalde saliente del LDP.
Un tema clave en la campaña fue el estado de la economía regional, que indudablemente volverá a estar en juego nuevamente cuando el país vaya a las urnas en los próximos meses.
Keisuke Obata ha anulado sus planes de un viaje a Hawaí con su familia durante este año y en su lugar va a llevarlos a un viaje de camping por los lagos alrededor del monte Fuji.
Dijo que espera con ansia un poco de tiempo lejos del trabajo y un poco de paz para contemplar su futuro, tanto profesional como político.
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