18-11-2010 |
Desde entonces, la sustitución del modelo económico capitalista significó un escollo difícil de superar para muchos de los gobiernos proclamados como socialistas en el mundo, pues todo lo existente en relación a un modelo económico socialista provenía mayormente de esta nueva potencia, manteniéndose algunos rasgos pertenecientes al capitalismo. Quizás en ello influyera el hecho que todas las experiencias revolucionarias socialistas tuvieran lugar en países periféricos del sistema capitalista, como Rusia y China, con economías prácticamente precapitalistas, en vez de aquellos altamente desarrollados, como lo previeran Marx y Engels. Consciente de ello, Lenin expone a la dirigencia de la revolución en Hungría que “es absolutamente indudable que la mera imitación de nuestra táctica rusa en todos los detalles, dadas las condiciones de la revolución húngara, sería un error. Debo prevenir a ustedes contra ese error...”. Esto lo recalcaría también en su obra El “izquierdismo” enfermedad infantil del comunismo, donde escribe que los revolucionarios deben ser capaces de aplicar “los principios generales y fundamentales del comunismo a las relaciones peculiares entre las clases y los partidos, a las características peculiares del desarrollo objetivo hacia el comunismo, que en cada país son diferentes y debemos saber descubrir, estudiar y vaticinar.” Sin embargo, en la mayoría de las naciones que luego conformaran el bloque soviético se obvió esta recomendación de Lenin y se adoptó como dogma científico lo aplicado desde el Kremlin. En muchos casos, lo que ocurrió fue l a implementación de un capitalismo regulado desde las estructuras del Estado, lo cual conllevaría más tarde a abrirle espacio a una nueva clase económica poco diferenciada de la existente en el resto del mundo capitalista, pero florecida con el ropaje “socialista”.
Transcurrido el siglo XX, el socialismo sigue representando la alternativa revolucionaria frente al capitalismo, sólo que ahora se pretende distinguirlo del “realmente existente” en la Europa oriental, lo cual se ha extendido a China, Vietnam y Cuba, con sistemas nominalmente socialistas o comunistas, al permitir cierta coexistencia económica con el capitalismo. No obstante, se nota aún la dificultad para la instauración definitiva de un sistema propiamente socialista, así como una definición mejor perfilada, al encararse el viejo dilema de las relaciones de producción y la dicotomía trabajo-capital, máxime cuando el mundo se encuentra sometido a los intereses de las corporaciones capitalistas transnacionales. Todo esto envuelve manejar criterios nuevos, alejados del idealismo poco realista frecuente en alguna gente de izquierda, entretanto se vayan creando las condiciones mínimas requeridas para que la clase asalariada alcance su emancipación y autodeterminación, aceptando sin prejuicio alguno que el socialismo -tal como lo concibieran o asomaran Marx, Engels, Lenin y otros tantos teóricos y luchadores revolucionarios- no se ha concretado, por ahora, en país alguno.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario